"La 'libertad' ha sido más determinante que la 'salud'"Elecciones en Madrid: "¿Es éste el Evangelio en el que los cristianos creemos?"
Nuestra cultura ha degenerado hasta el extremo de que se antepone la “buena vida” a la “vida” misma. El resultado de las recientes elecciones es elocuente en este orden de cosas. Tan elocuente, que no necesita mucha explicación
Jesús defendió la salud y la vida anteponiendo esta defensa a las normas de la Religión y a cualquier otro interés
No me explico cómo los grupos (partidos políticos) que se autoproclaman más religiosos y creyentes, tales grupos, son los que con más interés y hasta utilizando la mentira, anteponen sus intereses económicos y políticos a una sanidad bien organizada y gestionada
El resultado de las elecciones, celebradas en Madrid el pasado día 4 de mayo, ¿se puede enjuiciar, básica y primordialmente, como un problema político o, más bien, como la expresión de un hecho cultural? Por supuesto, en las elecciones del 4 de mayo, estuvo presente la política. De eso se trataba ante todo y sobre todo. Pero, con decir esto, ¿estamos afrontando el fondo del problema? Dicho de otra manera: lo más hondo y determinante, que ha quedado patente en estas elecciones, ¿ha sido la preferencia política de los madrileños? ¿O hay algo más grave y serio, en lo que ha ocurrido en Madrid, que tendría que ser lo que, de verdad, nos debería interesar y preocupar?
Tendríamos que estar completamente ciegos para no tener en cuenta de que, en el resultado de las elecciones, ha sido decisivo el hecho de la pandemia del virus 19, que tan duramente está castigando al mundo entero. Como es bien sabido, el triunfo de las elecciones ha sido para los partidos políticos que se han comportando más permisivos con la libertad de los ciudadanos para pasarlo bien y disfrutar de la oferta que cada día nos hacen los bares, restaurantes, hoteles y, en general, cuanto satisface nuestro afán de pasarlo bien en el disfrute de lo que no es estrictamente necesario para la vida.
En el extremo opuesto, se han situado los gobernantes y políticos que, ante todo, se han preocupado por el problema central, que hemos tenidos que afrontar: el problema de la sanidad. De ahí, la preocupación dominante de la libertad, en unos. Al tiempo que lo que más ha interesado a otros ha sido la salud. Y el resultado ya es bien conocido: la “libertad” ha sido más determinante que la “salud”.
Es evidente que la “vida” es más importante que la “buena vida”. Pero no cabe duda que nuestra cultura ha degenerado hasta el extremo de que se antepone la “buena vida” a la “vida” misma. El resultado de las recientes elecciones es elocuente en este orden de cosas. Tan elocuente, que no necesita mucha explicación.
Y para terminar, una indicación que - sin duda alguna – es decisiva. Si el lector de esta reflexión elemental es una persona creyente, fijará (sin duda) su atención en un hecho insistentemente repetido en el Evangelio. Jesús defendió la salud y la vida anteponiendo esta defensa a las normas de la Religión y a cualquier otro interés. Incluso al interés de su propia vida, como quedó patente en el hecho de devolver la vida al difunto Lázaro (Jn 11). Un hecho que le costó a Jesús su condena a muerte. En todo caso, este cúmulo de relatos de “teología narrativa” nos viene a decir que el cuidado de la vida, la plenitud de la vida y la defensa de la vida, según el Evangelio, es lo primero. De forma que a eso se tiene que anteponer cualquier otro interés, conveniencia o deseo.
No me explico cómo los grupos (partidos políticos) que se autoproclaman más religiosos y creyentes, tales grupos, son los que con más interés y hasta utilizando la mentira, anteponen sus intereses económicos y políticos a una sanidad bien organizada y gestionada.
¿Es éste el Evangelio en el que los cristianos creemos? Y sobre todo, ¿es ésta la sociedad – y la gestión política de la sociedad - que nos ofrecen los que se autoproclaman fieles observantes y ejemplares cumplidores de lo que anuncian en sus programas políticos y religiosos?
Sinceramente, y estamos casados de medias verdades y hasta de mentiras.
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