Hoy me quedo, para esta reflexión,
con el final del exto del evangelio.
“Les hablaba en
parábolas.
Con los discípulos,
luego, hablaba y les explicaba lo que había dicho”
Esto que os cito del evangelio
pareciera que no encierra ninguna dificultad, pero, sin embargo, es de suma
importancia.
Vamos a ir viendo:
Hablar en parábolas.
En el mundo oriental, la comunicación
verbal tiene, entre otras muchas algunas características. Normalmente nunca se
va al grano directamente. Se habla con rodeos, como si estuviéramos dando
vueltas espirales de aproximación al tema.
La comunicación verbal es fluida,
espontánea, callejera y puede improvisarse un auditorio en cualquier momento y
en cualquier lugar: calle, plaza, zoco, y , por supuesto sin tener datos de
quienes escuchaban.
En la comunicación verbal, sobre todo
cuando el interlocutor gozaba de autoridad moral, tenía carácter proverbial: Se
solía terminar con un final sentencioso, conclusivo y resolutivo. Por ejemplo,
a la adúltera: Mujer, nadie te ha condenado. Yo tampoco te condeno. Vete y no
peques más. O este otro: Mirad los lirios del campo, ni hilan ni tejen…
Y todo se vehiculaba con un relato,
una historia, un ejemplo, normalmente inventado por el que narraba: Es decir,
una parábola.
Así era,(¿y es?), la comunicación en la
cultura oriental. De esta manera estaba al alcance de todos los oyentes pues
además eran elementos comunes los de los ejemplos. Esto tenía una gran
importancia: Quienes lo oyeran, si buscaban entender con buena intención, era
fácil lograrlo. Si otros, por el contrario, podían estar prestos para la
difamación, la denuncia, el ataque, era más fácil sortearlos.
Por eso es importante la otra parte
de la referencia en la que me he fijado hoy:
Luego Jesús, a sus
discípulos (sus amigos), interesados en lo que él es decía, se lo explicaba
detenidamente.
¿Por qué le he dado importancia a
este detalle para hacer mi reflexión de hoy?. Por una razón. Porque me parece
que frecuentemente, cuando nos situamos frente a una parábola nos faltan
elementos o pasos en e proceso. Por ejemplo, quien haya sido testigo de como
florece el desierto con la lluvia (Sam 125) podrá entender el valor y la belleza
de la vida, en apariencia insignificante, floreciendo cuando en ella vertemos
nuestros esfuerzos como riego. Y así, podríamos ahondar en las
bienaventuranzas.
Pero, sobre todo, creo que corremos
el riesgo de quedarnos en blanco si nos llega el relato, le sacamos la moralina
pero no lo convertimos en un traje nuestro. Y esto significa interpretar los
elementos de la parábola aplicándolos a nuestra realidad personal y
comunitaria.
Por eso , hoy, termino deseando
escuchemos siempre las parábolas con nuestra dirección completa: nombre y
apellidos, dirección, distrito postal , localidad,…
Recibamos el mensaje y
personalicémoslo.
Un abrazo
José Luis Molina
13 de
junio 2021
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