Veintiún siglos llevamos de
cristianismo.
Un cristianismo que comenzó en la
clandestinidad. Estaba mal visto, era perseguido desde el principio mismo.
Y todo eso, ¿por qué?
En Israel porque en Jesús aparecía la
imagen de un Dios que no interesaba para el tinglado religioso. El Dios de
Jesucristo, el Todopoderoso, se hace presente en el mudo, actuaba en el mundo,
desde la sencillez, la humildad, la solidaridad, el servicio, la frontalidad,
siendo contrario al dominio por el poder, por las influencias de los que se
iban encaramando en pedestales. Se puede decir que el mayor enemigo del Dios de
Jesucristo era la religión judía
Posteriormente sigue siendo perseguido por el Imperio Romano: Empezó a insertarse en los
estratos más bajos, más humildes, más humillados de aquella sociedad,
convirtiéndose en chivo expiatorio del poder político cuyos cimientos podían
ser atacados, corroídos, por una concepción diferente de la humanidad. La
oposición de Roma no era religiosa, sino política, económica y social. Pero, al
mismo tiempo, el evangelio de hoy nos descubre que, a pesar de los pesares, a
pesar del testimonio de Jesús , de la experiencia vital con él, entre los
seguidores estaba también presente, como pecado, el afán de medrar, de utilizar
la religión y a Jesús para labrarse un porvenir de poder, riqueza, dominio.
Querían estar cerca de Dios para tener la sartén por el mango.
Y ese virus que andaba activo no fue
abatido. Fue adquiriendo solidez y fuerza y asfixiando las energías de vida
nueva del Reino.
De esta manera lo que empezó en la
clandestinidad, en la exclusión, en la periferia, cruzó los siglos de la
historia instalándose en el poder, haciendo maridaje y concubinato con el
dominio y las desigualdades, poniéndose del lado de ls que ganaban y
practicando y bendiciendo el tener más que el ser. Ocuparon el centro de las
ciudades preocupados de conseguir beneficios acomodándose a las circunstancias
de los tiempos, etc. De esta manera desapareció la confrontación y lo que tenía
que ser reformado, modificó al reformador.
Y así los seguidores de Jesús se quedaron sin pobres. Los pobres se
fueron.
El Concilio Vaticano II levantó la
voz y avisó proféticamente. Pero la que sigue optando por el poder a la derecha
y a la izquierda, sigue persiguiendo. Y esta persecución legitima la profecía.
Bien, Y todo esto, ¿para qué?
¿Qué opinamos nosotros?
Les dejo unas preguntitas para la
reflexión personal
· ¿Educamos en las familias, en las catequesis, en los sacramentos, para
ser “personas de bien que se labren un porvenir” a izquierda o derecha o para
que entre nosotros no exista el dominio y la imposición del poder?
· ¿Educamos (familia, catequesis, grupos de fe, etc) para hacer opciones
vitales de servicio, no de instalación?
Si el bautismo se propusiera en una
madurez objetiva y en la evangelización sobre el mismo presentáramos el
evangelio de hoy, pero en serio, profundizándolo, ¿qué ocurriría?
Delante de nosotros está la historia.
Ánimo, adelante, para que sea una historia de salvación.
José Luis Molina
22 de julio 2021
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