Normalmente, cuando oímos la parábola del sembrador, nos
situamos, en cierta manera, fuera de la escena. Como espectadores. Nos
imaginamos a Jesús predicando, anunciando el Reino, ofreciéndonos la, su, Palabra y luego constatando las
diversas realidades: rocas, espinas y zarzas, sequedal, y tierra fértil, 30%, 70%, 100%,… Y lo
aplicamos a la respuesta que da la gente con su postura religiosa.
Otras veces, tal vez no tomamos el
puesto de observadores. Nos vemos, de alguna manera agentes: sembradores siendo
catequistas, dando charlas, homilías o consejos, organizando actos religiosos,
etc. E igualmente aplicamos la última parte para constatar el resultado que
“hemos” obtenido con nuestra siembra.
Hoy les propongo que leamos las
lecturas desde una posición diferente.
Para ello empezaremos con que no
seguiremos el orden en el que aparecen
en el ordenamiento litúrgico” Empezamos, primero, por la carta de Pablo
a los Romanos. En ella se nos dice que “la creación entera, la vida, está expectante
y gime con dolores de parto”. Es decir la creación, la vida, hay que seguir
construyéndola dando respuesta a esa expectación liberadora para alcanzar
progresivas cotas de plenitud.
Por eso en lo que suponga
alcanzar avances en los niveles de
plenitud, no es ético el retroceso. Pongo un ejemplo muy de actualidad y que
está fuertemente sufriendo peligros de retroceso. Los progresos conseguidos en
el terreno de la dignificación de la mujer, del respeto a las diferencias y el
reconocimiento de sus derechos como todo ser humano, la humanización de las
corrientes migratorias, etc. Hay logros que sería inmoral someterlos a un
repliegue o la persecución hasta el exterminio.
Porque lo que dice Pablo es aplicable
para nosotros que también estamos incluidos en la creación, pero de una manera
singular porque poseemos el Espíritu para tal fin: Para el bien común.
Ahora nos trasladamos a la Primera
lectura de Isaías. Dice el Señor:
“Mi palabra que sale de mi boca no
volverá a mi vacía sino que cumplirá mi encargo según mi proyecto” .
Es decir, esa Palabra, salida de
Dios, no puede quedar inútil en la tarea de la nueva creación.
Pues bien: Ahora si volvamos al
evangelio. Ahora sí descubramos que Jesús es el Verbo, “la Palabra” , la
manifestación proclamada y ofrecida del proyecto de Dios de una nueva creación.
Pero no nos afinquemos en el oficio
de sembradores y espectadores de los demás.
Él, Jesús, es sembrador y palabra,
salió, y sale, y sigue saliendo en este momento histórico también.
Y esa Palabra con tarea de nueva
humanidad, de nueva creación, está expectante, está aguardando.
Y yo hoy, al leer el evangelio, no
pienso en que respuesta dan los demás.
Ojalá me sienta que el Señor ya ha
depositado en mi su Palabra. Ya conozco su voluntad, su proyecto, su tarea. Que Isaías me dice que si de verdad
la acojo, no debe volver , desde mi, vacía mientras cierro los ojos y me
refugio en meditación transcendente, sublime, elevada, …No, elevada no. Lo
hará, se elevará, si va preñada de vida, de esfuerzos por la vida, de
compromiso con la vida, de opción por la dignificación del ser humano.
Y ahora sí, desde aquí, me voy al
final de la parábola con mi ecógrafo para descubrir mi 100%, mi 70%, …
Un abrazo
José Luis Molina
16 de julio del 2023.
PD.- La mayoría de ustedes lo saben.
Pero para los que no. Hoy 14 volamos a Quito. Os lo estoy mandando desde el
aeropuerto. Espero poder seguir haciéndolo desde allí. Si no fuera así, nos
volvemos a encontrar a la vuelta. Un abrazo.
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