Vayamos entendiendo el evangelio de
hoy que se compone de varías parábolas.
Lo primero es detenernos a pensar en
una frase con la que empiezan todas las mencionadas parábolas. Esta frase es:
“El Reino de los cielos se parece…”
Esto, a mi entender, quiere decir que al Reino de los cielos le
ocurre lo que significa la parábola que sigue a continuación. Por tanto, cada
vez que en este texto de hoy leemos “El Reino de los cielos se parece…” debemos
entender la frase pensando: Lo que sigue le ocurre al Reino de Dios.
Bien, pues con estas premisas,
continuamos:
1º.- El Reino de los cielos ya está
en el mundo, no es un abstracto ni una idea. Está en el mundo y tiene que
desenvolverse en medio de la realidad del mundo.
2º.- Y en el mundo hay trigo y
cizaña. Es decir, , este Reino, tiene que brotar, crecer, madurar y ser buena
noticia, pan de vida, a pesar de la cizaña. Pero surge la tentación: Cogemos la
espada y arrancamos la cizaña que sería,
que ha sido y sigue siendo, arrancar todo lo que no conviene a nuestros
intereses considerando, además, esta manipulación, como una virtud ética. : Si
tenemos la sartén por el mango arranquemos, vayamos contra
los intentos existentes en el mundo de alcanzar una vida digna,
igualitaria, sin exclusión, PARA TODO SER HUMANO. Y es cizaña las maniobras de
arrancarlas aunque se disfracen de piedad, religiosidad y una falsa moralidad y
del respaldo de una parte importante del mundo significado con elementos
religiosos.
Pero el trigo no debe confundirse con
la cizaña: Lo que no es Reino, no es Reino y es para ser desechado. Lo que es
Reino es para ser logrado y vivido.
Tengamos, pues, en cuenta a las horas de nuestra
opciones (días 23 de julio y 20 de agosto) cuales son las que favorecen el
crecimiento del trigo (pan de vida y dignidad) y cuales, como cizaña, ahogan y
asfixian estas metas para las que fue sembrado el campo (Reino), campo para
todos, no para unos pocos, campo sin exclusión), pero donde valen las
componendas de los listos y poderosos.
3º.- No se trata de grandes soflamas,
de grandes promesas. Se trata de concreciones definidas que permitan que las
aves más débiles tengan donde posarse y no estén sometidas al miedo y la
espantada que les arrebata las ramas donde construir sus nidos, a los que
tienen derecho.
4º.- Pero todo esto no se lleva bien
con la ausencia, la inoperancia, el quedarse mirando al cielo y esperar si
cambia la suerte del viento. No. El Reino de los cielos es levadura que se mete en la masa. A entender: Levadura
para transformar, fermentar, cambiar la realidad que no es adecuada. Metida en la masa, es decir,
comprometida en la fermentación y no abrigada en la evasión, los rezos, las
teorías y los lamentos.
Si en este mundo, donde hay que
ubicar el Reino, no hay levadura que transforme y donde lo que tenía que
transformar, por el contrario, se acomoda como respaldador de los intereses de no transformación, ahí no
puede haber Reino.
Y quiero terminar con la última
frase:
5º.- “El que tenga oídos, que oiga”.
Y ojalá que estos comentarios puedan servir para ello.
Estamos convocados para que , desde
un actuar colectivo, proclamemos este texto de hoy, en este 23 de julio y 20 de agosto
respectivamente, en un mundo donde se nos llama para aportar (entre otras cosas
,nuestro voto) optando por la levadura de las propuestas y medidas que
erradiquen la cizaña de la división, el patrioterismo por encima del ser
humano. No es Reino quien no construye y fortalece las ramas donde puedan
anidar los más débiles. Tampoco lo es quien se pone de perfil y se queda en su
casa al abrigo de la inhibición.
Bonita la oportunidad de estas
parábolas.
José Luis Molina
23 de julio del 2023.
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