Hoy, cuando me puse a la obra para la
reflexión de esta semana, me tropecé con la foto con la que completo la reflexión porque me
parece que puede aportarnos mucho.
Si nos ponemos a mirar la foto, es
fácil hacer una primera lectura:
En el lado izquierdo aparecen tres
personas con “buena apariencia”, no se las representa agobiadas por problemas o
cualquier condicionante negativo. Serían, como en la primera lectura la
sunamita, personas “acomodadas” o con las necesidades básicas cubiertas, al
menos.
Un detalle importante que puede pasar
desapercibido si no nos fijamos: Están junto a la Iglesia. Fácil de entender.
Allí han recibido un anuncio fabuloso: “Dios llega”, “El Señor viene”. Están
impacientes y, se ayuda con la mano como visera, para poderlo ver llegar más
pronto, con más nitidez.
Hay que considerar, por tanto, que
son creyentes, practicantes, honorables, de buenas costumbres y “buena
educación”.
Por el camino de enfrente viene un
grupo de personas que representan una multitud de colectivos del mundo. Están
bien diferenciados unos de otros: Un mendigo desarrapado, una prostituta o persona de vida un tanto
cuestionable, un emigrante con el chaleco y
el salvavidas de la patera, un enfermo, (no sabemos si se habrá escapado
de paliativos si se encontraba solo), un niño harapiento, lisiado, una anciana
solitaria,…
Y el texto es sumamente elocuente.
Ante la insistencia y los requerimientos para saber si viene el Señor que
esperan y para lo que están preparaos y ansiosos, el que está oteando responde:
· No lo sé.
· Hay muchas personas.
· Me impiden verlo.
¿Qué falla aquí?
De entrada se podría aceptar que los
tres personajes de la izquierda son “buenas personas”, tienen buena intención.
¿Cómo es que no saben?. ¿No será que
andan un poco despistados?
Lo mismo tienen preparada una
recepción, no un VASO DE AGUA, un honorable recibimiento, pero no se pusieron
los lentes para ver y descubrir “la Palabra” en el profeta.
Lo curioso, precisamente, es la causa de no lograr ver: que
precisamente sea el que haya gente el obstáculo.
Pensemos: ¿No será la explicación que
ellos solo están mirando y viendo gente ( actitud impersonal) y no están viendo
personas.? ¿No será que están llenos de otros muchos, los suyos, que no les
dejan tiempo ni capacidad para descubrir en la gente a Jesús?
Quiero hacer una aclaración: Yo no
entiendo el texto del evangelio ni el dibujo, como una invitación a hacer
“obras de caridad” ( ¡la expresión está tan adulterada!), sobre todo cuando se
la mide por la cantidad o el bombo y el platillo. El vaso de agua es
insignificante pero, si frente hay un sediento, es humanamente vital. Pero hay
que tener ojos capaces de captar la sed. Por ello entiendo que el texto del
evangelio, y el de la primera lectura, son textos profundamente humanizadores.
El niño pequeño necesita un vaso de
agua. Se lo doy y ya está. Eso no cuesta trabajo.
No, el niño pequeño, débil, inútil,
no rentable, la prostituta o el
desahuciado , son personas por las que hay que poner en valor la vida, eso es
lo que hizo Jesús, y el sentido de la nuestra. Y por ahí si lo encontramos. Y
tendremos la recompensa porque recibimos
categoría de vida, de ser, la categoría de vida por la que optamos.
Y es duro el texto si entendemos que
no valen los peros …
Seamos felices. Ya no da la
recompensa de profeta y de justicia. El vaso de agua que necesitamos.
Un abrazo
José Luis Molina López
2 de julio del 2023
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