domingo, 9 de julio de 2023

MARÍA TERESA

 



 

Hoy me acuerdo de María Teresa.

María Teresa  fue una mujer que conocí y me enseñó muchas cosas.

Era, si no analfabeta entonces,  hoy si lo sería, porque su leer era deletrear. Pero sabía leer de otra manera: Mirando a la vida y leyendo en ella con ojos limpios.

El no ser muy docta  no la hacía ignorante. Le podía faltar instrucción, conocimientos del mundo , tecnología, saber de la vida de los famosos y dejarse manipular por los influences. Pero era muy difícil engañar a María Teresa. Sencillamente porque su llenarse de la realidad (sabiduría) lo ejercía de una forma transparente y gratuita tanto para recibir como para dar.

Para recibir porque desde lo único que filtraba, y a lo que no le daba cabida, era a lo que traicionara  o agrediera a sus principios éticos y a su coherencia con los demás. Gratuidad para dar porque su yo personal  se engrandecía, se revitalizaba, ofreciendo y dando lo que era con una autenticidad sorprendente. Estoy seguro, nunca esperó que la ensalzaran o recibir otra recompensa que la gozosa plenitud de la armonía entre ella misma y su actuar.

Recurro a una anécdota.

Una vez se me acercó y me dijo que quería darme explicaciones. Para mí era un gozo hablar con ella, me llenaba felizmente de cuanto me transmitía. Así que me dispuse a escucharla.

Y así, mirándome a los ojos, sin titubear,  me dijo que habría observado que cuando estaba en la misa, ella se ponía hacia atrás y, cuando llegaba la homilía, se salía discretamente fuera, a la placita, y volvía a entrar cuando se reanudaba la liturgia. Y me dijo: “He pensado que lo mismo me molestaba o me ofendía, pero tenía la esperanza de que yo entendiera. Pero, sin embargo, porque podía provocar equívoco, quería explicarlo.

Le dije que no estaba ofendido, era verdad,  pero que si quería decirme algo, lo hiciera.  La verdad es que deseaba saber por dónde caminaba su pensamiento

Continuó pues. Me dijo que  yo sabía como a ella, a sus ochenta y bastantes años, la golpeaba el reuma y sus dolores, y que éstos  aumentaban en el invierno, y con la humedad, de la que el templo no estaba escaso. Por ello, ocurría que no aguantaba el tiempo de la duración de la misa.  Por eso, cuando se terminaba de leer el evangelio, se salía a que la calentara el sol y, cuando terminaba la “homilía” volvía a entrar reconfortada por la resolana. Y terminó diciendo que a ella le parecía importante lo que yo les hablaba pero que, como tenía que escoger, tenía muy claro que la preferencia se la tenía que dar a la Palabra de Dios.

Cosas pequeños de María Teresa que, con otras muchas, yo conservo en mi corazón y con las que me enseñó mucho a mi.

Y una de las más importantes fue que de ella aprendí a diferenciar lo que significa   ser sencillo y no confundirlo con los comportamientos “estudiados  “ según las circunstancias. Por eso, el texto del evangelio de hoy me hace aflorar  a María Teresa y a entender eso de que los sencillos son los que pueden entender, abrirse y llenarse de la experiencia de Dios.

 

No quiere decir que Dios esté en contra de la sabiduría, la cultura, la capacitación, las aptitudes, etc. Todo lo contrario.

Lo malo es cuando perdemos los papeles y todo eso que debería hacernos “próximos” a los demás lo utilizamos para auparnos, lo utilizamos como adorno personal y se nos nota como un postizo que nos hemos colocado y que  , aparte de no  acercarnos a nadie, todo lo contrario, termina asfixiando   el tesoro que podríamos ser y que nos comprendiéramos como seres de gratuidad total y radical.

Para entender todo esto y, es más, para valorarlo, es condición sine qua non   la sencillez de la persona  .

Gracias, Padre, por María Teresa y otros muchos como ella.

Un Abrazo

José Luis Molina López  

9 de julio del 2023.

                                                                                                             

 

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