Creo que no te hemos entendido.
No sé si es que no te hemos entendido
o no nos han sabido explicártenos con claridad.
Creo que, a golpe de querer
engrandecerte y de ir tú más allá de donde nosotros ni siquiera te logramos
imaginar, te hemos complicado tanto, tanto, que te hemos hecho no
incomprensible sino inaccesible.
¡Qué lejos estás, Dios mío, pienso
hoy! ¡Qué lejos te hemos colocado, qué lejos de dónde tú quieres estar y dónde
tú te colocaste!
Te conozco por Jesucristo.
Lo que sé de ti es a través de mi
experiencia de Jesús de Nazaret, donde te he encontrado, te he visto y,, desde
donde te comprendo.
Y por ello, una vez más, me siento
como perdido cuando miro en derredor.
Miércoles de ceniza, oscuridad,
represión de la alegría.
Cuaresma, sacrificios, privaciones,
ayunos, penitencias, hasta un cierto masoquismo.
Ciertamente que me descubro en mis
pecados, que en mi encuentro esa dimensión de pecador que me recorta, me
limita, me desdibuja. Pero, creo no equivocarme, cuaresma es celebrar tu amor y
tu misericordia, es ahondar en el gozo del amor y del perdón y, porque lo creo
posible, está en mis entresijos la posibilidad de modificar opciones
equivocadas, de reparar resoluciones torcidas, de soltar lastre para que los obstáculos no me impidan
la experiencia de la vida pascual.
No puede ser, por tanto, teñir a la
cuaresma de oscuridades, miedos, amarguras, represiones. Vistámosla de
primavera, acudamos a Botticelli y Vivaldi y no nos entristezcamos por acabar con las aspilleras y las ventanas
estrechas: Llenémosla de luz por los grandes ventanales que se nos invita a ir
construyendo..
No soy polvo. Soy vida. Vida a la que
quiero pavimentar de las margaritas que, tras estas lluvias, hagan reventar los
campos.
Felicidades
Un abrazo
José Luis Molina
14 de febrero del 2024
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