Fariseos y escribas se acercan a Jesús.
· Reclaman la vigencia y la esencialidad de las tradiciones religiosas.
· Condenan a los discípulos de Jesús que no las observan.
La respuesta de Jesús:
· Sois unos hipócritas de bonitas palabras y corazón perverso y retorcido.
· Nada de fuera hace impuro al ser humano, sino lo que hay y sale de su
interior.
¿POR QUÉ TODO ESTO?
· Los judíos se aferran a los “preceptos” de la religión judía. la alanza
con Dios que los convertía en su pueblo, la han fundamentado en apariencias que
no modifican ni mejoran la realidad, la dejan igual y Jesús les proporciona no
una nueva religión (continuación de estas normas y preceptos) sino una llamada,
una invitación a una humanidad nueva que se comprometa con una propuesta de
nueva existencia. Seguir a Jesús, pues, no es continuar, e incluso aumentar,
estas costumbres. Es optar por ser una nueva criatura, un nuevo nacimiento.
· Esto debemos tenerlo claro
Ahora yo os invito a
que caigamos en la cuenta de las tradiciones, normas, costumbres, devociones, etc.,
en las que el cristianismo sigue enrocado, es más se fundamenta en ellas de tal
manera que en ellas radica el SER CRISTIANO.
· Ayuno eucarístico. La última rebaja una hora.
· Abstinencia de comer carne en cuaresma y otras fechas.
· Ayuno cuaresmal.
· La exclusión de las mujeres en el mundo celebrativo oficial, no tanto en
el “laico”. Y exclusión de aspectos fundamentales.
· Oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar.
· Confesar al menos una vez al año, en peligro de muerte o si se ha de
comulgar.
· Comulgar por Pascua de Resurrección
· Ganar indulgencias (rebajas de penas o castigos) haciendo determinados
ritos: Año Jubilar, Puerta Santa, agua bendita.
· Culto y veneración de las reliquias, instrumentos religiosos, etc.
· Sacralización de lugares.
· Genuflexiones y demás movimientos y posiciones rituales,
· …
Seguir a Jesús, creer en él, aceptarlo, no radica en nada de eso. Este
aceptar a Jesús tiene que transformarnos hasta el interior y de nuestro
interior dejarán de salir aberraciones: odios, rivalidades, mala educación en
el sentido más profundo y cristiano, muertes, violencias, mentiras,
exclusiones, difamaciones, etc.
Y saldrá, la carta de Santiago lo
dice con claridad meridiana: optar por los demás, (preferentemente los más
débiles y machacados) y no mancharse las manos (no ser cómplices y partícipes de las situaciones de muerte para otros desde las que el mundo se apoya.
Eso es lo que Jesús propone y
defiende.
Nuestra reflexión de hoy: ¿Qué
explicaciones damos, qué fundamentos tenemos, para seguir aferrados a las tradiciones que , hay que reconocerlo,
hoy por hoy son las que proporcionan
algún hacer a lo que llamamos Iglesia? Porque
, tristemente, cuando desaparece eso, nos quedamos sin nada.
Que nuestra reflexión nos de fuerzas
y luz.
Ánimo. Un abrazo.
José Luis Molina
1 de septiembre del 2024
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