sábado, 6 de marzo de 2021

DICTADURA DIVINA O PROPUESTA COMPASIVA COMPARTIDA

 



 

Rotundos los textos de hoy, Domingo III de Cuaresma , ciclo B.

Fuertes y radicales. Pero sobre los que debemos reflexionar para no descafeinarlos. Estos son Éxodo 20, 1-17; I Corintios 1, 22-25; Juan 2, 13-25.

La primera lectura estremece ya en su propio tono: La ley, los MANDAMIENTOS DE DIOS, muchas veces vividos con asfixia, con angustia, con estrechez, al pie de la letra pero no desde el Espíritu de Dios.

Así, por ejemplo, hemos entendido que no se debe robar, incluso decimos “ensuciarse las manos “ y hemos considerado “manos sucias”  las del indigente que, tal vez, también robaba pero no tenía qué comes y  le habían quitado el trabajo, un sueldo digno, la honra para poder encontrarlo, etc,  y  quienes secularmente han hecho estos robos tenían “guantes blancos” para ocultar la suciedad y, no pocas veces, se les honraba con títulos, distinciones, medallas, monumentos y  copaban altos cargos desde donde era más fácil poder hacer estos robos. Tristemente, en nuestros días, tenemos  abundantes y notables ejemplos: se roban millones, se roban vacunas, se roba hasta la esperanza y la ilusión de la gente, pero no se les puede llamar ladrones, ni presuntos ladrones . Lo importante es determinar si lo hacía en el periodo A, el B el C, … al amparo de determinados blindajes, etc….

Y lo mismo podemos decir con los demás “mandamientos”:  Matar, vender al hermano, prostituir al sin defensa, abusar del débil, engañar hasta tu sombra, apartar al viejo que molesta y ya no es rentable si se le ha exprimido suficientemente.

Los cristianos hemos tenido permanentemente en uso estos “preceptos”, pero la sociedad que hemos generado, en más ocasiones de las deseadas, ha dejado y deja mucho que desear.

El Papa Francisco, en la Encíclica “Fratelli tutti”, en el número 46 dice:

         “Aún en medios católicos se pueden perder los límites, se suele naturalizar la difamación y la calumnia y parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena”.( Exhortación ap. Gaudete et exultate. 19 marzo 2018. 115) .

Y es que  aquí está la clave. Hemos hablado de  “los mandatos” los MANDAMIENTOS, preceptos de Dios. Y nos ha fallado algo: no hemos entendido a Jesucristo que intentaba ayudarnos a entender a Dios a quien hemos entendido a nuestro modo, manera y conveniencia (con rebajas incluidas).

No se nos imponen unos “mandamientos” que cumplir y ante los que buscamos trampa, disculpas, el ojo que no ve…   

José Antonio Pagola en “El camino abierto de Jesús” escribe:

            “Por desgracia, tal como es vivido por muchos, el cristianismo no suscita  “seguidores” de Jesús, sino solo “adeptos a una religión”. No genera discípulos que, identificados con su proyecto, se entreguen a abrir caminos al reino de Dios, sino miembros de una institución que cumple mejor o peor sus obligaciones religiosas. Muchos de ellos corren el riesgo de no conocer nunca la experiencia cristiana más originaria y apasionante: entrar por el camino abierto de Jesús.”

 

Deberíamos tener claro: Jesús nos propone, asemejándonos a él, ser y vivir como hijos de Dos y esto se hace desde unos criterios y unos valores éticos. Por eso hay cosas que pueden ser legales pero que un seguidor de Jesús no puede aceptarlas porque no pertenecen, no participan de la ética del Evangelio, de la vida del Reino.




Y ese tipo de vida así, desde esa ética que tiene como centro al ser humano, es el verdadero templo desde donde dar culto a Dios desde el respeto, la solidaridad, la com-pasio…  Por eso echó a los mercaderes de donde ellos decían era el templo de Dios. Lo habían convertido en un negocio en el que beneficiarse a costa de los débiles, y construido en un mundo de jerarquías, de abusos, de privilegios, de desenfrenos, de falta de consideración hacia los demás, de apropiaciones, … que no puede ser templo donde Él habite.

Para ir terminando, sintetizo:

Lo importante no es la observancia rutinaria y superficial (casi siempre falsa) de unos mandamientos. No son preceptos impositivos, aunque así han circulado desde un concepto de Dios que tiene la sartén por el mango. Desde Jesucristo son pilares fundamentales para dar forma a su propuesta en el propio Jesús. Por eso tiene que tomar forma en una ética personal, interpersonal, social, política y económica. Ahí está la esencia en la ética que brota de ellos, es proclamada en las Bienaventuranzas y hace feliz en su dinamismo transformador

                      José Luis Molina

                                    7 de marzo 2021.


PD.- Quiero terminar con el siguiente texto que me parece interesante:


TEMPLOS PROFANADOS.

 



Una víctima inocente es un deicidio.

Un niño hambriento es una blasfemia.

Una mujer violada es una profanación.

Una tortura física o psicológica es un sacrilegio.

Un drogadicto es un templo derrumbado.

Un engañado o traicionado es un perjurio

                                     Andrés Huertas

 

 

 

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