sábado, 27 de marzo de 2021

UN AUTO SACRAMENTAL

 


Pedro Calderón de la Barca fue un escritor español del Siglo de Oro. De entre su producción dramática, son muy conocidos los Autos sacramentales.

Los Autos Sacramentales, por ejemplo el Gran teatro del Mundo, eran una especie de maravillosas parábolas, en forma de obras teatrales, donde se representaban a través de unas narraciones altamente simbólicas, diversos temas de fe. Son magníficas alegorías para llegar a la realidad existencial de la fe.

Pues bien,  hoy he empezado con los comentarios anteriores sobre los Autos Sacramentales porque, a mi, el relato de Jesús entrando en Jerusalén me parece un magnífico Auto Sacramental de donde se puede, y se debe,  llegar al meollo de la fe.

Intentemos verlo de esta manera.

Lo primero que vemos es un paisaje impresionante: Jerusalén, la gran Jerusalén, la magnífica Jerusalén con su magnífico templo y que los judíos consideraban el centro del mundo. Jesús aparece en escena caminando con sus discípulos desde Betania.

Betania , el lugar íntimo de la amistad de Jesús con los hermanos Marta, María y Lázaro, el lugar mismo de la liberación y ruptura de ataduras para vencer las esclavitudes de muerte. Pero, a pesar de toda esta historia, los discípulos van ingenuamente felices y confiados: Se dirigen a la gran Jerusalén. Ingenuamente piensan en Dios implantando su Reino en la gran ciudad.

Atraviesan el Monte de los Olivos. Las ramas de  olivos símbolo de paz y de restauración en la paloma del Arca de Noé.

Y en esta escena Jesús hace que la atención  de sus discípulos cambie: La aldea de enfrente.

Frente a la gran capital, la pequeña aldea; frente al poder religioso y político, la sencillez de la vida donde implantar su Reino porque allí se es pueblo, no clase dominadora dominando al pueblo, y de él llegará no el brioso corcel sino el humilde jumento para caminar hacia la plenitud de la Historia de la Salvación. Producirá extrañeza todo este trasiego y la explicación es sencilla: No es extraña, es así porque el Señor es así. Los caballos y las trompetas, en Jerusalén.

Traen el asno que nadie ha montado todavía. Esto no significa tener coche de primera mano, no usado.. En las cabalgaduras, montar más que usar se refiere a domesticar. Por ello lo que le traen, el vehículo sobre el que irá a Jerusalén será el de la libertad no sometida, a pesar de su pequeñez, frente al poder que destruye y esclaviza sometiendo a la vida humana.

Y aparece la gran sinfonía: Hosannas de aclamación y vítores al son de las ramas y colocan a sus pies sus mantos (el manto en el mundo bíblico simboliza al espíritu de las personas que se abren para aceptar, recibir, al que viene triunfante).

 

 


Este podría ser el auto sacramental. Pero o podemos quedarnos en el espectáculo. Tenemos que llegar a donde nos lleva todo lo construido. Y es que nos faltan unos elementos que, por sus propias características deben pasar desapercibidos. Son los infiltrados También levantaron ramas, pero es posible que intencionada y simultáneamente, le dañen la vista a algunos; también dirían hosannas pero en un tono asfixiante y sembrarían el pánico. Son los vendidos al poder en la oscuridad. Son los que siempre estarán diciendo que es mejor el caballo que el asno, que para el rey, el caballo, que no se puede comparar una magnífica alfombra roja, toda uniforme, de una pieza, con los harapos y mantos sucios y deshilachados de aquella turba que se queja. Y, lógicamente, una vez colocada la alfombra, hay que combinarla con indumentarias  que no desdigan  y esas indumentarias no las saben llevar cualquiera, hay que tener clase y así, todo el relato, nos hará enfrentarnos con una importante cuestión. El poder de la manipulación que acaba con la vida que salía hacia el pueblo que aclamaba esa buena noticia que les salvaba para, a los pocos días , convertirse en la algarabía de gritos de condena del justo inocente.

Y esto sigue siendo de impresionante actualidad aún hoy y en muchos aspectos.

Espero haber sabido hacerme entender

                                         José Luis Molina

                                                     28 de marzo 2021

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