Algunas veces me cuesta comprender
por qué nos resulta tan difícil de entender, sobre todo en los evangelios,
cuando están claritos y con una claridad apabullante. Por ejemplo el de hoy.
Primera cosa donde quiero proponer
pongáis vuestra atención: En el comienzo del diálogo de Jesús con el joven rico
se plantea el problema de lo bueno y lo malo y Jesús se define en e tema con
claridad.
Por un lado, el joven rico está
convencido de que en su vida existe el bien. Hace lo que socialmente está
considerado bueno por las leyes religiosas y sociales. Pero apunta por otra
cosa. Por eso pregunta: Para formar parte de la vida eterna del Reino de Dios,
hago el bien. ¿Era suficiente?
Entonces Jesús le hace otra propuesta que lo descoloca hasta
el punto que decide marcharse. Y no es que decidera dedicarse a hacer el mal.
La historia, coherentemente habría que continuarla diciendo que siguió
cumpliendo lo de no matar, no cometer adulterio, no robar, no dar falso
testimonio,… Y seguiría siendo “un buen joven rico”, pero no servía para el
Reino de Dios.
Recuerdo que nosotros, también, con
frecuencia, recurrimos a síntesis parecidas: Yo ni robo, ni mato, ni me meto
con nadie,… cuando queremos presentar nuestro currículum justificado o cuando
queremos dilucidar de alguien si es cristiano o no. Y, según el evangelio, con
eso solo se llega hasta poder afirmar que es una buena persona, que ya es
mucho.
Aunque también hay que hilar fino ya
que muchas veces el no meterme con nadie, significa que a todos doy la razón,
que sigo la corriente de quienes son más importantes y poderosos para no tener
problemas. Y cuando es así, ese no
meterme con nadie es lo contrario de
bueno pues lo que tendría que hacer es oponerme a corrientes que benefician a
los poderosos y perjudican a los débiles. Y si lo hago, ya no dirán de mi que
no me meto en jaleos.
Pero, volvamos al Evangelio.
Entonces, ¿qué?. ¿De qué va el asunto?
El asunto es que Jesús dice: Todo lo
que haces de bueno, está bien. Pero para seguirme, para venirte conmigo,
te falta una cosa: “”OPTA POR LOS DEMÁS”: Vende lo que
tienes, repártelo, sígueme.
Solo cuando el perfil de nuestra vida
es optar por los demás, superando los lineamientos que prolongan y guardan en
seguro nuestro ego, nuestro vivir, nuestro construir con nuestra vida, será hacer Reino y por ello seguir a Jesús,
participar de él, comulgar con él.
Hasta ahí no estaba dispuesto el
joven. Dice el evangelio: “Es que era
muy rico”, “Es que tenía mucho que perder”. Y se quedó fuera, seguiría
haciendo “buenamente” cosas buenas pero no participando con Jesús de la
construcción del Plan de Dios.
Por eso,lo cristiano, no es “dar una
limosna para los pobres” y buscarte, si puedes, “una pandora” para “tus
papeles”.
Para ir terminando quiero remarcar
algo que me parece importante. En este evangelio se dice que quien haga opción
por tener, poseer, acumular, no se va a dedicar a trabajar por el Reino. Se
queda fuera.
Al principio comenzaba diciendo que
me costaba comprender nuestra dificultad para entender la Palabra.
Ahora creo que la entendemos. Pero
volviendo al personaje del joven rico, cuando se encontrara con sus amigos y
éstos le preguntaran que qué le había dicho el Maestro, si lo había aceptado,
diría seguramente: Me ha dicho que muy
bien,que siga a sí y, que de vez en cuando, en lo que buenamente pueda, y
siguiendo mi buen corazón, me acuerde de que hay otros con mala suerte. (Por
supuesto no calificará a la situación de injusta).
De todas maneras no sé si el joven
rico diría eso. Pero si sé que la “cristiandad” si lo hace. Así es posible leer
ese texto sin sonrojarnos y hacer “aparentemente compatible” el esplendor con
el Reino.
Recordemos. Somos llamados al Reino
Un abrazo
José Luis Molina
10 de octubre del 2021
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