lunes, 14 de febrero de 2022

DE LA MANO


 

 


Hace un momento estaba comunicándome por whats-app con una persona que , actualmente, está pasando por situaciones difíciles.

Cuando aparecen estas circunstancias lo primero que te ocurre son las “famosas” “palabras de consuelo”, frecuentes su uso y las mayorías de las veces, inútiles. Yo, desde mi experiencia, he tenido que soportar, más de una vez, esta lluvia de palabras que, en unos casos, te hacen saltar exasperado. En otras guardas la exasperación reprimiéndola.

Y es que, cuando algo duele, duele. Y la solución no está en decir que pasará, Ahora está doliendo.

Entonces, ¡qué hacer?

Engañar, tampoco. La mayoría de las veces lo mejor es hablar poco, simplemente estar

Pero es necesario que ese estar se haga ostensible. No necesita, para ello, de muchos aspavientos. Por eso hay veces que es necesario decir una palabra.

Entonces ¿qué?, ¿cuál?, ¿cómo?.

Hoy me acordé del texto de Jeremías de este domingo:

                           “Bendito quien confía en el Señor y pone en él

                           confianza. Será un árbol plantado junto al agua,

                           que junto a la corriente echa raíces; cuando lle-

                           gue el verano sus hojas se harán fuertes” /Jr.17,7)

Pero claro, es verdad que, pese al texto, cuando duele, duele y, en tiempos de sequía, hasta el río se puede secar.

Mi manera de situar a esta persona que sufre frente al texto de Jeremías fue;

No estás solo. Dos te lleva de la mano. Dios nos lleva de la mano. Esto no nos quita las rozaduras y las llagas que en el camino se provocan. Dios nos lleva de la mano no para que seamos héroes, sino para situarnos con sentido en cada momento que vivamos.

Si este sentido sigue con nosotros, nos hará bien.

A quien dirigía estas palabras, pido perdón por usarlas en esta reflexión, pero en este momento no puedo separar las dos circunstancias. En la reflexión destilaba lo que vivía.

Y lo que me parece importante es que, después de la reflexión anterior, seguí con la lectura del texto del Evangelio de Lucas: Las bienaventuranzas y las malaventuranzas porque en Lucas, frente a Mateo, también son ocho, pero las reparte diferentes: Lucas escribe cuatro bienaventuranzas y las enfrenta a otras cuatro opciones opuestas.

Y, como síntesis, entendí que las cuatro bienaventuranzas son de bendición porque quien vive así va cogido de la mano de Dios. Las cuatro de maldiciones prefieren conducirse por otros caminos.

Buen viaje

José Luis Molina

13 de febrero del 2022

 

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