El camino era largo.
Detrás de cada loma esperaba
encontrar el oasis. Pero volvía a haber ante mí más camino.
Hasta que descubrí que en el camino
estaba el oasis: Las flores de las veredas, los nubarrones del cielo, los
álamos con sus sempiternos cantos. Un jilguero en una rama y el abrazo del que
me encuentro en un recoveco con los ojos brillantes de amor, de miedo, de
búsqueda, de sed, de Dios.
Ahí estaba el adviento. Ese era el
camino que había que preparar.
Te encontré a ti y contigo quiero
seguir caminando.
Nuestras manos unidas mueven a ritmo
de nana el convencimiento de que todo camino lleva a un lugar. Y que adviento
es un camino.
Ahí nos vemos.
José Luis Molina
30 noviembre 2021
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