Con el fresco amanecer parece siento
que mi piel pierde años
y mis ojos, cansados,
ganan profundidad.
Al amor siento joven
y los sueños me llevan,
entre burbujas de agua,
a reflejar el cielo.
Pero su tramo es breve.
Llamo a las horas
y mi lengua es pesada.
Necesito una sombra
que, previamente sé, es corta.
Luego, en el silencio,
mirando a las estrellas
o sabiendo que están
mientras cierro los ojos,
abrazo lo que fue,
lo que fui,
lo que soy,
lo que he sido
mientras el día transcurre,
transcurrió,
se ha ido,
lo cual no es cierto
pues permanece en mi
mientras yo permanezco
en el tiempo,
el tiempo que preparo,
porque está amaneciendo,
para ser, otra vez, crisálida…,
crisálida, mariposa o el lucero
que en cada noche salta por los montes.
El tiempo que me hace,
en el que soy,
la morada más mía desde y donde
he querido y quiero,
he buscado, a veces para nada,
otras, muchas, para sentirme lleno.
El tiempo,
la piel que me recubre,
que se arruga y estira
cada día.
La piel.
El tiempo
José Luis Molina
3 de agosto del 2022
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