No hay un momento igual.
No hay ninguna situación igual.
Ninguna es repetible.
Dios siempre nos va a perdonar. Nunca es tarde. Nunca “ya no es posible”.
Entendemos el perdón como la
anulación de una ofensa pero, confieso, que, con respecto a Dios, no lo
entiendo así. Con respecto a Dios yo entiendo el perdón como que, ante el hecho
de haber desechado a Dios de mi vida el perdón es que siempre será posible la
vuelta, resituarnos en sus planes y recorrer sus caminos.
Esto nos da confianza. Estamos seguros de su perdón pero interpretarlo
como que él quita y él devuelve ha dado lugar a posturas no de retorno, de
regreso, sino de apariencia, de formalismo: Total nos va a perdonar, no hay que
temer. Y creo cierto que no hay que
temer pero si mucho que aclararnos.
El no quita vida ( la vida que es
él). Dios da de una vez. Somos nosotros los que quitamos a él de nuestras
correrías y los que lo ponemos cuando lo aceptamos con corazón sincero, honesto
y cabal. Somos nosotros los que nos
desposeemos de él.
Y no hay proclamar una hecatombe. La vida es un constante asomarse Dios a
la plaza del pueblo y ofrecer su viña.
Primer consecuencia: Siempre nos lo estará ofreciendo.
Segunda consecuencia: el denario como paga es participar de esa viña a la
que nos llama y que nos da.
Tercera consecuencia: NO hay momento que se repita. Llamada que no
escuchamos, nosotros nos la perdemos.
Pero para entender esto hay que descubrir que lo que se nos da no es
asumible en cantidad sino en autenticidad. Si no haremos de la oferta un asunto
financiero y nos perdemos la vida.
Cuarta consecuencia: Un cristiano no puede desaprovechar la vida Cada
momento, y la vida toda, es un momento en el que llega el Señor. Si no
aprovechamos precisamente cada momento
es que no lo hemos descubierto.
En la parábola, a los trabajadores que reclaman les sobraba envidia, les
sobraba querer ser más, les sobraba afán de ser superiores, les
sobraba no entender lo que se les ofrecía: el Reino de Dios. Y el Reino de los
Cielos no es un negocio del que servirse. Por eso no les queda espacio para
Dios. Por eso la terrible frase del dueño de la viña: “Tomad lo que es vuestro,
lo que queréis, e iros”
Miremos con frontalidad esta parábola.
Un abrazo
José Luis Molina
23 de septiembre del 2023
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