Tengo un amigo con el que, alguna que
otra vez , hemos hablado y discutido, no hemos llegado a pelear, sobre la
parábola del Evangelio de hoy.
Mi amigo me decía una vez que esta
parábola, a Jesús, le había salido un poco radical. Le parecía excesivo que las
doncellas necias se quedaran sin asistir a la fiesta de bodas. Con que las
hubiera amonestado, hubiera sido suficiente. Total, de todas maneras, la
comitiva siguió con las lámparas de las sensatas y hubo la fiesta.
Yo, una vez más, trate de explicarle,
no sé si logré el objetivo, que para entender esta parábola no hay que ponerse
en clave de premio o castigo. Que más
bien se trataba de la vida y la coherencia con las opciones y posicionamientos
adoptados.
Para empezar, esta vez, nos fuimos a
Wikipedia para entender los calificativos que Jesús aplica a cada grupo.
De
necio vimos se aplicaba a personas que insisten en los propios
errores o se aferran a ideas o posturas equivocadas demostrando falta de
inteligencia.
De sensato se aplica a las
personas con buen juicio, prudencia y madures en sus actos y decisiones.
Toda esta conversación la manteníamos
sentados en el banco de un parque.
Tras una pequeña pausa, un breve
silencio, le dije que observara lo que estaba sucediendo en el banco de
enfrente. Había unos ancianos que, después de discutir, se habían quedado en
silencio.
Nos acercamos. Los habíamos visto
otras veces con buenas relaciones de amistad pero siempre, simplemente, no
habíamos pasado de saludarnos.
Les preguntamos que les pasaba. Uno
seguía hosco , malhumorado y en silencio. Solo el otro nos contestó:
-
Miren, los dos padecemos de sordera
aguda. Y esto ha contribuido a forjar nuestra amistad.
Vivimos en un barrio que es puro
cemento vertical y asfalto horizontal.
Este parque no nos queda lejos. Los
días despejados, en los atardeceres, después de dar un paseo, nos detenemos en
esta rotonda para oír cantar a los pájaros. Pero hoy, cuando hemos llegado, el
canto de los pájaros era magnífico. Yo exultaba de júbilo. Pero observé que mi
amigo Casimiro, permanecía cabizbajo. Como no era extraño , hoy, como tantas
veces, se había dejado los audífonos en casa. Me pidió le dejara los míos. El
sabe que tenemos diferente tipo de sordera y nuestros audífonos son específicos,
no son compatibles. Estoy tratando de hacerme entender que tenemos los
audífonos como respuesta a la música de la vida. Que con ellos los dos podemos
gozar de esa música, de esa vida y su poesía, y compartir las propias
emociones, pero éstas, esas emociones, primero son personales. Y si
desperdiciamos las posibilidades de vencer al vacío, no podemos aspirar a estar
llenos.
Intentamos consolar a Casimiro.
Sordo, sin audífonos y sin voluntad de escuchar, no creo nos entendiera. Si
deseamos que su amigo, que llí quedaba intentándolo, lo lograra.
Nosotros continuamos paseando ya de
regreso.
Yo me volví a ver a nuestros
protagonistas y le pregunté a mi amigo:
-
¿Tiene Casimiro derecho al enojo con
su amigo, con los pájaros o incluso co él mismo? ¿Son injustos los pájaros?
Ellos ofrecieron su canto. En el parque estaban. La cuestión no es buscar
culpables.
Y concluí: Tenemos que buscar el
momento, tener los medios, etc. Pero la vida es irrepetible. Si la dejamos
pasar inhibidos, dormidos, etc, nos queda, por coherencia, asumir las
consecuencias.
Consecuentemente la buena noticia
pide personas coherentes.
Un abrazo
José Luis Molina
12 de noviembre del 2023
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