domingo, 19 de noviembre de 2023

RENTABILIDAD VITAL

 



 

 

Cuando en mi complicada vida, y después de , medianamente, superar acontecimientos tremendos, me encontré tomando la decisión de estudiar teología y optar por el ministerio de cura, me puse en contacto con el obispo. El que me correspondía, por mi residencia, era el de Sevilla.

Había que ir a plantearle mi intención.  Hablamos de muchas cosas, me hizo muchas preguntas: debía ser lógico, creo, en todos los casos. En el mío, dadas las circunstancias  y características de mi historia, entendía, perfectamente , intentara posicionarse lo más claramente posible.

El me propuso que, por escrito, yo le presentara mi intención (vocación) y tratara de fundamentársela. Que ello me ayudaría, a él y a mi, en nuestros respectivos discernimientos.

Y yo lo hice y, para ello, me apoyé recurriendo al capítulo 25 de Mateo.

Y lo hice porque, desde esa parábola entendía, y puedo decir que me fue muy costoso entender,  que la concepción de la vida, desde Jesucristo, y en este evangelio “escatológico” está muy claro, no es no romper un plato, no tocarlos, no usarlos, tenerlos guardados a buen recaudo, sino todo lo contrario. Que la vida, desde Jesús, es arriesgarse, arriesgarse a que se rompan los platos, pero por usarlos, por ponerlos al servicio, porque sean útiles. Que eso no nos exime de tomar las precauciones óptimas, todas, pero nunca permanecer en la repisa en inanición.

Entendí que la prudencia no es guardar silencio inteligente y oportuno, no implicarse en las situaciones vitales, sino todo lo contrario, eso sí, preparándose para saber hacerlo, pero que el hacer sea beneficioso, produzca sus frutos, aunque haya que correr el riesgo de también tener que asumir, en los momentos que sean, los platos rotos y. la responsabilidad  y la tarea de reconstrucción

Comprendo que ser buen padre/madre, pedagogo, sacerdote, compañero de camino, no es abrir las alas como paraguas protector para meter bajo ellas a los polluelos, resolverles los problemas y dificultades dándoles el camino trillado o impidiendo que cada uno construya su historia, sino todo lo contrario, era abrir los brazos para caminar juntos, tenernos a su lado para ser luz, apoyo, fuerza y abrazo que sellará la historia.

Comprendí que, lo importante no era tener muchos dones, muchas facultades, sino que asumiera el dinamismo vital de esos dones.

Entendí, en definitiva, que participar del Reino, vivir de él y en él, era la aventura de descubrir que en esos dones para servir estaba el premio, la plenitud de lo que realmente somos cada uno. Que quien optaba por no arriesgarse, por guardar precautoriamente, por “no hacer nada malo” pero a costo de “no hacer todo lo bueno (servicio) que estaba al alcance de mi mano”, se quedaba fuera. Tendría vida tranquila, sin sobresaltos, pero no tendría Reino.

En la lápida no quiero: ”no tuvo enemigos, todos le querían”. Mejor que ponga “ Se ENCONTRÓ con los demás”

Un abrazo

José Luis Molina

19 de noviembre del 2023.

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