Posiblemente no haya, en la Biblia,
nada de lo que se hable tanto como
del amor. Esto significa que, por
lógica, deberíamos ser expertos en amor,
campeones en derrotar el odio, experimentados en el perdón y la misericordia,
referentes y garantes de paz, personas de quienes estar seguros no recurrirán a la venganza.
¿Crees, creemos, que, en la realidad,
somos eso, somos así? Convendría que, con honestidad nos autorradiografiemos .
No tengamos miedo, Vamos a encontrar
fallos contra el amor. Y no es que esto
no tenga importancia. Pero es peor si estamos acostumbrados a ello y no nos
altera el pulso ni nos produce zozobra.
Que profundo “sentido religioso” se le da a la frase “queridos hermanos”, que
tiene más de retórica que de otra cosa.
Pero, sea como sea, frase que , a todas
luces, es insuficiente. Pues sabemos que
ser hermanos no es garantía de nada.
Jesús va más lejos.
En su respuesta dice: El primero amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma,
es decir, con todo tu ser. El segundo es semejante al primero. Es lo mismo:
Amarás al otro como a ti mismo. Y estos dos reside toda religión, toda voluntad
de Dios. La religión, la voluntad de Dios , es lo que nos propone para ser
hijos suyos aceptándolo como el esqueleto de nuestro vivir. Y este vivir es
tener en cuenta, valorar, optar, respetar al otro en la misma medida y con el
mismo contenido de lo que consideras bueno
para ti.
Si se da de verdad el primero, nos
tiene que llevar al segundo, pero no buenamente, sino esencialmente,
radicalmente. Si no se da lo segundo, el primero tampoco será cierto.
Solo, para terminar, puntualizar
algo. Cuando se habla de amor al prójimo no se trata de sentimentalismos
sensibleros. Se dice amor al prójimo porque el otro lo tengamos próximo, forme
parte de nuestra piel, de nuestra sensibilidad y de nuestros sentimientos. Se trata de tener claras las líneas rojas que
lo dañan y no caminar por ellas ni traspasarlas, evidentemente.
Para ello os recomiendo que leáis
despacio el texto de Éxodo 22, 20-26 de este domingo, traduciéndolo a
situaciones de hoy. ¿Qué sería hoy
quedarse con el salario? No pagar el precio justo, quedarse con el beneficio de
manera injusta y desproporcionada que al otro le corresponde, etc. ¿Qué sería
retener el manto más allá de la noche para protegerse del frío y reposar la
cabeza en una sociedad en un mundo con casas que se deterioran de estar vacías,
con las que se manipulan e los arrendamientos de viviendas, cuartos, balcones o
camas calientes, mientras el otro duerme a la intemperie? Un mundo donde el
poder ha establecido fronteras de lo propio e impide sea la casa de todos a
donde poder llegar en vez de cavar su sepultura en los mares.
En la actual situación de Gaza,
Ucrania, Sudan, el pueblo saharaui como resuena ese sentirlo como parte de tu
piel, una piel quemada en un porcentaje elevadísimo sin arrancarnos el
sufrimiento real, el dolor, las lágrimas…
Un abrazo
José Luis Molina
29 de octubre del 2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario