Sed constantes en el orar, dice Pablo.
¿Qué significa eso?. ¿Tened “un tiempo”, “un ratito fijo”, intocable,
para rezar?.
Yo, desde luego, no opino así.
Creo que es mucho más.
Sin quitar ni discutir momentos específicos, creo que ser constantes en
el orar es orar permanentemente, que toda mi vida sea diálogo y confrontación
de lo qué vivo, cómo lo vivo y por qué y para qué lo vivo con el referente
absoluto: radicalmente Jesús de Nazaret. Pero no con la biografía de Jesús,
irrepetible, seguramente inigualable y, seguro, que diferente de la mía, pero
si confrontable con su evangelio, su legado, su propuesta, (que es el mismo
Jesús) y que cuando lo acepto, me salva.
Pero la historia personal y colectiva lo confirman: el rezo es
susceptible de ser manipulado. Hemos,
alguna que otra vez, o muchas veces, llamado oración a repetir mecánicamente
frases hechas y darle muchas vueltas a la cabeza para hacer que Dios
coincidiera con mi idea. Esto lo hace evidente el que ,después de nuestro
subrayados espacios de oración y rezo, hemos seguido en las mismas.
Ante esto también encontramos indicaciones en las lecturas de hoy.
Hacer oración desde el Espíritu, mirando al mundo desde el Espíritu de Dios, analizando mi mundo desde el
mismo Espíritu, haciendo preguntas y buscando respuestas desde ese mismo
Espíritu, es decir, obviamente, quedándonos, optando, por lo mejor, que no
tiene que coincidir con lo que a mi me gustaría o me interesa.
Y ese orar desde el Espíritu, si de verdad el Espíritu esta sobre
mi, se traducirá
· En ser anuncio de Buena Noticia para la humanidad.
· En ser acogida y compasión para los que sufren
· En ayudar a que recuperen la salud los corazones desgarrados.
· Para recuperar deudas, contenciosos y construir sobre amnistía y tiempo
nuevo,
· Para ayudar a que las personas alcancen su libertad y dignidad
responsablemente.
· Y para defender y proclamar que la
vida, gracia de Dios, debemos defenderla de toda manipulación y menoscabo.
Y el resultado de este orar desde el
Espíritu nos transforma, nos llena de gozo, alegría y me convierte en el
desierto florido tras la lluvia.
Seremos testigos de la luz.
Y no lo seremos por programación,
sino por coherencia.
Dios nos bendiga.
Un abrazo
José Luis Molina
17 de diciembre del 2023
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