Creo que la fiesta que se celebra
este domingo, y algunos aspectos de las lecturas, requieren de una reflexión y
de un análisis profundos. Probablemente, algunos de ustedes, o tal vez muchos,
no estén de acuerdo con mi opinión. No trato de imponerla, sí de compartirla.
Para empezar, quiero quedar claro que
lo que yo entiendo por familia es una realidad existencial extraordinaria.
Estamos hechos para los otros. Y ésta sería la concreción primera: los
“primeros otros” con los que encontrarnos sería la familia. Sin familia no
podríamos subsistir. La familia es lugar y realidad de experiencias únicas.
Pero no opino lo mismo de la deriva
que le hemos ido dando al hecho familiar. Entre esto que yo digo, que opino
sobre la familia, y lo que se ve en el común de cada día, hay una gran
diferencia que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Creo
que algunas de las cosas que estoy pensando compartirlas, no son muy
agradables. Espero sepan disculparme. Sobre todo , si honestamente no creen que
tenga razón, no me hagan caso. Si creen que sí, que tengo algo de razón,
sepamos que de nosotros también depende el hacer algo.
Empezaré por decir que tendríamos que
ponernos de acuerdo para estar definidos y claros en lo que es la familia.
Empezaremos por su constitución
Empieza formándose por dos personas.
¿Cómo?. ¿Para qué? ¿De qué manera?. Y ahí empiezan los peros. Uno de los
grandes males de la institución familiar es que no nos preparamos para
construir una familia: la procreación, el sexo, el mundo de relaciones, la
lucha contra la soledad, etc, todo está en ella, es cierto, pero no son lo
único: Si no se da la procreación en el matrimonio, si el sexo sufre de dificultades graves, por
ejemplo paraplejia en uno de sus miembros, cuando la soledad llega a pesar y
por cualquier motivo o motivos diversos, ¿dónde queda la familia y de qué forma
y para qué? Creo que las frustraciones que desde la realidad familiar tenemos
que afrontar muchas veces son, normalmente, de lo más difícil de encajar.
Luego, por otra parte, lo hemos construido sobre la apariencia de la buena
imagen, el qué dirán, y cuando surgen problemas pues ocultarlos, aparentar lo
que no es, etc, con lo cual sufrimos una presión terrible.
Se podría estar diciendo muchas cosas
sobre este asunto. Sería inacabable. Obviamente no lo voy a intentar. Pero me
voy a centrar en algo que creo es imprescindible: No nacemos sabiendo qué es
una familia y cómo construirla. Por otra parte, no todo el mundo es apto para
formar una familia.
Por tanto, lo primero que tendríamos
que hacer es prepararnos, formarnos, sabiendo que elementos son fundamentales y
cuales líneas rojas no deberíamos rebasar nunca.
Y en esta preparación habría que
incluir un proyecto común de vida. Formar familia, ¿para qué? Ser conscientes,
ambos constituyentes, y asumir la razón de ser. Yo considero que con este
proyecto común y con coherencia,
honestidad, amor y compatibilidad se
podrían hacer frente, por lo menos, a una buena parte de la crisis y
problemáticas familiares. Desde luego, cerrando los ojos y ocultando, no. No
todos sirven ni les interesa una familia. Por el bien de ellos, y de la
familia, que no se metan en est berenjenal. El proyecto familiar, para que
realmente lo sea, debe tener siempre como meta, como finalidad, engendrar vida:
vida para los que la constituyen, vida en plenitud, engendrando vida a otros
miembros que se incorporan como consecuencia del encuentro de los originarios.
Pero vida no solo física. Deben esforzarse en capacitarlos en madurez para que
logren esa vida, y eso no pasa por las actitudes y caminos de la permisividad,
el comprar voluntades, movernos por los antojos, satisfacer caprichos, etc.
Y vida para más allá de ese entorno
primario. La familia debe generar vida para la sociedad.
Si creen que algo de lo comentado es
útil, proyéctenlo sobre la realidad en crisis de la familias y así puede que
encuentren pistas.
Mucha suerte
Un abrazo
José Luis Molina
31 de diciembre del 2023
PD.- Lo reflexionado es aplicable
para cualquier modelo familiar que hoy podamos encontrar.
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