domingo, 21 de enero de 2024

SEGUIMIENTO QUE LIBERA Y HUMANIZA

 

 



                                                                                               Mar de Galilea

Desde el principio quiero llamaros la atención sobre los siguientes elementos:

Por un lado tenemos a Jonás frente a Nínive, la gran ciudad, símbolo de la humanidad inmensa. Para recorrerla, para servirla, para evangelizarla, para proponerle la Buena Noticia del proyecto de Dios se necesitaban tres días. El número tres, símbolo de unidad en la totalidad. Simboliza el pasado, el presente y el futuro, las tres dimensiones del tiempo. O, lo que es lo mismo, siempre.

No es, pues, una tarea de un ratito, unas horitas, un tiempito o una porción de uno mismo. Es Jonás en su totalidad andando y recorriendo en su tarea.

Se les da un plazo para la conversión: cuarenta días. El número cuarenta: Toda la vida. Es toda la vida como oportunidad de cambio.

Pero los ninivitas tienen dos posibilidades:

Uno.-Haber ignorado la propuesta, la llamada a la conversión y mantenerse en su opción por un mundo que se coloca de espaldas a la conversión al proyecto de ciudad que Dios ofrecía. En tal caso se hubiera quedado fuera de Dios, de espaldas a Dios : eso es el castigo. Esto no es extraño que ocurra: Con harta frecuencia no toleramos, no admitimos vernos frente al espejo que nos confronta. Negamos lo que es evidente (mecanismo de defensa negacionista) y así bloqueamos la posibilidad de conversión.

La otra posibilidad admitir las evidencias y asumir  esa tarea de lograrme  en nueva humanidad. Y para eso tenían cuarenta días, toda la vida. Esta es la síntesis esencial de la vida cristiana.

Y nos pasamos al evangelio: Una continuación metodológica del del domingo anterior. Hace siete días se nos planteaba la llamada. Hoy se permanece en la misma intención: Llamada, pero una llamada para una tarea: Ser pescador de hombres. Los pescadores de pescado se vuelcan sobre el pescado. Los pescadores de hombres hacen de la humanidad su razón de ser.

Todo esto, unido con el dejar las redes, solo puede entenderse desde la radicalidad de la totalidad del tres, SIEMPRE, tarea que da sentido y conforma toda mi vida.

Ser pescador de hombre es hacerse humanista, pero no humanista teórico. Es vivir para lanzarse al mar de la vida en favor de la humanidad. Y con absolutez. Dejar las redes no es bañarse y guardar la ropa. Es un acto de fe en quien me fío.

Vamos, pues, avanzando en nuestro proceso de oración y reflexión  a lo largo del año litúrgico:

1º.- Sabernos llamados, sentirnos llamados y esto nos hace felices y lo celebramos.

2º.- Llamados para una tarea para la que hemos sido ungidos: ser luz de los ciegos, libertad de los cautivos, año de gracia, vida de gracia del Señor para todos.

Que así sea. Un abrazo

José Luis Molina

20 de enero del 2024.                           

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