sábado, 26 de octubre de 2024

DEO GRATIA

 



 

 

El día 22, martes de la semana  que ha terminado, nos llegaba la noticia del fallecimiento de GUSTAVO GUTIERREZ.

Un acontecimiento que ya, quien más y quien menos intuíamos próximo por su avanzada edad, pero, no por ello, menos importante.

Es de esos acontecimientos que te llegan y hacen desaparecer la rutina, el tedio de los días con su sol sin sombras. Pone la casa patas arriba y  empiezan a aflorar un sinfín de elementos  que pueblan el universo que en cada uno, al menos en mi, se ha ido forjando.

Giran y giran, aparecen y desaparecen para dejar sitio  a otros y así, diría, que estos días  transcurridos se han convertido en una oración constante.

Oración confiada, oración de reencuentro con respuestas ya halladas que caminan conmigo, … en definitiva, oración de acción de gracias, de mística gratitud, oración con mi profundo y sentido amén repetido una y otra vez.

Luego, cundo ahora me he puesto en  la tarea de reflexionar para este domingo, ese poso de acción de gracias permanece, está presente, brota.

Los textos, de la 1ª lectura, Jeremías 31, 7-9, y  del Evangelio  (sobre todo), Mc. 10, 46-52, son dos textos de júbilo que hacen  aflorar la acción de gracias y cantar la experiencia de las cosas grandes que Dios ha hecho. No desaparece el llanto, ni el dolor, ni el sufrimiento, pero, por encima de ello, permanece la vida en plenitud que en nosotros se puede cobijar.

Bartimeo está en el camino y espera, tiene necesidad del paso de Jesús, y Jesús pasa. Y Bartimeo tira el manto, y va, y su vida cambia y lo va pregonando por el camino.

Y en esta síntesis de las lecturas volvieron a aparecer nombres propios imborrables: Gustavo Gutiérrez  y, junto con él otros de los que algunos fueron por delante: Oscar Romero, Ellacuría y compañeros, Proaño, Casaldáliga, Helder Cámara,  Boff,  Ernesto Cardenal, Frei Betto, Luna Tobar, Gerardi,  Comblín,  Angelelli, etc.

Y  a toda esta pléyade de testigos, de teólogos, de referentes de fe, quiero integrarla hoy de manera personal y particular, como acción de gracias.

Ellos, y muchos otros, fueron ayudándome a profundizar  en mi fe en momentos de oscuridad e incertidumbre- Me fueron aportando cimientos para situarme frente a Dios, tener experiencia de encuentro y saber que hay que encontrarlo en la vida y escucharlo en las aspiraciones más profundas del ser humano. A entender que Dios no quiere la pobreza y por eso, desde las realidades de pobreza reivindica una liberación de todo lo que oprime. Pero tampoco quiere la riqueza que se logra a costa de la sangre de los pobres.

Y me ayudaron a encontrar sentido a la vida, sentido a mi vida, no desde el  triunfo, el éxito o las alabanzas sino desde el encuentro y el SER.

Y así quiero terminar mi reflexión: DANDO GRACIAS A DIOS por todo lo que, a través de estas personas, y para conmemorar la partida de Gustavo Gutiérrez, hemos recibido. Acción de gracias desde una boca llena de risas y la lengua de cantares.

Deo gratia.

Un abrazo

José Luis Molina

27 de octubre del 2025

                                                                    

 

 

 

 

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