El día 22, martes de la semana que ha terminado, nos llegaba la noticia del
fallecimiento de GUSTAVO GUTIERREZ.
Un acontecimiento que ya, quien más y
quien menos intuíamos próximo por su avanzada edad, pero, no por ello, menos
importante.
Es de esos acontecimientos que te
llegan y hacen desaparecer la rutina, el tedio de los días con su sol sin
sombras. Pone la casa patas arriba y
empiezan a aflorar un sinfín de elementos que pueblan el universo que en cada uno, al
menos en mi, se ha ido forjando.
Giran y giran, aparecen y desaparecen
para dejar sitio a otros y así, diría,
que estos días transcurridos se han
convertido en una oración constante.
Oración confiada, oración de
reencuentro con respuestas ya halladas que caminan conmigo, … en definitiva,
oración de acción de gracias, de mística gratitud, oración con mi profundo y
sentido amén repetido una y otra vez.
Luego, cundo ahora me he puesto
en la tarea de reflexionar para este
domingo, ese poso de acción de gracias permanece, está presente, brota.
Los textos, de la 1ª lectura,
Jeremías 31, 7-9, y del Evangelio (sobre todo), Mc. 10, 46-52, son dos textos
de júbilo que hacen aflorar la acción de
gracias y cantar la experiencia de las cosas grandes que Dios ha hecho. No
desaparece el llanto, ni el dolor, ni el sufrimiento, pero, por encima de ello,
permanece la vida en plenitud que en nosotros se puede cobijar.
Bartimeo está en el camino y espera,
tiene necesidad del paso de Jesús, y Jesús pasa. Y Bartimeo tira el manto, y
va, y su vida cambia y lo va pregonando por el camino.
Y en esta síntesis de las lecturas
volvieron a aparecer nombres propios imborrables: Gustavo Gutiérrez y, junto con él otros de los que algunos
fueron por delante: Oscar Romero, Ellacuría y compañeros, Proaño, Casaldáliga,
Helder Cámara, Boff, Ernesto Cardenal, Frei Betto, Luna Tobar,
Gerardi, Comblín, Angelelli, etc.
Y
a toda esta pléyade de testigos, de teólogos, de referentes de fe,
quiero integrarla hoy de manera personal y particular, como acción de gracias.
Ellos, y muchos otros, fueron
ayudándome a profundizar en mi fe en
momentos de oscuridad e incertidumbre- Me fueron aportando cimientos para
situarme frente a Dios, tener experiencia de encuentro y saber que hay que
encontrarlo en la vida y escucharlo en las aspiraciones más profundas del ser
humano. A entender que Dios no quiere la pobreza y por eso, desde las
realidades de pobreza reivindica una liberación de todo lo que oprime. Pero
tampoco quiere la riqueza que se logra a costa de la sangre de los pobres.
Y me ayudaron a encontrar sentido a
la vida, sentido a mi vida, no desde el
triunfo, el éxito o las alabanzas sino desde el encuentro y el SER.
Y así quiero terminar mi reflexión:
DANDO GRACIAS A DIOS por todo lo que, a través de estas personas, y para
conmemorar la partida de Gustavo Gutiérrez, hemos recibido. Acción de gracias
desde una boca llena de risas y la lengua de cantares.
Deo gratia.
Un abrazo
José Luis Molina
27 de octubre del 2025
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