Cuando me pongo a tratar de darle
forma a la reflexión par el domingo XXIX, me encuentro con una sensación rara.
Me parece como si estuviera dentro de una habitación llena de globos: Son de
distintos colores, tienen lemas y frases diferentes y me dicen que tienen todos
que ver con la fe por la que, seguramente, nos sentimos convocados para
celebrarla. Pero, la verdad, es que es tarea imposible: Si viene uno y lo
aparto para expresarme y dar contenido, vienen los otros lo empujan, se
arremolinan y vuelven a estar todos mezclados sin llegar a ser nada, más bien
obstáculos de la razón de ser.
Quienes de ustedes, los que me
escuchan o leen, no pertenezcan a la Diócesis de Jerez de la Frontera, andarán
un poco más despistados con mis palabras anteriores, pero espero que poco a
poco me entiendan y también les pueda
servir esta reflexión que compartimos.
Resulta que, por un lado, este
domingo es el Domund, es decir, se pone sobre la mesa eucarística la tarea de
evangelizar, de anunciar, ofrecer y esforzarse porque sea un mundo donde la
solidaridad humana aparezca como algo concreto por lo que se está luchando para
alcanzar ese mundo nuevo y diferente.
Por otro lado, aquí, en Jerez, hay
establecido este sábado 19, una procesión Magna Mariana, consistente en que se
sacarán a la calle en una sola procesión, 36 imágenes de la Virgen como
previo al Año Santo Mariano del 2025.
También hay escritos y arengas de autoridades
eclesiásticas queriendo interpolar una cosa con la otra, y ya empiezan la
complicaciones.
La respuesta cristiana con el lema de
invitación al banquete de la vida se hace con el despilfarro y ostentación de
desfiles en un mundo, el de nuestra tierra, donde permanentemente están
llegando, en pateras, procesiones de
hambrientos, desahuciados, excluidos, perseguidos, contra los que, cada día, aumenta la xenofobia y la marginación.
¿A qué mesa los invitamos?. Desde
luego está cla que no es una mesa de comunión.<<
En los mensajes eclesiásticos que he
leído se dice que ese acontecimiento de la Magna cumplirá su objetivo si está acompañado de
compromisos concretos de evangelización, cosa que me parece complicada dado que
solo el título de Magna me sabe a alfombra
roja, lugar de cita para las
fotos de rigor que recojan el glamour religioso del evento.
Si, para terminar, reparamos en el
evangelio, que lejos nuestra praxi de la intención y criterios de Jesús. Nos
gusta la Magna, la Magnífica, la María que, pese al dolor aparece con signos de
poder, del pode que no integra sino que excluye, el poder que pelea por los
mejores puestos, que construye imperios, peo una María irreconocible desde el
Magníficat.
Ahí, el evangelio de hoy, que bueno ser contemplado el Domund desde él.
Id por todo el mundo: Alertad de que
el poder, el afán de poder, tiraniza y
oprime. Por eso anunciemos que nosotros no.
Y hagámoslo con voces tan altas que
anulen el estruendo de las bombas y consuele el clamor que el dolor convierte
en llanto.
Anunciar esto comprometidos con ese
anuncio es una buena noticia que tiene como objetivo el deseo de Dios para la
humanidad.
Esa tarea nos esper a todos, nos
invita a todos, nos reclama a todos.
Un saludo
José Luis Molina
20 de octubre del 2024
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