miércoles, 17 de febrero de 2021

DESDE ABAJO


 

 


Desde abajo, desde el camino de Las Pedrizas,  el Albarracín emerge imponente. Parece como si todo el campo del entorno estuviera concebido para realzarlo, para que se abriera espléndido dejándose caer por todo este preludio de primavera brillante que este año, rico en aguas, tenemos.

Desde abajo, oyendo el arroyo del Vihuelo, levantando la cabeza ante semejante testigo, lo contemplo feliz lanzando al viento la aventura de esos vuelos en alas delta que te encandilan y te enganchan para pasar, contemplándolos,  ratos y ratos como si fuera las llamas de una chimenea.




 Y me hace recordar los volcanes, tierra de volcanes, volcanes tranquilos, majestuosos también, en este caso la mayoría nevados, pero que, alguna vez que otra, también reclamaban la atención dejando salir caprichosas nubes o, incluso llamaradas estremecedoras.

Camino de Las Pedrizas. En una mañana de primavera casi. Buen tiempo, buen lugar para evocar, para revivir, para sentir como me acompaña lo vivido, como me acompaña, ahora que camino, que paseo solo, como me acompañan los que me han acompañado en la vida, a los que tuve que despedir y los que me siguen acompañando.


Y  sigo haciendo historia, mi historia, en este caso llena de fantasías, fantasías a corto plazo, sí, no soy tan ingenuo de tirar de calendario. Hay que ir aprovechando, momento a momento, el momento en que se encuentra uno. Pero fantasías que hacen que el camino sea más que tierra y piedras y charcos, y sonido de pájaro incluso, que el camino sea todo un mun.do en el cual ir concibiendo mi sombra cuando por el paso. Fantasía que me hace detenerme para ver como empiezan a crecer las yemas en los árboles que, poco a poco, van floreciendo. Fantasía que se hace realidad pensando que todo lo que en la vida está vivo, más tarde, más temprano que tarde, ofrecerá su fruto.

 

 


Abajo, camino de Las Pedrizas, mirando al Albarracín, doy gracias  a la vida en este miércoles de ceniza porque, en ella, aprendí que la ceniza no es para ostentarla sino para fortalecer la vitalidad con la que existimos.

                          José Luis Molina

                                       17 de febrero 2021

 

 

 


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