sábado, 20 de febrero de 2021

TENTACIONES Y PANDEMIA

 




 

 

Cosa curiosa. Este domingo I de Cuaresma yo sabía que el evangelio trataría sobre Jesús en el desierto, las tentaciones y todo eso, porque siempre es este el evangelio del Domingo I. Al ser del ciclo B sabía que era el de Marcos , que es el más escueto pues no enumera ni narra las tres tentaciones típicas, sino que las presenta de forma global, más universal.

Esto me dio pie para situarme de la manera que ahora os cuento.

El desierto, pensaba, lugar, situación en la que el desarrollo de la vida se hace difícil, complicado, adverso, agotador, estresante, hasta incluso, desesperante.

Y, entonces, pensé que la situación  vital en la que ahora nos encontramos, bien podía servirnos para ubicarnos en situación de desierto Esta pandemia nos ha desposeído  de poder encontrarnos,, del contacto directo, físico, con aquellos que amamos. Ha secuestrado nuestros sueños y nos ha llenado de incertidumbre. Vemos al otro como un potencial portador de poder destructor, dudamos si seremos capaces de salir de ésta, si aguantaremos. Tenemos los ojos irritados porque el calor y el fuego de la arena son las lágrimas por los que se nos están yendo.

Y aparece el demonio disfrazado de poder (político, religioso, etc), disfrazado de riqueza, para apropiarse de las vacunas que aún no me corresponden. Y ese poder se ejerce pisoteando y avasallando a otros más débiles e, incluso, si yo no tengo ese poder que me beneficie, me revisto de la envidia por si pudiera conseguirlo.

Y surge, también, la gran pregunta: ¿Dónde está Dios? ¿Por qué no nos cura de este desierto que unos y otros poco a poco, o más que menos, vamos haciendo?. Y, cuando este Dios nos  falla en nuestras aspiraciones, lo quitamos de en medio y nos obcecamos en cerrar los ojos y convertir en dios nuestro, al que adoramos, el sinsentido, la demencia negacionista, el quemeimportismo de caiga quien caiga y ande yo caliente.

Sí, bien podía ser este mi desierto de hoy.

 Y entonces miré al de Jesús. Cuarenta días. Toda la vida colocado en la vida para que el desierto deje de serlo y se convierta en vida. Y no le echó la culpa a Dios. No se evadió colándose en la fila o poniéndose sin tener que hacerlo, no vendió la suerte de la humanidad para conseguir rentabilidad política.

 Aguantó el tirón con frontalidad, echando pecho, y, aunque viviera entre alimañas, le respaldaban los ángeles, es decir, el proyecto del Padre era lo que marcaba el rumbo. Y todo porque sabía, estaba convencido, de que Dios había optado por la humanidad, se había comprometido con ella hacia una vida no de catástrofe, ni de desierto, sino de arco iris.

Por eso proclamó, detrás de la experiencia de desierto , la inminencia del Reino y para quien lo aceptaba y se comprometía, la propuesta del bautismo, opción de compromiso en Arca para salvar la vida.

Un abrazo

José Luis Molina

21 de febrero del 2021.

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