Me encontraba leyendo, hace unos días, y pensando
en la reflexión de este domingo V de Pascua del ciclo B, y me topé con algo que
creo coincide con lo que, en esencia,
era el núcleo de mi reflexión.
Por ello hoy transcribiré fragmentos tal cual
además de algunas anotaciones mías que considero debo añadir.
Las citas son de Felipe Santiago Luque Olmedo,
dominico, de Montevideo (Uruguay).
Lógicamente las hace en torno al evangelio de la
Vid y los Sarmientos(Jn. 15, 1-8).
Para empezar, lo hago con las siguientes
acotaciones:
· Él dice que as lecturas (2ª y
Evangelio, ambas de Juan) nos invitan a permanecer unidos al Señor, alimentados
por su Palabra, para dar abundantes frutos.
Estoy totalmente de acuerdo, porque Dios siempre
llama, siempre invita, pero esta invitación es clara, concreta y sin
ambigüedades. Es invitación porque es llamada, porque queda dependiendo de la
respuesta, pero es tajante: “ El que no da fruto, se le corta y se almacena
para quemarlos”. No formará parte de la vid ni ofrecerá e impulsará los frutos
del Reino.
Y por eso este dominico desarrolla lo que es
permanecer en Cristo, permanecer en el Resucitado.
· No se trata de una permanencia simplemente afectiva y emocional.
Esa es condenada en la segunda lectura: “No amemos
de palabra y de boca, sino de verdad y con obras ( 1Jn. 3,18)
· Es la permanencia práctica, eficaz y vital que crea y sostiene una
relación interpersonal, , concreta y
vital, no teórica. Una relación no se
sostiene porque digamos diez veces al día , te quiero mucho, sino cuando está
afianzada, involucrada, comprometida con la vida y el bien del otro.
· Permanecer en Cristo, continúa,
es, también, someternos a las tijeras de Dios que poda en nosotros todo
aquello que impide el crecimiento y la
riqueza de esa relación con él, todo aquello que es obstáculo para avanzar
hacia la meta de su propuesta.
Todo esto, que normalmente llamamos conversión, la
poda de los sarmientos inútiles o que obstaculizan, genera consistencia, nos proporciona identidad, nos da sentido y razón de ser y estabilidad a nuestro caminar afrontando las dificultades.
Pero ser estables no es estar quietos y sin que
nada cambie. Todo lo contrario: Es firmeza en nuestro involucrarnos (la opción
bautismal), comprometernos (asumir lo que acompaña a esta opción) y perseverar
en ello.
La oración, tras esta reflexión, sería nuestra
radiografía de la respuesta a la invitación. Se impone, también, una analítica
de como andamos de plaquetas, glóbulos, etc. de la vida como sarmientos
pascuales.
Un abrazo
José Luis Molina
28 de abril del 2024.
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