sábado, 21 de enero de 2023

PAÍS DE SOÑADORES



 

 

Me dispuse a enfrentarme con las lecturas del domingo.

Comencé a leerlas y, tal vez cosa de la edad, me asusté al dar una cabezada. Me pesaban los párpados y sentía  una fuerza como que me arrastraba.

Quise combatirlo y ojeé la Biblia para despejarme.  Y la abrí, al azar, por Génesis 38 y siguientes, Hablaba de los sueños de José.

Me iba entusiasmando pero me percaté de que debía volver a los textos correspondientes a la semana y no distraerme con otros asuntos. Así que volví a la tarea del principio. Pero sin mucho éxito.

A medida que iba leyendo aumentaba el peso de mis párpados que se cerraron cuando , en la primera lectura, llegaba al lugar donde se dice: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande (Is, 9, 1)… una luz les brilló”

Y comencé a verme caminando por un sendero. En principio no puedo decir si era estrecho o ancho pues los bordes del camino se difuminaban en una espesa niebla que, a pesar de ser muy espesa, era luminosa. La luminosidad de esta niebla aumentaba en intensidad a medida que la convergencia avanzaba hacia el infinito.

Eso si, conseguí ver en el camino un cartel que decía: BIENVENIDO AL PAÍS DE LOS SOÑADORES.

Mientras avanzaba, se oía, como música celestial, palabras que reconocía, que mi memoria identificó. Era Martín Luther King. Una vez más, como en mis adentros, yo iba repitiendo el discurso tantas veces oído y repetido:

                               “Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño (…)

Sueño que algún día los valles serán cumbres y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y lo torcido será enderezado, la gloria del Señor será revelada y se unirá todo el género humano”.

Seguí avanzando mientras oía a John Lennon llenando los cielos con su Imagine y percibiendo la armonía en derredor. Pero, aparentemente, esta armonía fue surcada por una hoja de papel que planeaba en el aire y vino a posarse en el suelo junto a mis pies. Me agaché con curiosidad y leí. Decía así:

Cuando los objetivos que dinamizan la vida se cimentan en la rentabilidad se hacen enemigos de los sueños y se cruzan con ellos, son los sueños los que mueren”

Seguí avanzando despacio. De a poco, aumentaba la luminosidad. En una esplanada Charles Chaplin seguía entusiasmando con el discurso de “El Gran Dictador”:

                      El camino de la vida puede ser libre y hermoso pero lo hemos perdido. La codicia ( o la envidia o la traición) ha envenenado, ha levantado barreras, nos ha empujado hacia las miserias…

No os entreguéis a esos que en realidad  os desprecias, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen que tenéis que hacer, decir o sentir, (Os manipulan).

No luchéis por la esclavitud (de la manipulación) sino por la libertad (…) Tenéis el poder de hacer  esta vida libre y hermosa y convertirla en una maravillosa aventura.

Soñemos con liberar al mundo y liberarnos de quienes dominan”

Una anciana, Mª Teresa,  me para y, cuando la reconozco en su sonrisa sencilla, recuerdo aquel día que me dijo:

                        “Siempre tenemos bastante para compartir si lo hacemos realmente de lo que somos”

Más adelante fue un momento intenso. No sé si estuve a punto de despertarme o me llevó a un sueño más alto.  Aquella figura entrañable, de personalísimo bigote y ojos pequeños, decía cosas que me llegaban hasta la esencia y deben rastrear, espero, por mis genes. Cosas como :

“No pactes con quienes unas veces es si y otras no, según convenga”

“De lo que se trata es de querer a las personas, no de comprarlas según intereses”

“No dejes de soñar. Mientras sueñes existirá la poesía”. Recuerda ese libro que nos entusiasmó. El Quijote: Luchemos contra tres gigantes, querido Sancho: el miedo, la injusticia y la ignorancia

“Déjame decirte gracias por verte feliz en ser, sin recovecos ni dobleces”.

Continué para encontrarme con Francisco de Asís, que cantaba, mientras los pájaros le escuchaban:

        “Señor, hazme un instrumento de tu paz. Que donde haya discordia yo sea elemento de transparencia y armonía”

A su lado Francisco Bergoglio le decía:

“Si, hermano Francisco, tienes razón. Es posible vivir de otra manera”

Seguí avanzando y poco a poco la bruma se fue disipando y empecé a vislumbrar una orilla serena de aguas en calma.

En la playa, Juan Salvador Gaviota seguía practicando sus sueños de crecer en el vuelo. Una niña dejaba suelta su cometa en la que había depositado un beso para que se elevara al cielo buscando el rostro de su madre.

 Alguien, tal vez algún pez que saltó a la arena, me dijo que aquello era el mar de Galilea. Y debía ser: En el aire, junto con un silencio profundamente sonoro, había eco de palabras sueltas.

“Venid conmigo, si queréis. Pero dejad las redes. Las redes con las que habéis construido  faena cotidiana  sí son redes de hipocresía, de apariencia , redes de jerarquía y dominio, redes de la mentira, la manipulación o la falsedad disfrazada de prudencia y mansedumbre.Con esas redes no se puede faenar en estos mares.

Me desperté y entre mis manos aparecía el texto de todo esto que ahora os comparto.

Aún me quedaba una resonancia en los oídos. Así, como en una caracola, con el rumor de olas en el fondo escuché:

“Dichosos los limpios de corazón”

Y yo añadí para terminar esta experiencia de oración:

“Dichosos los que son capaces de soñar, a pesar de todo, y sus sueños son más fuertes que los palos en las ruedas.

José Luis Molina

21 de diciembre del 2023.

     

 


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