Me dispuse a
enfrentarme con las lecturas del domingo.
Comencé a leerlas y,
tal vez cosa de la edad, me asusté al dar una cabezada. Me pesaban los párpados
y sentía una fuerza como que me
arrastraba.
Quise combatirlo y ojeé
la Biblia para despejarme. Y la abrí, al
azar, por Génesis 38 y siguientes, Hablaba de los sueños de José.
Me iba entusiasmando
pero me percaté de que debía volver a los textos correspondientes a la semana y
no distraerme con otros asuntos. Así que volví a la tarea del principio. Pero
sin mucho éxito.
A medida que iba
leyendo aumentaba el peso de mis párpados que se cerraron cuando , en la
primera lectura, llegaba al lugar donde se dice: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande (Is, 9, 1)… una
luz les brilló”
Y comencé a verme caminando
por un sendero. En principio no puedo decir si era estrecho o ancho pues los
bordes del camino se difuminaban en una espesa niebla que, a pesar de ser muy
espesa, era luminosa. La luminosidad de esta niebla aumentaba en intensidad a
medida que la convergencia avanzaba hacia el infinito.
Eso si, conseguí ver en
el camino un cartel que decía: BIENVENIDO AL PAÍS DE LOS SOÑADORES.
Mientras avanzaba, se
oía, como música celestial, palabras que reconocía, que mi memoria identificó.
Era Martín Luther King. Una vez más, como en mis adentros, yo iba repitiendo el
discurso tantas veces oído y repetido:
“Hoy les digo a ustedes,
amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño
(…)
Sueño que algún día los valles serán cumbres y las colinas y
montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y lo torcido
será enderezado, la gloria del Señor será revelada y se unirá todo el género
humano”.
Seguí avanzando
mientras oía a John Lennon llenando los cielos con su Imagine y percibiendo la
armonía en derredor. Pero, aparentemente, esta armonía fue surcada por una hoja
de papel que planeaba en el aire y
vino a posarse en el suelo junto a mis pies. Me agaché con curiosidad y leí.
Decía así:
Cuando los objetivos que dinamizan la vida se cimentan en la
rentabilidad se hacen enemigos de los sueños y se cruzan con ellos, son los
sueños los que mueren”
Seguí avanzando
despacio. De a poco, aumentaba la luminosidad. En una esplanada Charles Chaplin
seguía entusiasmando con el discurso de “El Gran Dictador”:
El camino de la vida puede ser libre y hermoso pero lo hemos perdido. La
codicia ( o la envidia o la traición) ha envenenado, ha levantado barreras, nos ha
empujado hacia las miserias…
No os entreguéis a esos que en realidad os desprecias, os esclavizan, reglamentan
vuestras vidas y os dicen que tenéis que hacer, decir o sentir, (Os manipulan).
No luchéis por la esclavitud (de la manipulación) sino por la
libertad (…) Tenéis el poder de hacer
esta vida libre y hermosa y convertirla en una maravillosa aventura.
Soñemos con liberar al mundo y liberarnos de quienes dominan”
Una anciana, Mª
Teresa, me para y, cuando la reconozco
en su sonrisa sencilla, recuerdo aquel día que me dijo:
“Siempre tenemos bastante para compartir si lo hacemos realmente de lo
que somos”
Más adelante fue un
momento intenso. No sé si estuve a punto de despertarme o me llevó a un sueño
más alto. Aquella figura entrañable, de
personalísimo bigote y ojos pequeños, decía cosas que me llegaban hasta la
esencia y deben rastrear, espero, por mis genes. Cosas como :
“No pactes con quienes unas veces es si y otras no, según
convenga”
“De lo que se trata es de querer a
las personas, no de comprarlas según intereses”
“No dejes de soñar. Mientras sueñes existirá la poesía”.
Recuerda ese libro que nos entusiasmó. El Quijote: Luchemos contra tres
gigantes, querido Sancho: el miedo, la injusticia y la ignorancia
“Déjame decirte gracias por verte feliz en ser, sin recovecos
ni dobleces”.
Continué para
encontrarme con Francisco de Asís, que cantaba, mientras los pájaros le
escuchaban:
“Señor, hazme
un instrumento de tu paz. Que donde haya discordia yo sea elemento de
transparencia y armonía”
A su lado Francisco
Bergoglio le decía:
“Si, hermano Francisco, tienes razón. Es posible vivir de otra manera”
Seguí avanzando y poco
a poco la bruma se fue disipando y empecé a vislumbrar una orilla serena de aguas
en calma.
En la playa, Juan
Salvador Gaviota seguía practicando sus sueños de crecer en el vuelo. Una niña
dejaba suelta su cometa en la que había depositado un beso para que se elevara
al cielo buscando el rostro de su madre.
Alguien, tal vez algún pez que saltó a la
arena, me dijo que aquello era el mar de Galilea. Y debía ser: En el aire,
junto con un silencio profundamente sonoro, había eco de palabras sueltas.
“Venid conmigo, si queréis. Pero dejad las redes. Las redes
con las que habéis construido faena
cotidiana sí son
redes de hipocresía, de apariencia , redes de jerarquía y dominio, redes de la
mentira, la manipulación o la falsedad disfrazada de prudencia y mansedumbre.Con
esas redes no se puede faenar en estos mares.
Me desperté y entre mis
manos aparecía el texto de todo esto que ahora os comparto.
Aún me quedaba una
resonancia en los oídos. Así, como en una caracola, con el rumor de olas en el
fondo escuché:
“Dichosos los limpios de corazón”
Y yo añadí para
terminar esta experiencia de oración:
“Dichosos los que son
capaces de soñar, a pesar de todo, y sus sueños son más fuertes que los palos
en las ruedas.
José Luis Molina
21 de diciembre del
2023.
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