viernes, 2 de abril de 2021

HABÍA MUCHAS CRUCES

 


La liturgia de hoy, Viernes Santo, gira en torno a la CRUZ, la cruz en la que muere un inocente, en torno a las cruces en las que hoy siguen muriendo inocentes, pueblos enteros, multitudes a las que no les llega la muerte por ley de naturaleza sino por crucifixión: Muerte de muchos más de millares de brasileros, de los que tendrían que morir por la pandemia pero su causa definitiva fue la loca irresponsabilidad de unos dirigentes. Muertes en el mediterráneo, ahora también en el Atlántico, cuyas cruces, crucificados de carne morena, son engullidos por las aguas hacia sus entrañas para, después, vomitar sus despojos en nuestras playas de doradas arenas. Muertes en Latinoamérica, África y mercados de producción asiáticos, en cruces con madera de explotación. Cruces, muertes en Siria con bombas asesinas, muertes de indignidad, miseria, inhumanidad e injusticia en campamentos saharauis, en la isla de Lesbos, … Y en hogares próximos en forma de puñales machistas. Cruces sangrantes en una juventud rota, sinsentido por una humanidad de adultos rotos y sinsentido….

 


Cruces y muertes, y un Calvario, el monte de la calavera. Magnífico escenario para contemplar las cruces recortadas sobre el cielo plomizo como corresponde a su dimensión apocalíptica. Pero no hay que preocuparse. Así, convertidas en espectáculo no serán molestas. Incluso pueden hacer surgir alguna limosna que llamarán redentora, la que tan solo es justificatoria. Acabará el momento, se correrá el telón y a seguir preparando otros calvarios.

 


Por eso la liturgia del Viernes Santo, no es adoración de la cruz, idolatrándola. Es confrontación con las cruces de hoy desde la indignación y el dolor de la cruz del nazareno. Y por eso es espacio de oración: Conociendo la historia, VER la realizad, ANALIZARLA y POSICIONARSE ACTIVA Y COMPROMETIDAMENTE frente a ella.

Con esa intención termino esta reflexión ofreciéndoos  una oración: EL PADRE NUESTRO DE LA DEUDA EXTERNA

Lo escribí en 1998. En Quito. Cuando  en y desde nuestras comunidades nos preparábamos para el Jubileo del año 2000 con el deseo, frustrado, de que el capitalismo salvaje del primer mundo (FMI, BM, EEUU, etc) fuera capaz de, con la condonación de la deuda externa, eliminar muchas cruces que crucificaban al tercero y cuarto mundo. La cosa quedó , más o menos, en contemplar el drama del Calvario, tal vez alguna lágrima, y poco más. Aunque ha llovido mucho desde entonces, creo que aún puede servir este Padre Nuestro que escribí. Por eso os lo ofrezco para vuestra oración de hoy

PADRE NUESTRO DE LA DEUDA EXTERNA

Padre nuestro

                          de todos nosotros hombres y mujeres,

                           sabemos que sufres viendo desde el cielo

                           aue aquí, en nuestra tierra,

                           ejerce su imperio, sobre el pobre el rico.

Todos: ¡Oyé nuestras voces! ¡Oye nuestro ruego!

 

                          Tú estás caminando, de nuevo,

                          con los pueblos que, por el desierto,

                          caminan  buscando se haga tu Reino.

Todos: Sé tu nuestra fuerza y nuestro alimento.

 


                          Que no desfallezca nunca nuestro empeño

                           en luchar buscando

                           ese mundo nuevo de tu voluntad

                           donde lo importante ya no sea el dinero

                           con sabor a sangre,

                           obtenido de los pobres pueblos,

                           sino el hombre pleno en su dignidad.

Todos: Danos tú el aliento.

                           Mira que nos roban, cada día, el pan

                           de nuestros esfuerzos

                           diciendo debemos lo que no debemos,

                           pues son nuestros hijos, tu hijos pequeños,

                           los que sin arroz, sin casas, sin médicos,

                           crecen como árboles, carentes de riego,

                                en tierra agrietada con troncos resecos

Todos: Nosotros queremos  saber perdonar lo que ellos nos deben.

 

                                       Que ellos condonen lo que, según dicen,

                           nosotros debemos.

Todos: Líbranos, Señor, de este mal que es cerco, que aprieta y

             asfixia.

                           Que todos los pueblos te santifiquemos

                            siendo solidarios.

Todos: Ese es nuestro anhelo y también el tuyo.

                                                                       Amén, Padre bueno.

                          José Luis Molina

                                                      2 de abril del 2021

 

                                                                   

                          

 

 

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