La liturgia de hoy, Viernes Santo,
gira en torno a la CRUZ, la cruz en la que muere un inocente, en torno a las
cruces en las que hoy siguen muriendo inocentes, pueblos enteros, multitudes a
las que no les llega la muerte por ley de naturaleza sino por crucifixión:
Muerte de muchos más de millares de brasileros, de los que tendrían que morir
por la pandemia pero su causa definitiva fue la loca irresponsabilidad de unos
dirigentes. Muertes en el mediterráneo, ahora también en el Atlántico, cuyas
cruces, crucificados de carne morena, son engullidos por las aguas hacia sus
entrañas para, después, vomitar sus despojos en nuestras playas de doradas
arenas. Muertes en Latinoamérica, África y mercados de producción asiáticos, en
cruces con madera de explotación. Cruces, muertes en Siria con bombas asesinas,
muertes de indignidad, miseria, inhumanidad e injusticia en campamentos
saharauis, en la isla de Lesbos, … Y en hogares próximos en forma de puñales
machistas. Cruces sangrantes en una juventud rota, sinsentido por una humanidad
de adultos rotos y sinsentido….
Cruces y muertes, y un Calvario, el
monte de la calavera. Magnífico escenario para contemplar las cruces recortadas
sobre el cielo plomizo como corresponde a su dimensión apocalíptica. Pero no
hay que preocuparse. Así, convertidas en espectáculo no serán molestas. Incluso
pueden hacer surgir alguna limosna que llamarán redentora, la que tan solo es
justificatoria. Acabará el momento, se correrá el telón y a seguir preparando
otros calvarios.
Por eso la liturgia del Viernes
Santo, no es adoración de la cruz, idolatrándola. Es confrontación con las
cruces de hoy desde la indignación y el dolor de la cruz del nazareno. Y por
eso es espacio de oración: Conociendo la historia, VER la realizad, ANALIZARLA
y POSICIONARSE ACTIVA Y COMPROMETIDAMENTE frente a ella.
Con esa intención termino esta
reflexión ofreciéndoos una oración: EL
PADRE NUESTRO DE LA DEUDA EXTERNA
Lo escribí en 1998. En Quito.
Cuando en y desde nuestras comunidades
nos preparábamos para el Jubileo del año 2000 con el deseo, frustrado, de que
el capitalismo salvaje del primer mundo (FMI, BM, EEUU, etc) fuera capaz de,
con la condonación de la deuda externa, eliminar muchas cruces que crucificaban
al tercero y cuarto mundo. La cosa quedó , más o menos, en contemplar el drama
del Calvario, tal vez alguna lágrima, y poco más. Aunque ha llovido mucho desde
entonces, creo que aún puede servir este Padre Nuestro que escribí. Por eso os
lo ofrezco para vuestra oración de hoy
PADRE NUESTRO DE LA DEUDA EXTERNA
Padre nuestro
de todos
nosotros hombres y mujeres,
sabemos
que sufres viendo desde el cielo
aue
aquí, en nuestra tierra,
ejerce
su imperio, sobre el pobre el rico.
Todos: ¡Oyé nuestras voces! ¡Oye
nuestro ruego!
Tú estás caminando, de nuevo,
con los
pueblos que, por el desierto,
caminan buscando se haga tu Reino.
Todos: Sé tu nuestra fuerza y nuestro
alimento.
Que no
desfallezca nunca nuestro empeño
en
luchar buscando
ese
mundo nuevo de tu voluntad
donde lo
importante ya no sea el dinero
con
sabor a sangre,
obtenido
de los pobres pueblos,
sino el hombre pleno en su dignidad.
Todos: Danos tú el aliento.
Mira que
nos roban, cada día, el pan
de
nuestros esfuerzos
diciendo
debemos lo que no debemos,
pues son nuestros hijos, tu hijos
pequeños,
los que
sin arroz, sin casas, sin médicos,
crecen
como árboles, carentes de riego,
en tierra agrietada con troncos resecos
Todos:
Nosotros queremos saber perdonar lo que
ellos nos deben.
Que ellos
condonen lo que, según dicen,
nosotros debemos.
Todos: Líbranos, Señor, de este mal que es
cerco, que aprieta y
asfixia.
Que todos los
pueblos te santifiquemos
siendo solidarios.
Todos: Ese es nuestro anhelo y también el
tuyo.
Amén, Padre bueno.
José Luis Molina
2 de abril del 2021
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