domingo, 27 de diciembre de 2020

DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA




 

Hoy los cristianos católicos celebramos el Domingo de la Sagrada Familia.

Y lo hacemos en un momento extremadamente complejo donde es ineludible detenernos a analizar, pero hacerlo con mucho tacto.

En primer lugar podemos situarnos en una posición bucólica y devocional, fiándonos en la Familia de Nazaret para admirarla allí, desde la distancia, pensando qué bonito pero imposible. (Lo mismo no nos atrevemos a explicitarlo, pero lo pensamos). Esto no nos ayudaría en nuestra experiencia familiar para vivirla con realismo desde la fe. Despierta nuestra admiración y nuestra plegaria por nuestra realidad, resignado a que carezcamos de ella.

Tampoc sirven aquellos que desde movimientos religiosos subliman la realidad familiar construyéndola desde posicionamientos pietistas y castrantes en la plena profundidad del ser humano y sus relaciones

Por otro lado, a nuestro alrededor contemplamos un panorama de familias desestructuradas. Y aparecen polémicas de trasfondo religioso: Que si las situaciones de rompimiento, divorcio, etc, van contra Dios que los unió para toda la vida, y toda esa vaina. Por supuesto que Dios no puede querer ninguna realidad humana en la que un ser humano destruya o agreda  a otro, o en la que haya unos terceros, (los hijos) que sufran esas consecuencias destructivas. Eso es lo que Dios no quiere. Lo que hay que salvar serán las circunstancias que generan estas situaciones, pero no mantener en apariencias de situaciones de normalidad que, detrás de los decorados mata.

También nos encontramos con padres que ya, cuando sus hijos tienen no más unos 12 años o menos, dicen que no pueden con ellos. Terminan teniéndoles miedo y, para retenerlos, los prostituyen comprándolos con concesiones aptas o intolerables que les permiten alzar el vuelo antes de ser pilotos. Lamentablemente esta pandemia nos está hablando mucho de esto. A mí me impresionó profundamente el anuncio en el que una madre llama a su hijo para anunciarle que el abuelo está en fase terminal por covid. Se supone que el hijo había ido a visitarlo y le dice a su madre se había asegurado no era transmisor. También le dice está estudiando en casa de un amigo, todo esto con el estrépito de fondo de una fiesta sin ninguna precaución que la madre, engañándose no quiso oir.

Por otra parte está la gresca, levantada y mantenida desde postura de desbocada ortodoxia irracional, condenando de antemano y sin miramiento, a existencia de familias homoparentales por provocar escándalo en los hijos y ser un caldo de cultivo deformador sin importarles tantos hijos cultivados e caldos mucho más destructivos, degradantes y escandalizadores,

Podría seguir haciendo referencia a multitud de aspectos de este panorama complejo. Me temo que hay  bastante para que opinen sobre mi negatividad. Pero no es así. Sigo creyendo que hay posibilidades. Que son posibles otras alternativas. Lo que no comparto es que la solución sea cerrar los ojos, negar que ocurre algo, y esperar a ver si solos se solucionan los problemas.

Por el contrario, frente  a esta compleja situación, mi postura es de comprometerse en buscar y aportar soluciones. Es lo que propongo. No nos cansemos de analizar, lo más objetivamente posible,  y comprometernos en lo que vayamos encontrando.

Mi opinión es que la pareja humana se une, ciertamente ahí va incluida la dimensión de la sexualidad y la procreación, pero esto puede  resultar extremadamente frágil si les falta algo fundamental: la elaboración, aceptación y compromiso con un proyecto de vida que es donde el amor irá adquiriendo cuerpo y solidez.

Dice el Evangelio: Sus padres estaban admirados, María guardaba esto en su corazón y el Niño crecía y se fortalecía. Es decir, María y José tienen que ir madurando con responsabilidad en la concreción del proyecto que les da esencia y el hijo irse logrando como concreción de ese proyecto

Siempre se puede modificar en los errores, pero lo que no vale es permanecer en ellos.

Un abrazo  

José Luis                          .                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               

No hay comentarios: