sábado, 2 de enero de 2021

FUERA DEL DICCIONARIO

 



El Evangelio de hoy, a mi gusto  y  parecer, es una preciosa y precisa manera de compartirnos y explicitarnos lo que la NAVIDAD ES en profundidad. No obstante reconozco tiene una cierta dificultad de comprensión pues pudiera resultar como una especie de galimatías con el  super uso del término PALABRA. Antes aún era más complicado pues se empleaba el término Verbo.

Como digo, puede suponer una cierta dificultad y lo que está claro es que, desde él, hubiera sido más difícil desarrollar la expresión belenística de nuestra cultura, aunque, tal vez, desde él, sea más fácil entender mi “pesebre atípico”  que os compartía hace unos días y la presencia en él del el Quijote, la mujer levantando y ofreciendo su hijo al mundo o los campos preparados para la sementera.

Bien, pues dicho todo esto, vamos a centrarnos en las lecturas.

Y para ello os propongo que os detengáis a evocar y recordar expresiones como estas:

-         Es una persona de palabra

-         Te doy mi palabra.

-         Me ha dado su palabra

-         No tiene palabra.

-         Tengo su palabra y basta

Qué significa el término “palabra”.

¿Es un sonido fonético?

¿Es la articulación o denominación de un concepto en un idioma determinado y cambia si cambio de idioma?

Decir de alguien que no tiene palabra ¿es decir que se ha quedado mudo?

     Decir que tengo su palabra ¿significa que tengo una grabación                   

     de su voz o un escrito?    

 

Ciertamente no.

 

Para avanzar nos iremos acercando a lo que es PALABRA.

Palabra hace referencia esencial a una comunicación[J1] : la palabra requiere de un emisor y un receptor que hacen necesario un medio de transmisión.

Pero también conlleva, es esencial con ella misma, una decisión, un deseo, un proyecto del emisor que hace donación, entrega de dicha resolución al receptor. Es entrega de si mismo. Por eso dar la Palabra es no tener vuelta atrás porque  se ha producido la donación.

Pues bien “la Palabra estaba en Dios y la Palabra era Dios” porque Dios se puede decir que es el deseo de darse, de comunicarse con la humanidad  y de ofrecerse para que lleguemos hasta él. Este es el Hijo, la Segunda Persona. Ha existido siempre. Pero para concretarlo y no irnos por las ramas, se encarna, sale a nuestro encuentro en Jesús de Nazaret (Acampó entre nosotros). El milagro no es un niño. Niños nos están naciendo siempre permanentemente. Tampoco quedarnos anclados  en el niño prodigio. El milagro es que en este niño, nacido como todo niño,  se hace adulto como todo ser vivo ,

 Dios actúa, se nos da, está presente y comparte la historia con nosotros y nos hace hijos suyos, hijos de Dios. (A os que lo recibieron). ¿Entienden ahora los quijotes del pesebre? No es un niño para la veneración, es un adulto para fecundar la vida, para empujar la sementera. Por eso su madre lo levanta en alto de sus brazos y lo ofrece al mundo.

Pero sin triunfalismos: No podemos cerrar los ojos. Tenemos capacidad de no recibir esa Palabra. Tampoco consiste en recibirla en teoría en un tratado vano. Podemos no recibirla. Si la recibimos de verdad nos cambia, nos transforma de verdad nos hace hijos.

 

José Luis Molina

3 de enero 2021

NB.- Aclaro: Parece que en el leccionario litúrgico se sigue empleando Verbo que es lo mismo que Palabra


 [J1]

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