Creo que el internet es uno de los
grandes aportes que la humanidad ha recibido en estos últimos tiempos. Pero
también pienso que no es oro todo lo que reluce y, con el internet en nuestras
manos, no todo ha sido positivo. Tenemos más información, la tenemos a golpe de
clic, cierto, pero no nos ha hecho más cultos, mejor informados, más lúcidos,
más humanos, porque hemos descubierto que cliqueando podemos copiar un tocho de
conocimientos sin que en nosotros haya entrado lo mínimo de su contenido. No
nos ha mejorado, el internet, en nuestra ansia por figurar, pero si nos
proporciona aparentar poseer de lo que no tenemos ni idea. Y entonces, desde
esa apariencia, con tres palabras que se han generalizado y que hemos cogido al
vuelo, nos permitimos opinar y saber de todo. De salud sabemos más que los
médicos, de medicinas más que los farmacéuticos y de psicología y educación más
que los pedagogos. De ser padres hemos aprendido a no tener hijos y a que los
animalitos se crean que lo son, a liberar a los niños de “traumas” por tener
que enfrentar y asumir la vida con coherencia, pero se
nos ha olvidado como resolver el
resultado de esa cada vez más amplia mayoría de hijos “tocados” por las
incoherencias de nuestras respuestas ante la vida. Hemos descubierto que los
niños tienen derechos, pero se nos olvidó ofrecerles que pasearan también por
los jardines de los deberes, que también tienen hermosas plantas. Con ello
evitamos tener que dar explicaciones ante nuestro talante existencial.
Bueno, no sé si me está saliendo muy
pesimista. No lo pretendo. Pero es otro descubrimiento muy actual: Hay que ser
positivo. Lo negativo se ignora, no se le permite que figure en el reparto.
Tampoco en el decorado. Lo erradicamos, lo quitamos de en medio y “ya no
existe”. Es lindo el panorama. Yo he visto a niños que cuando no quieren que se
les encuentre con los cristales que han roto, se tapan la cara y los ojos con
las manos. Él ya no los ve, ya no se le ve, ha desaparecido el sujeto que tiene
que asumir responsablemente. Son simpáticos los avestruces y están preciosos
cuando ocultan sus cabezas.
Bueno, si han sido capaces de
seguirme hasta aquí, me atrevo a continuar. ¿Saben para qué todo lo anterior? .
Para comentar que me dio mucha lástima
el día que un niño, que se enteró del “gran misterio de los Reyes Magos” se
sintió ofendido porque lo habían “engañado”. Me pareció terrible la reacción
del niño. ¿Qué niño se había ido constituyendo cuando su reacción era sentirse
frustrado ante la fantasía por ser fantasía o ante los sueños porque le habían
ayudado a soñar?. ¡Algo había fallado!
Y como hago a menudo, lo hago casi
siempre, recurrí a mi experiencia.
Recordé cuando mi padre se pintaba
con betún la cara para que Baltasar nos entregara los pocos, pequeños y
“magníficos “ juguetes que no serían repuestos en todo el año.! Pero cómo le
obligué a que cambiara de estrategia cuando descubrí que Baltasar era “como mi
padre” porque ambos tenían una pequeña verruga en el párpado!.
Recordé, igualmente, el año que, al
iniciar las vacaciones de Navidad, yo, que comenzaba mi aprendizaje de
escritor, había decorado varias paredes de mi casa con ejercicios caligráficos
de gran formato con picón del brasero y que, como consecuencia, los Reyes, que
se enteraban de todo, me dejaron carbón y mondaduras de patatas. Les prometo
que mis lágrimas eran en serio y que otras lágrimas, que se vertían hacia
dentro de dos corazones que estaban conmigo, también lo eran. Cuando supe de
“misterios descubiertos” no me enfade ni por el escarmiento ni por el engaño.
Porque en el fondo no hubo engaño ya que yo estaba muy seguro que aquellos ojos
con una verruga, en blanco o en negro, siempre me miraron brillando por el
cariño que me tenían, y que los corazones que me acompañaban para afrontar
aquel carbón que me aterraba, me habían dado, anteriormente, sobradas pruebas de que se alegraban y querían que escribiera y que escribiera
bien.
No hay mentira, no hay traición,
desde la coherencia, la honestidad y el amor. Si falta algo de esto es cuando
recurrimos al engaño utilizando decorados para simular, o disimular, la realidad.
No cambio mis experiencias de
ilusión. Ellas me permiten seguir soñando aún.
José Luis Molina
12 de enero 2021.
1 comentario:
Hemos renunciado a la educación como intervención significativa y transformadora de la vida y de la realidad. Hay que recuperar el compromiso con la educación involucrándonos por la bien de la vida de los que vienen detrás. Merece la pena combatir un tipo de educación light basada en la superficialidad y en la apariencia que crea personas frágiles y carne de cañón.
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