jueves, 11 de abril de 2024

HILVANANDO LECTURAS

 



 

 

Las puertas cerradas por miedo.

En medio de ese miedo viven la experiencia de que Jesús está en medio de ellos, que estaba vivo.

En medio de ese miedo no hubiera sido raro no solo que se escondieran, sino más, que huyeran, que hubieran corrido a esconderse lejos de Jerusalén.

Pero, por el contrario, a pesar del miedo, miedo real ante un peligro real, en esa situación de pánico,  ocurren muchas cosas.

No solo, como ya he mencionado,  que  vivían la experiencia cierta de que Jesús está en medio de ellos, , de que la muerte no ha podido con él, de que está vivo, sigue existiendo. No es una psicosis, pero sí es una experiencia transformadora.

Descubren, precisamente, en los signos de su muerte, la certeza de su triunfo. No necesitan tocar y palpar pero si llegan a la comprensión de que el proyecto de Dios es más fuerte que los poderes de muerte. Y por ello, en medio de ellos, cae un nuevo maná que alimenta, fortalece y da valor a los reunidos. A pesar de miedo, paz. Paz. Una y otra vez se proclama la paz.

Paz a ustedes.

Paz entre ellos.

Paz para con los demás.

Paz desde el respeto, el tener en cuenta al otro.

Y aquí me paro.

No sé a ustedes, pero a mi este saludo, este deseo, este rocío liberador, hoy por hoy, me suena a fantasía.

Entre los que nos reunimos bajo el mismo techo, bajo una misma “confesión de fe”, la paz brilla por su ausencia con demasiada frecuencia. Identificada, tal vez, muchas veces, de buenos modales, frases hechas, apariencias, etc, pero muy lejos de la comunión, la empatía y la aceptación del otro.

¿Paz entre los que nos llamamos cristianos?  Habría que desbrozar mucho bosque de competencias y rivalidades.

Paz entre los que proclamamos una fe en un único Dios. Aquí la evidencia de la ausencia de paz es aterradora, trágica, insultante, criminal.

Y, sin embargo, somos enviados para ser agentes de convivencia, de respeto, de armonía, de solidaridad humana, de ser todos humanidad en nuestro Dios. Enviados a la manera de Jesús.

Y entonces estas puntadas llegan a una frase que me parece clave. Está en la primera lectura. Con la experiencia del Resucitado, de la resurrección, pasan por el miedo, la búsqueda pero, sobre todo, la coherencia con lo que descubren y experimentan. Ellos no tienen que enseñar las llagas, ni el costado ni las manos ni los pies pero daban testimonio de la resurrección. Y lo hacían con valor, con entusiasmo. Sin palabrerías.

No se llamaban hermanos con lenguas que luego traicionan, sino con el corazón empapado en el mismo empeño, sin rebajas, sin regateos: la vida nueva.

Termino pensando que hoy debemos también observarnos en el testimonio que de entre nosotros se puede discernir.

Un abrazo

José Luis Molina

7 de abril del 2024

CRUCES Y PAVESAS



 

 

 

Allá, en la raya,

rojo el firmamento

mientras el suelo negro

sigue ganando espacio.

 

No hay llanto ya,

no hay duelo,

resecas las mejillas,

sin lágrimas, se agrietan.

La mirada loca

anda perdida

recorriendo el espacio

o metiéndose dentro

por esa herida

que sangra, ya sin sangre,

y, abierta, se le escapa la vida.

Me aplasta la barbarie,

no soporto la escena

donde el poder, ufano,

se pasea y derrama

falsas palabras, ofensivas promesas.

 

En este campo

que perdió sus estrellas,

solo, de mi hombro cuelga

una mochila que pesa:

repleta de abrazos que apuñalan,

besos que envenenan,

muertos que gritan,

sus entrañas abiertas,

buscando el día

que les fue arrebatado.

 

Ingenuos los cristianos,

y tal vez culpables,

quedándonos parados

en un solo Calvario,

en un único Gólgota.

Muchos Gólgotas aúpan,

en el perfil de la noche,

cruces vacías con sus brazos vacíos

y, muchas veces, cruces vacías

de cuyas colgaduras se olvidaron.

 

Por el suelo, buscando,

hallé restos de cruces

dispersas y denunciantes.

Hice de ellos

un majano de leña:

Leña de cruces,

leña que ardiera

y quemara el crimen

y la muerte muriera.

 

Sobre las llamas

volaban las pavesas,

se extendía la luz

que cerró horizonte

Se abrió mientras se abría

en respuestas que esperan,

que te esperan

y que la vida necesita

para que lo sea.

 

Pascua de Resurrección 2024

José Luis Molina

 

 

 

lunes, 8 de abril de 2024

¿OS SUENA A VIERNES SANTO?

 


Si miras, siempre brillará el azabache

 

 


Por las veredas

que bordean el camino,

las alimañas

esconden su negrura

mientras aguardan

pase la frágil presa

pa´destrozarla.

 

Ayer era Romero

quien transitaba

buscando aires limpios

que curarán el asma.

Hoy se asoma Francisco

a una ventana

pues no quiere andar preso,

pero hay arañas,

tarántulas, viudas negras

con sangre envenenada

que se alambrean,

muerden, devoran

y enmarañan

brazos de libertad y vida.

 

La luna llena

quiere escurrirse pronto:

 Por una mancha oscura

 gotea carmín rojo

de una amapola alta

que allí quedó enganchada

volando desde un Gólgota cualquiera.

 

Solo una cosa brilla

en esta noche negra:

Los ojos de azabache

que Platero refleja

desde el brocal del pozo.

Pero él espera,

está esperando

para brincar,                          

que emerja el agua

que empapará la huerta

y regará la campánula

que, desde la luna,

tiñó una amapola.

 

José Luis Molina

29 de marzo del 2024

LA LUNA LLENA DE NISAN NOS LAVA

 



 

 

Jueves Santo.

Voy a celebrar la Eucaristía. La Cena del Señor.

Tal vez, ustedes también.

El evangelio de Juan, como siempre, me desconcierta, de alguna manera me descoloca.

Tradicionalmente los curas y mundo religioso en general (mucho más la jerarquía), siempre hemos puesto el acento en la fidelidad, la exactitud en las palabras de la consagración. Y yo no voy a borrar ese acento.

Pero el evangelio de Juan me cambia el ángulo:

 

Jesús se dispone a cenar, está reunido con los suyos. Teóricamente, porque Judas también anda colado, van a celebrar la Pascua, la experiencia del Paso de Señor con su pueblo para la liberación, para ser “pueblo suyo”

 

El manto: Bíblicamente el manto es símbolo de la identidad de la persona. Es expresión del “ser” de su dueño.

 

Jesús se levanta y se quita el manto. No niega su identidad. Ni  reniega   de ella: “Vosotros me decís Señor, y Maestro, y lo soy”

. No reniega de su identidad, pero se despoja de lo que esa identidad podría proporcionarle de encumbramiento. El manto, su categoría, lo que es, no puede ser obstáculo para su hacer. Entre el ser y el hacer tiene que haber total correspondencia equiparable.

Se quita el manto, pero se ciñe la toalla. Podríamos traducir también se coloca el delantal de servir. Todavía no es raro ver, en aquellos cuyo trabajo es servir la mesa, tener en la cintura, un delantal, un paño, una toalla , para limpiar lo que se necesite en el servicio. Máximo allí, en Israel, donde en el ritual de las comidas se incluía el ritual de las abluciones o lavatorios.

Se quita el manto, se puso el delantal y se convirtió en servicio. Servicio que limpia, servicio que hace crecer, servicio que libera, servicio que clarifica, , que rompe la oscuridad, el engaño y la traición, servicio que opta por el ser humano.

Y ese servicio se hace sacramento de participar de Dios, de participar de

Dios en Jesucristo. Ese servicio nos introduce de lleno, nos mete en la realidad de Dios. Es servicio de comunión.

 

Cuando termina la ritualidad del servicio, continua la cena: Celebrarlo. Hacedlo en memoria mía, nos dice.

 

De todo esto concluyo: De Dios se participa, con Dios se comulga, a través del otro al que  servir. Y orientar de esta manera la vida, da identidad (recupera de nuevo el manto) y nos impulsa, cuando todo lo anterior se da, a celebrarlo.

 

La Eucaristía, sacramento de Jesús, presencia de Cristo, no puede  anquilosar la vida y reducirla a la mera y estática contemplación.  De situarnos frente a ella tiene que surgir el servicio de me importa el otro, me encuentro con el otro, comparto con el otro y con el otro esperamos la plenitud de la vida, esa vida que a algunos les sigue siendo arrebatada en nuestro mundo.

Si somos felices cuando nos aman, no nos perdamos la alegría de amar.

Abrazos en Jueves Santo.

 

José Luis Molina

28 marzo 2024

 

 

 

 

sábado, 6 de abril de 2024

OLOR DE LA VIDA

 

 


Huele el campo a tierra,

a tierra mojada.

Suenan el campo y la tierra,

las grietas ya no gritan,

pero suena la tierra

que está pariendo hierba.

Con pinceladas firmes

reverdece el paisaje:

Brotó vida de nuevo

no solo en los sembríos,

también en las veredas

asoman margaritas.

Todo es aleluya.

 

Y yo, descalzo por la hierba,

siento me sube su olor,

olor de hierba nueva

con raíces eternas,

esas que yo conservo

recorriéndome todo

por arterias y venas,

raíces que al ayer

lo hacen presente y,

como rueda que gira,

engrana un todo cósmico

de fe, de amor y…ya,

de paz serena.

 

José Luis Molina

6 de abril del 2024

domingo, 31 de marzo de 2024

APRENDER A LEER EL PRÓLOGO


 


 

 

Mucho se ha escrito sobre el Domingo de Ramos y muchas veces desde una ideología, una mentalidad y una filosofía que nos han modificado el paisaje.

Esta manera de comenzar se justifica y se explica con lo que sigue. Y quiero ser breve.

Litúrgicamente, a este domingo, al evangelio que le corresponde o muchas de las cofradías procesionales que lo evocan, sabemos denominarlos y encuadrarlos con nombres y títulos grandiosos: Entrada  “Triunfal” de Cristo en Jerusalén, o términos similares. Y el adjetivo “Triunfal” se utiliza desde un sentido de éxito, de grandiosidad, magnificencia.  Tan es así en las procesiones (no hablo de las de la borriquita, que tiene más elementos costumbristas y folklóricos), sino de las litúrgicas, las que se integran en la celebración de la Eucaristía. En éstas, la entrada de Jesús es más solemne, más triunfal, cuanto más importantes sean las personalidades religiosas que las presiden y las autoridades civiles y militares que participan. Y aquí, en España, este esplendor se va a medir por un elemento externo clarísimo: La palma que estas personas llevan en sus manos. Si las preside un obispo, (de ahí para abajo), y guardando sitios de honor a las autoridades, se sabrá de lo triunfal que es lo que se celebra en esa liturgia  por la grandiosidad de la palma, algunas, cuanto más excelsas las manos que la sostienen, mejor, son en la artesanía de sus filigranas, auténticas obras de arte.

Y, sin embargo, la lectura del evangelio nos sitúa frente al acontecimiento de la pasión de un Dios que se despojó de todo  para asumir su papel en la historia en favor  de los débiles, oprimidos, perseguidos. Y ese es su triunfo que, precisamente, lo enfrentó con los que portean palmas como victoriosos trofeos.  

En estos momentos me viene, con añoranza, la ocasión en la que, en   la comunidad  de Quito (Ecuador) concluimos, como síntesis de reflexión, llamar a este domingo litúrgico “Domingo de la opción de seguir al Justo injustamente perseguido”.

Es otra manera, bien distinta, por cierto, de ver el triunfo. Ciertamente los evangelios toman elementos triunfales de su cultura medio-ambiental. Pero los mantos por el suelo y las ramas de aclamación no son proclamar y vitorear el triunfo de una competición, o la consecución de posiciones por encima o delante de los demás. Es optar y aclamarlo desde los caminos de la vida en la que nuestro espíritu, nuestra identidad, se hace sendero por donde transitará su propuesta y llegará a otros, al mundo, no olvidando que esta propuesta es una propuesta de cambio, de transformación de lo que deshumaniza y denigra por lo que da plenitud al ser humano en el que Dios se hace historia con nosotros.

Por eso, con los ramos en las manos, durante esta liturgia, pensemos , con claridad a quien aclamamos con nuestras vidas.

Un abrazo

José Luis Molina

24 de marzo del 2024.

 

lunes, 18 de marzo de 2024

GRANO DE TRIGO ENTERRADO

 


 

 

Les propongo que, antes de entrar en la reflexión de hoy, lean previamente las lecturas del domingo.

Estas lecturas son:

Jeremías 31, 31-34

Hebreos  5, 7-9

Jn. 12, 20-33

Bueno, pues si ya las han leído, vamos a revisarlas con detenimiento.

Dice Jeremías:

·      Llega el día.  No dice llegará, sino llega. Tiempo presente. Lo cual significa que la cosa es de ahora, no dejarla para después

·       En que no servirá la alianza antigua (tiempo anterior), alianza de cumplimiento, de hago para obtener beneficios y favores por encima de los demás.

Parémonos a pensarlo y darnos cuenta de lo que se está diciendo. Jeremías anuncia que el tiempo que llega con Jesucristo, la Nueva Alianza que Dios  establece con Jesucristo transforma, supera, rebasa la antigua alianza. Esto conviene tenerlo en cuenta para aquellas mentalidades que se encierran en encerrar a Dios (perdón por la redundancia) en un inmovilismo distanciado de la vida y su dinamismo. Jesús lo dijo con aquella frase que merece recordarse. “A vinos nuevos, odres nuevos”





·      La Nueva Alianza será así:

Se realizará construyendo su vivir desde la vida y el modo de vivir que nos ofrece. No será cuestión de aprender de memoria y teoría sino escrita en los corazones. No se tendrá que aprender doctrina sino vivir la Buena Noticia. No será saber la doctrina sino vivir según la intención que nos ha transmitido al corazón.

·      No se tendrá que ir diciendo, bajo castigo lo que hacer y vivir como ya saben. Porque no es una alianza de cumplo y miento, sin o una alianza de opción por Dios  que nos llevará a tener en nuestras vidas a los demás.

SiSi esto de Jeremías está claro, será fácil de entender el resto de los textos.

No consiste en que hagamos nuestro actuar como moneda para conseguir un premio que nos ponga por encima de los demás. El premio es la propia alianza que ya nos ha sido ofrecida.

Tampoco que a Dios le guste el sufrimiento, nuestro sufrimiento, para obtener los favores divinos. Se trata que tras esa alianza, y por esa alianza,  participamos de una vida concebida para por y con

Los demás. Porque nuestro yo no se justifica a costa de los demás sino en su existir para los demás.

Eso es ser grano y, en la tierra, engendrar vida para los demás, vida multiplicada para muchos. Jesús sabía de tener que asumir el enfrentamiento con los poderes contrarios  a esa alianza asumiendo las consecuencias de su opción por el sentido de la vida que daba razón a su venida al mundo.

 



Esa es la plenitud de la alianza que Dios nos ofrece en Cristo. Él es el autor de salvación al identificarnos con él.

 

Un abrazo

José Luis Molina

17 de marzo del 2024