lunes, 27 de noviembre de 2023

ABRAZOS QUE CURAN, ABRAZOS QUE SALVAN.

 


 


 

Estamos terminando el Año Litúrgico. Último domingo: Festividad o proclamación de Jesús como Señor.

Y nos encontramos con el texto clásico de este momento conocido como el Juicio final : Es continuación del texto del domingo anterior: la parábola de los talentos. Y debemos repasarlos para entenderlos.

Pues para la reflexión de este domingo me voy a permitir recurrir a una anécdota del domingo pasado.. Decir que esta anécdota es real y creo no hay inconveniente en utilizarla porque fue pública. Y creo puede ser ilustrativa para este domingo. Fue durante la reflexión compartida (homilía) de una de las eucaristías que celebré.

Resulta que mientras comentábamos y reflexionábamos sobre la Palabra, uno de los asistentes manifestó como que en  el relato de la parábola de los talentos, el final como que resultaba duro , intransigente,  difícil de encajar en el mosaico del Dios de la Misericordia.

Yo intenté darle una respuesta que fuera aclaratoria para su  interpelación. Era la respuesta que yo tengo al respecto. Él es el que podría decir si le sirvió.

Lo cierto es que comencé a contestarle  diciendo que una cosa que debemos evitar es ponernos en clave de premio o castigo. Cuando ésta es nuestra postura, no estamos bien, creo nos imposibilitamos  de entender a Jesús. Le decía que lo correcto era colocarnos en clave de propuesta, de afecto, de donación, de entrega. Esto sirve también para el evangelio de hoy.

Mientras le hacía esta puntualización me fui bajando  del presbiterio y me coloqué  en medio de la asamblea y a ras de ellos. Lo que seguía se entendería mejor no desde la altura sino abajo. A ustedes, hoy, les manifiesto la clave: Dios se abajó hasta la humanidad en Jesucristo (Filipenses 2, 5 ss) y así, desde nuestra altura, desde nuestra  , nos hizo su propuesta.

Cuando ya estaba abajo, en el pasillo, lo llamé por su nombre. Le dije: Haz el favor, ven. Él, al principio estaba confundido. No sabía si era un recurso de oratoria o se trataba de una llamada en serio. Yo insistí: Sí, te estoy llamando de verdad, ven, haz el favor. Se levantó un tanto tímido, cohibido, titubeante, se acercó a mi y me dijo: ¿Qué quieres?.

Le pregunté: Tú crees que si seguimos compartiendo historia, haciendo camino, podemos llegar a ser y llamarnos amigos en verdad?

Él contestó: Yo creo que sí, y eso es bonito.

Entonces yo el volvía preguntar: Y, ¿qué piensas? ¿crees que esta posibilidad se merece celebrarla con un abrazo?

Pues, sí – me dijo.

Pues démonos un abrazo, le dije.

Y concluí: ¿Entiendes? Yo bajé de ahí arriba para superar dificultades (gradas, escaleras) y te llamé con insistencia. Tú titubeaste. Por timidez, por pudor, … porque, simplemente , no quisieras moverte y eligieras quedarte en el banco, podías no haber acudido.. En ese caso, ¿Hubieras recibido el abrazo?. Evidentemente no. Y, siendo así, ¿te lo habría negado yo o hubieras sido tú el que  optabas por quedarte fuera?

Hasta aquí la anécdota.

 




Pero ahora añado algo con relación a este domingo. El evangelio de hoy nos indica  como son los abrazos, cómo la respuesta a la llamada: Optando por el ser humano, siendo el otro el que da contenido a mi yo, pero no según buenamente puedas, sino con radicalidad, porque mi soy está hecho de necesidades de los demás.

Así me encuentro con Jesús, así lo abrazo.

Pues bien. Termino. Se acaba el Año Litúrgico. La Liturgia no son ritos vacíos que se quedan en el rito sin más. Nacen de la realidad con un dinamismo que tiene que poner ritmo a la vida.

Los ciclos litúrgicos son agendas que atemperan el tiempo que tenemos para el abrazo.

Veamos este domingo como las horas de la caída de la tarde. ¿Cómo hemos ido  rellenando de abrazos los 365 días de nuestro DIA?

Un abrazo

José Luis Molina

26 de noviembre del 2023.

lunes, 20 de noviembre de 2023

SER FELIZ

 

Creo que somos como una maravillosa taracea.

Por todas las piececitas que llevo incrustadas

 

 

 



Ser feliz.

Feliz he sido

y aún lo sigo siendo.

Hubo lúgubres noches,

cataclismos,

la sinrazon  llenando mis sentidos

y mis sentidos llenos

de dolor, de lágrimas,

de agonía, de miedo.

Pero, a pesar de ello,

sin negarlo,

sin dictar ostracismo sobre ello,

recuperé para mis ojos luz,

mis lenguas y mis versos

se llenaron de cantos, no de gritos,

de susurros, no de lamentos.

Descubrí que los niños me miraban

y, en sus ojos, seguía habiendo

ritmo de espera y brillo  de esperanza,

que seguía habiendo brazos

para fundirse en brazos abrazados

y extendidos mientras gritan: espero.

No me hizo fuerte

pasar por la hecatombe.

Más bien todo lo opuesto.

Me fui haciendo frágil, pues sabía

con que facilidad se rompe el cielo

y experimente, más de lo deseado,

como crujían los huesos de mi alma,

como cristales que llevara dentro

y ,hendidos, hacían brotar la sangre

y las lágrimas que  mojaban

mi noche, mi suelo y mi cielo.

Y me hice vulnerable.

Pero, si no fuerte,

lo que sí me hicieron

fue ser capaz de resurgir después,

de seguir creyendo,

de seguir  creciendo,

de seguir queriendo.

Por eso digo, aún sabiendo

que la memoria nos hace permanentes,

que desde ello conseguí,

sin permitir que nada

borrara mis recuerdos,

poder decir hoy: feliz he sido

y feliz soy.

Con lo que tuve me sentí completo

y, compartiéndolo,

me sentí inmenso.

Y porque siento

que hay muchos que me quieren,

jamás me siento solo,

solo lo justo,

con la justa soledad

para no perderme de mi mismo

y seguir siendo lo que llevo dentro,

lo que hasta hoy, intento.

 

José Luis Molina

16 de noviembre del 2023

domingo, 19 de noviembre de 2023

RENTABILIDAD VITAL

 



 

 

Cuando en mi complicada vida, y después de , medianamente, superar acontecimientos tremendos, me encontré tomando la decisión de estudiar teología y optar por el ministerio de cura, me puse en contacto con el obispo. El que me correspondía, por mi residencia, era el de Sevilla.

Había que ir a plantearle mi intención.  Hablamos de muchas cosas, me hizo muchas preguntas: debía ser lógico, creo, en todos los casos. En el mío, dadas las circunstancias  y características de mi historia, entendía, perfectamente , intentara posicionarse lo más claramente posible.

El me propuso que, por escrito, yo le presentara mi intención (vocación) y tratara de fundamentársela. Que ello me ayudaría, a él y a mi, en nuestros respectivos discernimientos.

Y yo lo hice y, para ello, me apoyé recurriendo al capítulo 25 de Mateo.

Y lo hice porque, desde esa parábola entendía, y puedo decir que me fue muy costoso entender,  que la concepción de la vida, desde Jesucristo, y en este evangelio “escatológico” está muy claro, no es no romper un plato, no tocarlos, no usarlos, tenerlos guardados a buen recaudo, sino todo lo contrario. Que la vida, desde Jesús, es arriesgarse, arriesgarse a que se rompan los platos, pero por usarlos, por ponerlos al servicio, porque sean útiles. Que eso no nos exime de tomar las precauciones óptimas, todas, pero nunca permanecer en la repisa en inanición.

Entendí que la prudencia no es guardar silencio inteligente y oportuno, no implicarse en las situaciones vitales, sino todo lo contrario, eso sí, preparándose para saber hacerlo, pero que el hacer sea beneficioso, produzca sus frutos, aunque haya que correr el riesgo de también tener que asumir, en los momentos que sean, los platos rotos y. la responsabilidad  y la tarea de reconstrucción

Comprendo que ser buen padre/madre, pedagogo, sacerdote, compañero de camino, no es abrir las alas como paraguas protector para meter bajo ellas a los polluelos, resolverles los problemas y dificultades dándoles el camino trillado o impidiendo que cada uno construya su historia, sino todo lo contrario, era abrir los brazos para caminar juntos, tenernos a su lado para ser luz, apoyo, fuerza y abrazo que sellará la historia.

Comprendí que, lo importante no era tener muchos dones, muchas facultades, sino que asumiera el dinamismo vital de esos dones.

Entendí, en definitiva, que participar del Reino, vivir de él y en él, era la aventura de descubrir que en esos dones para servir estaba el premio, la plenitud de lo que realmente somos cada uno. Que quien optaba por no arriesgarse, por guardar precautoriamente, por “no hacer nada malo” pero a costo de “no hacer todo lo bueno (servicio) que estaba al alcance de mi mano”, se quedaba fuera. Tendría vida tranquila, sin sobresaltos, pero no tendría Reino.

En la lápida no quiero: ”no tuvo enemigos, todos le querían”. Mejor que ponga “ Se ENCONTRÓ con los demás”

Un abrazo

José Luis Molina

19 de noviembre del 2023.

sábado, 11 de noviembre de 2023

LOS PÁJAROS CANTAN AL ATARDECER

 



 

Tengo un amigo con el que, alguna que otra vez , hemos hablado y discutido, no hemos llegado a pelear, sobre la parábola del Evangelio de hoy.

Mi amigo me decía una vez que esta parábola, a Jesús, le había salido un poco radical. Le parecía excesivo que las doncellas necias se quedaran sin asistir a la fiesta de bodas. Con que las hubiera amonestado, hubiera sido suficiente. Total, de todas maneras, la comitiva siguió con las lámparas de las sensatas y hubo la fiesta.

Yo, una vez más, trate de explicarle, no sé si logré el objetivo, que para entender esta parábola no hay que ponerse en clave de premio o castigo. Que  más bien se trataba de la vida y la coherencia con las opciones y posicionamientos adoptados.

Para empezar, esta vez, nos fuimos a Wikipedia para entender los calificativos que Jesús aplica a cada grupo.

De  necio vimos se aplicaba a personas que insisten en los propios errores o se aferran a ideas o posturas equivocadas demostrando falta de inteligencia.

De sensato se aplica a las personas con buen juicio, prudencia y madures en sus actos y decisiones.

Toda esta conversación la manteníamos sentados en el banco de un parque.

Tras una pequeña pausa, un breve silencio, le dije que observara lo que estaba sucediendo en el banco de enfrente. Había unos ancianos que, después de discutir, se habían quedado en silencio.

Nos acercamos. Los habíamos visto otras veces con buenas relaciones de amistad pero siempre, simplemente, no habíamos pasado de saludarnos.

Les preguntamos que les pasaba. Uno seguía hosco , malhumorado y en silencio. Solo el otro nos contestó:

-         Miren, los dos padecemos de sordera aguda. Y esto ha contribuido a forjar nuestra amistad.

Vivimos en un barrio que es puro cemento vertical y asfalto horizontal.

Este parque no nos queda lejos. Los días despejados, en los atardeceres, después de dar un paseo, nos detenemos en esta rotonda para oír cantar a los pájaros. Pero hoy, cuando hemos llegado, el canto de los pájaros era magnífico. Yo exultaba de júbilo. Pero observé que mi amigo Casimiro, permanecía cabizbajo. Como no era extraño , hoy, como tantas veces, se había dejado los audífonos en casa. Me pidió le dejara los míos. El sabe que tenemos diferente tipo de sordera y nuestros audífonos son específicos, no son compatibles. Estoy tratando de hacerme entender que tenemos los audífonos como respuesta a la música de la vida. Que con ellos los dos podemos gozar de esa música, de esa vida y su poesía, y compartir las propias emociones, pero éstas, esas emociones, primero son personales. Y si desperdiciamos las posibilidades de vencer al vacío, no podemos aspirar a estar llenos.

Intentamos consolar a Casimiro. Sordo, sin audífonos y sin voluntad de escuchar, no creo nos entendiera. Si deseamos que su amigo, que llí quedaba intentándolo, lo lograra.

Nosotros continuamos paseando ya de regreso.

Yo me volví a ver a nuestros protagonistas y le pregunté a mi amigo:

-         ¿Tiene Casimiro derecho al enojo con su amigo, con los pájaros o incluso co él mismo? ¿Son injustos los pájaros? Ellos ofrecieron su canto. En el parque estaban. La cuestión no es buscar culpables.

Y concluí: Tenemos que buscar el momento, tener los medios, etc. Pero la vida es irrepetible. Si la dejamos pasar inhibidos, dormidos, etc, nos queda, por coherencia, asumir las consecuencias.

Consecuentemente la buena noticia pide personas coherentes.

Un abrazo

José Luis Molina

12 de noviembre del 2023

jueves, 9 de noviembre de 2023

BAÑO LUSTRAL

 



 

 

                                                                                                                                         Fue un bonito amanecer.                                                                                                                                                                                                                                                   Había llegado a  aquel refugio de noche. Creo que huyendo. Repetía. me repetía,  que necesitaba descansar. Lo cierto es que quería huir. Me pesaba demasiado el peso. El peso, sobre mis hombros, me aplastaba y sentía presionado mis pulmones. Difícil era respirar. Pero más difícil era necesitar hacerlo  con semejante dificultad: Se te negaba, o al menos dificultaba, lo que absolutamente era necesario.                                                                                      

  Había buscado, y encontrado, aquel refugio. Normalmente era compartido por viajeros diversos. Pero, en esta ocasión,  me alegré, no había nadie. ¡Solo para mi!. ¡Solo yo conmigo! Quería, pero no sabía, no me atrevía a asegurar que lograra, también,  solo yo con  Dios                                                                                                  Sobre la cama dejé la maleta.                                                                                              Con el alma cansada  abrí las puertas que daban a la terraza. Me senté en el suelo, apoyé mi espalda sobre la pared y busqué una postura que me permitiera olvidarme de la posición de mi cuerpo ni de sus funciones.                                                                                                                                                                                            Por mucho tiempo, o tal vez menos, pero algún tiempo, fijé  los ojos en el firmamento. Demasiadas estrellas para encontrar  una que fuera la mía. Poco a poco fui cerrando los ojos. El adagio de Albinoni  comenzó a recorrerme. No sé cuanto tiempo estuve bailando, deslizándome llevado por su melodía. Y en mi soledad me sentí sumergido entre gentes cuya mirada besaba, cuyos brazos acariciaban, cuyos pies acompañaban. Gentes que creía haber dejado atrás pero, no, ciertamente me acompañaron siempre porque merecían la pena.  Después, poco a poco, a la melodía instrumental se le añadían las hojas meciéndose mientras los    árboles se cimbreaban. Yo, que me había considerado con Jonás  , miembro de la humanidad que huye, me acordé de Leyre, de la leyenda del abad Virila,...                                       

  Estaba amaneciendo.                                                                                                         ¿Qué había pasado?. No lo sé.                                                                               Entonces me di cuenta de que la terraza sobresalía de la casa suspendida sobre un barranco grande, hermoso y terrible, imponente ... y, al final de él, una playa y un mar, un mar sereno cuyas pausadas olas se incorporaron a la melodía que me había ido empapando.                               

  Me levanté. No estaba entumecido. Tampoco tenía sueño. Tenía, eso si, la sensación de estreno. Aquel amanecer suponía salir del baño lustral ...                                                                                                                                                                                         Estrenaba amanecer. Y al borde del barranco se murieron las furias y las asfixias. Barranco abajo, rebotando, se precipitaban el alacrán y la serpiente, el miedo de lo oscuro, la traición y la amargura disfrazada de rezos. Pero las rocas no dejaron se deslizaran hasta el mar. Quedaron allí, entallados en sus propios cepos.                       Volví a mirar el mar y los rayos de sol fueron acariciándome. 

Y me dispuse a regresar. No es bueno que el hombre esté solo. Solamente cuando, en soledad, crece para el encuentro,                                                                                                                                                                                                                                        José Luis Molina                                                                                                                                                                                                   8 de noviembre del 2023.

PD.- Leyre, monasterio navarro

        La leyenda de san Virila, de dicho monasterio

lunes, 6 de noviembre de 2023

LA HUMILDAD DE SER PRIMERO



 

 

 

“ El primero entre vosotros será vuestro servidor”

Una frase bonita. Una frase que se utiliza con frecuencia, a la que recurrimos cuando queremos que una  intervención nuestra quede redonda.. Pero una frase que lleva consigo una serie de implicaciones que no podemos ni debemos soslayar.

Por ejemplo el término el primero.  No se trata de negarlo si se es. No se trata de , con una falsa humildad, descaradamente hipócrita, lo rechazamos  y en el fondo pensamos que tenemos un peso específico. Se trata, más bien, de que esas potencialidades que nos hacen ser significativos:

·      Primero: las recibimos y las asumimos como un don, con

                 gratuidad.

·      Segundo: Que tengamos claro que, desde Dios,     los hemos

                  recibido para beneficio de los demás.

·      Tercero: Que, por consiguiente, ante ello, no es coherente  

                  andemos poniendo pegas: No puedo, estoy cansado, no

                  se lo merece, tengo mis cosas, no estoy dispuesto me

                  alteren mis rutinas, mis horarios, mi tiempo más allá

                  de lo que estoy  dispuesto a dar

Ser servidor es SER uno mismo, lo que uno es serlo en función del beneficio de los  demás, pero  cuidado, no es una justificación del paternalismo  . El paternalismo puede resolver una situación en un cierto momento, pero genera dependencia, estómagos agradecidos, posturas interesadas, adulación (todo ello revierte que el servicio me beneficie a mi) pero no lleguemos al bien común que es ayudar a que cada uno asuma, con responsabilidad, su vida y afronte las consecuencias. Y en ese “hacer él” es donde tiene que contar con nosotros.

El primero entre vosotros, será vuestro   servidor..

Vuelvo a decir; bonita frase. No tiene desperdicio. Pero, precisamente porque es fundamental, no debemos profanarla, no debemos adulterarla o  distorsionarla. Lo que llevo comentado puede entenderse y aplicarse en un sentido amplio, aplicable a la vida en cualquier situación.

Pero, además, la expresión que estamos comentando, Jesús la remarca con una expresión muy importante, aunque no siempre se le da reconocimiento: Vosotros, en cambio, no …       Y con ella ubica hacia dentro, hacia el interior de la comunidad también. No os la deis de importancia, sino poneros al servicio de los otros para ayudarles en la opción colectiva de crecer como constructores del Reino. Y en ese servicio , en ese ayudar, nos pareceremos al Padre.

Que así sea.

Un abrazo

José Luis Molina

5 de noviembre del 2023                                                             

LOS SUEÑOS, ¿SON SOLO SUEÑOS?

 


Hace unos días, alguien,  haciéndome un comentario, me refirió la experiencia de El Principito y la rosa:: "Yo soy responsable de mi

rosa"                                                                                                                                                                                                             Son muchas las veces que he leído esta maravilla de libro. Tantas que casi no necesitaría ir pasando las hojas para transitar por él.       Pero en esta ocasión que comento, la referencia me provocaron las ganas de pasearme por él una vez más.                                                                       Y me puse de nuevo a leerlo. Pero los años no perdonan. Cuando me encontraba por la archiconocida conversación  del Principito y el zorro, de la espera como presencia anticipada, de los campos de trigo y del amor que hace transcendente la realidad,  empecé a sentir sueño. Y me fui durmiendo. Lo curioso es que yo me daba cuenta de irme durmiendo, de apoyar mi cabeza sobre mis brazos encima de la mesa y, por fin, de sentirme dormido.

 

 


 

 

Seguí dándome cuenta  de que estaba dormido pero empecé a abrir los ojos, no sé si estaba saliendo del sueño, y a la altura de mis ojos aparecía la superficie brillante del tablero de la mesa. Era inmensa. Era una superficie inmensa como las llanuras de Castilla o La Mancha. Pero esta superficie grande, brillante, aparecía blanca, como nevada.                                                                                                                   Y empecé a oír como un rumor de cantos de júbilo, de fiesta. Si, eran rumores alegres, cantos de fiesta. No había camino en aquella superficie helada. Pero en un momento comencé a ver como una especie de sendero que se iba abriendo y, por él, acercándose mucha gente. Yo diría que una multitud  (Ap. 7) Al principio eran tan solo unas manchas, sin color definido. Se fueron acercando y, poco a poco, pareció como si el blanco se soltara de la nieve y, elevándose, iba cubriendo, vistiendo a los caminantes. Y en los lugares de donde se había elevado el blanco que vestía a aquella multitud progresivamente, el suelo se iba dorando y de él se levantaban  espigas mecidas por el viento como los cabellos del Principito. Y comprendí; Esta tierra, preñada de pan abrazaba, mecía y cantaba nanas cuando el aire se movía entre las espigas. Esta tierra dorada, hecha pan para la vida, eran los cabellos del Principito soñado, añorado, esperado. Estas espigas, hechas promesas de pan eran un mundo posible.                                                                                                                                                       De pronto, junto a mi, el Principito me decía: Mira, observa: Las personas, al mismo tiempo que la túnica blanca las viste, ellas visten el campo de trigo dorado. Y van dorando los campos a medida que avanzan haciendo camino, escribiendo la historia de cierta manera. Mira ahora: Allá hay un grupo que al vestirse de blanco, de sus manos cayeron amapolas en medio del trigal. Vienen de Gaza, cayeron con una bomba que los derribó mientras luchaban por mantener las vidas que estaban siendo arrebatadas.                                                                           Y, si observas, también suenan cantos de pájaros diversos. Son aquellos otros que se convirtieron en besos, en abrazos, para  amainar los alaridos de dolor y llanto.. Otros de más allá, vestidos de blanco pero con guirnaldas multicolores en el pelo fueron coronados en sus esfuerzos por la igualdad, el respeto y la aceptación de la diversidad. Y las gargantas  que cantan, también igualmente revestidas de blanco, han sentido trocarse sus gritos de reclamo de justicia y de denuncia de iniquidades o de defensa de los débiles.                                                                                         Ya estaba llegando hasta mi la comitiva. Nuevamente el Principito me habló. Me decía: Ánimo. Adelante. Tú también tienes tu sitio. Ocúpalo. No lo dejes pasar. Cuando vayas en el camino, al contemplar como se van dorando los campos, sentirás que yo, lo que amabas y reflejabas en mi pelo dorado,  están contigo.                                                                                                                                                                    Al llegar aquí me desperté. Entre mis manos había unas cuartillas de papel, escritas, y un bolígrafo.                                                                                                                                                     Ahí os las dejo.                                                                                                                                                                                                                     Un abrazo 

José Luis Molina

1 de noviembre del 2023  

 

                                                                                                                                                                              

DE AMORES, NO DE AMORÍOS

 



 

 

Posiblemente no haya, en la Biblia, nada de lo que se hable tanto como

del amor. Esto significa que, por lógica, deberíamos ser expertos  en amor, campeones en derrotar el odio, experimentados en el perdón y la misericordia, referentes y garantes de paz, personas de quienes  estar seguros no recurrirán a la venganza.

¿Crees, creemos, que, en la realidad, somos eso, somos así? Convendría que, con honestidad nos autorradiografiemos .

No tengamos miedo, Vamos a encontrar fallos contra el amor.  Y no es que esto no tenga importancia. Pero es peor si estamos acostumbrados a ello y no nos altera el pulso ni nos produce zozobra.

Que profundo “sentido religioso”  se le da a la frase “queridos hermanos”, que tiene  más de retórica que de otra cosa. Pero, sea como sea,  frase que , a todas luces,  es insuficiente. Pues sabemos que ser hermanos no es garantía de nada.

Jesús va más lejos.

En su respuesta dice:  El primero amarás al Señor, tu  Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, es decir, con todo tu ser. El segundo es semejante al primero. Es lo mismo: Amarás al otro como a ti mismo. Y estos dos reside toda religión, toda voluntad de Dios. La religión, la voluntad de Dios , es lo que nos propone para ser hijos suyos aceptándolo como el esqueleto de nuestro vivir. Y este vivir es tener en cuenta, valorar, optar, respetar al otro en la misma medida y con el mismo contenido de lo que consideras bueno  para ti.

Si se da de verdad el primero, nos tiene que llevar al segundo, pero no buenamente, sino esencialmente, radicalmente. Si no se da lo segundo, el primero tampoco será cierto.

Solo, para terminar, puntualizar algo. Cuando se habla de amor al prójimo no se trata de sentimentalismos sensibleros. Se dice amor al prójimo porque el otro lo tengamos próximo, forme parte de nuestra piel, de nuestra sensibilidad y de nuestros sentimientos.  Se trata de tener claras las líneas rojas que lo dañan y no caminar por ellas ni traspasarlas, evidentemente.

Para ello os recomiendo que leáis despacio el texto de Éxodo 22, 20-26 de este domingo, traduciéndolo a situaciones  de hoy. ¿Qué sería hoy quedarse con el salario? No pagar el precio justo, quedarse con el beneficio de manera injusta y desproporcionada que al otro le corresponde, etc. ¿Qué sería retener el manto más allá de la noche para protegerse del frío y reposar la cabeza en una sociedad en un mundo con casas que se deterioran de estar vacías, con las que se manipulan e los arrendamientos de viviendas, cuartos, balcones o camas calientes, mientras el otro duerme a la intemperie? Un mundo donde el poder ha establecido fronteras de lo propio e impide sea la casa de todos a donde poder llegar en vez de cavar su sepultura en los mares.

En la actual situación de Gaza, Ucrania, Sudan, el pueblo saharaui como resuena ese sentirlo como parte de tu piel, una piel quemada en un porcentaje elevadísimo sin arrancarnos el sufrimiento real, el dolor, las lágrimas…

Un abrazo

José Luis Molina

29 de octubre del 2023