sábado, 11 de noviembre de 2023

LOS PÁJAROS CANTAN AL ATARDECER

 



 

Tengo un amigo con el que, alguna que otra vez , hemos hablado y discutido, no hemos llegado a pelear, sobre la parábola del Evangelio de hoy.

Mi amigo me decía una vez que esta parábola, a Jesús, le había salido un poco radical. Le parecía excesivo que las doncellas necias se quedaran sin asistir a la fiesta de bodas. Con que las hubiera amonestado, hubiera sido suficiente. Total, de todas maneras, la comitiva siguió con las lámparas de las sensatas y hubo la fiesta.

Yo, una vez más, trate de explicarle, no sé si logré el objetivo, que para entender esta parábola no hay que ponerse en clave de premio o castigo. Que  más bien se trataba de la vida y la coherencia con las opciones y posicionamientos adoptados.

Para empezar, esta vez, nos fuimos a Wikipedia para entender los calificativos que Jesús aplica a cada grupo.

De  necio vimos se aplicaba a personas que insisten en los propios errores o se aferran a ideas o posturas equivocadas demostrando falta de inteligencia.

De sensato se aplica a las personas con buen juicio, prudencia y madures en sus actos y decisiones.

Toda esta conversación la manteníamos sentados en el banco de un parque.

Tras una pequeña pausa, un breve silencio, le dije que observara lo que estaba sucediendo en el banco de enfrente. Había unos ancianos que, después de discutir, se habían quedado en silencio.

Nos acercamos. Los habíamos visto otras veces con buenas relaciones de amistad pero siempre, simplemente, no habíamos pasado de saludarnos.

Les preguntamos que les pasaba. Uno seguía hosco , malhumorado y en silencio. Solo el otro nos contestó:

-         Miren, los dos padecemos de sordera aguda. Y esto ha contribuido a forjar nuestra amistad.

Vivimos en un barrio que es puro cemento vertical y asfalto horizontal.

Este parque no nos queda lejos. Los días despejados, en los atardeceres, después de dar un paseo, nos detenemos en esta rotonda para oír cantar a los pájaros. Pero hoy, cuando hemos llegado, el canto de los pájaros era magnífico. Yo exultaba de júbilo. Pero observé que mi amigo Casimiro, permanecía cabizbajo. Como no era extraño , hoy, como tantas veces, se había dejado los audífonos en casa. Me pidió le dejara los míos. El sabe que tenemos diferente tipo de sordera y nuestros audífonos son específicos, no son compatibles. Estoy tratando de hacerme entender que tenemos los audífonos como respuesta a la música de la vida. Que con ellos los dos podemos gozar de esa música, de esa vida y su poesía, y compartir las propias emociones, pero éstas, esas emociones, primero son personales. Y si desperdiciamos las posibilidades de vencer al vacío, no podemos aspirar a estar llenos.

Intentamos consolar a Casimiro. Sordo, sin audífonos y sin voluntad de escuchar, no creo nos entendiera. Si deseamos que su amigo, que llí quedaba intentándolo, lo lograra.

Nosotros continuamos paseando ya de regreso.

Yo me volví a ver a nuestros protagonistas y le pregunté a mi amigo:

-         ¿Tiene Casimiro derecho al enojo con su amigo, con los pájaros o incluso co él mismo? ¿Son injustos los pájaros? Ellos ofrecieron su canto. En el parque estaban. La cuestión no es buscar culpables.

Y concluí: Tenemos que buscar el momento, tener los medios, etc. Pero la vida es irrepetible. Si la dejamos pasar inhibidos, dormidos, etc, nos queda, por coherencia, asumir las consecuencias.

Consecuentemente la buena noticia pide personas coherentes.

Un abrazo

José Luis Molina

12 de noviembre del 2023

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