domingo, 30 de diciembre de 2018

PREGÓN DEL AÑO NUEVO




NUEVO BELÉN, AÑO NUEVO
Este es el pesebre nuevo, el último de este año y el primero del año nuevo. Falta la burra, falta el buey, y el árbol de navidad.
Y faltan muchas cosas más. Te sugiero las estrellas, el arco iris y el mar, un mar que acerque y que salve, que, dejándose surcar, haga fácil el encuentro. También faltan un dromedario y una palmera, hojas caídas que bailan cuando el viento las acuna y, también, por qué negarlo, alguna que otra lágrima que haga provocar tu abrazo.
Ahí lo tienes, casi desnudo,  no del todo, porque está lo verdaderamente importante: la vida que hace cantar.
Pero sí, casi vacío, ese año nuevo está para ser tú quien coloque, de lo sugerido y más, lo que haga que, de fondo, se oigan charangas y panderetas mientras, transcurriendo, van hasta el siguiente año.
Tú, sí, tú sin escapatoria, serás el que lo habrá de adornar .
¿Con qué?
Eso tú, cada día lo irás cantando con tu vida, con tu andar.
                    
            José Luis Molina
                                                                                                                                                                     31 diciembre 2018

viernes, 21 de diciembre de 2018

OTRO RELATO-REFLEXIÓN SOBRE LA NAVIDAD

Creo en las estrellas de Navidad

por Blogger
estrellas-de-navidad-maderas-600x600MIGUEL ÁNGEL MESA, miguelmesabouzas@gmail.com
MADRID.
ECLESALIA, 21/12/18.- Creo en la paz del corazón y en el esfuerzo por llevar esa paz al mundo en que vivimos.
Creo que Belén es la Casa del Pan, un pan partido, repartido, compartido, para que no haya más hambre en nuestro barrio, en nuestra ciudad, en nuestro mundo.
Creo en los pastores que escuchan la buena noticia y dónde se encuentra el «Dios con nosotros», que salen a su encuentro y, por lo tanto, comparten lo que son y tienen con los marginados y excluidos de nuestra sociedad.
Creo en las estrellas que ya murieron, pero que nos han dado vida y conducido a donde nos encontramos hoy, a lo que somos, a lo que anhelamos ser.
Creo en las estrellas que continúan naciendo y nos siguen abriendo nuevos caminos, inéditas sendas a recorrer, ilusiones que prender en nuestro ojal, destellos llenos de fulgor para nuestros ojos apagados.
Creo en la buena noticia de Jesús de Nazaret, la más profunda humanización del misterio del amor de Dios, en la alegría y la esperanza que nos infunde y, a través de nosotros, en los demás.
Creo en ese otro mundo posible que nos animó a construir, por la dignidad y la felicidad de los seres humanos, para eliminar la injusticia, el odio, el llanto, la desilusión.
Creo que la Navidad acontece cada día del año, cuando trabajamos por la paz y la justicia, por el amor encarnado, por una nueva humanidad más fraterna, libre, en paz. Junto a la naturaleza y el universo que nos rodean, nuestro verdadero hogar, en el que nacimos y al que volveremos, para ser de nuevo polvo de estrellas luminosas, ardientes  (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

jueves, 20 de diciembre de 2018

MI FELICITACIÓN DESDE MI CASA, DESDE MI VIDA Y DESDE, LO QUE MI HISTORIA, ME HA AYUDADO A DESCUBRIR COMO SE PUEDE FELICITAR LA NAVIDAD SIN QUE SEA PECADO


Sé feliz trabajando por hacer realidad lo que la Navidad significa.

                                       José Luis Molina                                               Navidad 2018

REFLEXIÓN SOBRE LA NAVIDAD


Os recomiendo su lectura.

Hola, que ya es otra vez Navidad

por Blogger
Que digo yo que ya está llegando de nuevo la Navidad, como ocurre todos los años, mejor dicho, en tanto que la cosa del pasar años siga funcionando como lo hace ahora: con nosotros dentro, dando vueltas metidos en la rueda de este molino del año tras año, rueda a la que, dicho sea de paso, le tengo mucho apego, aunque ya sé que, a no tardar, se terminara parando (para cada uno a su debido momento), pero a lo que iba, que te quiero decir que opino que estas son unas fechas excelentes, además de para desearte lo mejor, que lo hago de todo corazón, para ponerme a charlar un poco contigo, que necesidad hay de ello, pues, siendo cosa muy conveniente, la practico poco, y para empezar te diré que, en cuanto me puse a escribirte, lo primero que se me vino a la cabeza fue que me veo cambiado, que observo que, de año en año, percibo las cosas, entre ellas la Navidad, de distinta manera y, aunque obviamente no soy muy original en esto, te lo quiero señalar pues me lleva a pensar que estoy llegando a ser alguien muy distinto del que era hace no muchos años y no digamos si me remonto a mi niñez, que me acuerdo de que la Navidad era, para el niño Juanito, ir a comprar el pavo con sus padres, los turrones y los Reyes Magos, que hojeaba yo los periódicos con gran avidez para encontrar en ellos a los Reyes Magos, que aparecían dibujados en bastantes anuncios y, en viéndolos, sentía una sensación de éxtasis indescriptible y, cuando me llevaban a misa y el cura hacía referencia a los Magos de Oriente, quedaba yo enormemente defraudado, que lo que él decía eran cosas sin importancia, que nada se comentaba de lo sustancial, de los juguetes que ellos traían, de aquella forma tan perturbadora, en la noche mágica del 5 al 6 de enero, y, volviendo a estos días de ahora, hoy ando yo, en lo tocante a la Navidad, como el que mira a una de esas personas que, para ganarse una perrillas, se ocupan en distraer a los chiquillos disfrazándose de peluches, que no se les ve a ellas sino a los peluches que las revisten, pues así me pasa a mí con la Navidad, que miro y lo que alcanzo a ver es bullicio, luces, mucho comer, regalos, que parece como si al nacimiento de Jesús se le hubiera recubierto con un disfraz de Papá Noel, que a este sí que se le ve por todas partes, pero, volviendo a lo que yo estaba, a ese cambiar mío del que te hablo, acontece que no necesito remontarme a la infancia para poder apreciarle, pues no hace mucho yo tenía por cierto que, aquello de que Jesús había venido a salvarnos del pecado, venía a significar que con su muerte se posibilitaba nuestro acceso a los cielos, permitiendo que nos pudiéremos librar de la condenación eterna, pero este cambiar mío, del que te estoy hablándote, me ha llevado a ver las cosas hoy de un modo muy diferente, me ha llevado a pensar que el fruto de la venida de Jesús es él de guiarnos a trabajar por el amor y la justicia, que eso, a buen seguro, sí que nos ha de librar del pecado y que también, además de esto, te quiero decir que, con el modo de pensar que ahora me traigo, la Navidad pasa a ser un espléndido acontecimiento que puede llevarnos a vivir de otra manera, con amor y con justicia, y ya acabo, que, con lo que va dicho, espero haber logrado transmitirte algo del como me encaro con esta nueva Navidad que nos llega, que a eso venía yo, y que, bueno, que un buen abrazo, con mis mejores deseos,
Juan de Burgos Román
jgudor@gmail.com

sábado, 15 de diciembre de 2018

ADVIENTO

Tiempo de esperanza y compromiso

por Blogger
gre201613597.png
GABRIEL Mª OTALORA, gabriel.otalora@outlook.com
BILBAO (VIZCAYA).
ECLESALIA, 14/12/18.- El término "Adviento" viene del latín adventus, que significa venida, un tiempo de preparación espiritual y celebración del nacimiento del Niño Dios. Su duración incluye a los cuatro domingos más próximos a la liturgia de la Navidad (la Natividad), aunque en el caso de la iglesia Ortodoxa llega hasta los 40 días. Curiosamente, lo que debería ser un tiempo para los cristianos de hacer sitio a la Palabra, es la época del año en la que respondemos mejor al bombardeo por tierra, mar y aire de la publicidad para gastar y comprarlo todo.
Esta grave inconsecuencia adquiere unos tintes muy poco festivos cuando reflexionamos el Adviento al calor del mandamiento de amar a Dios sobre todo, y al prójimo como a nosotros mismos. Dicho de otra manera, el Aviento litúrgico está inseparablemente unido al adviento de los millones de refugiados que vienen a nosotros, y sus hermanos en el Señor, es decir nosotros, no les recibimos. Mansamente nos vamos olvidando del drama que tenemos ahí, en la puerta de una Europa oficial que ha echado sus valores solidarios por la borda.
Mientras no toca de cerca, no reaccionamos. Lo plasma muy bien el poema del P. Martin Neimöller con el que denunciaba la cobardía de los intelectuales alemanes ante los nazis:
“Cuando vinieron a buscar a los comunistas, yo no dije nada porque no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera alzar la voz para protestar”.
Atrás quedó la proclama ética "Indignaos" de Stéphane Hessel ante la indolencia generalizada de una Unión Europea cada vez más autocomplaciente dando la espalda al adviento de quienes huyen de la guerra y el hambre a base de hurtarles el derecho internacional de refugiado de guerra.
El Adviento tradicional llega viciado por el absurdo materialismo consumista e indiferente a la realidad de los que huyen de esta guerra. (Etimológicamente, absurdo viene de “sordo de oído”). El contrapunto a las conciencias adormecidas son los movimientos solidarios, cristianos o no, comprometidos con el otro adviento de los refugiados actuales y de los que siguen llegando por el Mediterráneo cuestionando nuestras actitudes. De momento, no parece que las proclamas del Papa Francisco y de las ong´s hacen mella en los dirigentes europeos. Aun así, yo mantengo la esperanza porque muchos, en silencio, trabajan por un mundo mejor.
Es tiempo de esperanza pero también de compromiso. No podemos ningunear el Adviento pasando sin pena ni gloria por encima de estas cuatro semanas y plantarnos ante las llamadas fiestas navideñas cada vez más centradas en el gran al dios Mamón y acudiendo a las celebraciones litúrgicas como guindas del sinsentido y de la contradicción de fe. Los católicos del Primer Mundo participamos de la actitud consumista sin que se nos pueda reconocer muchas veces como tales cristianos al comportarnos como los que no lo son.
Si la Navidad ha perdido su significado es porque nos hemos quedado en la celebración en lugar de centrarnos en la experiencia. Teresa de Calcuta lo expresó muy bien: Es Navidad cada vez que doy el amor de Dios a través de mí. Sí, es Navidad cada vez que sonrío a mi hermano y le ofrezco mi mano. Sobre todo esto tenemos que reflexionar y orar en las semanas que tenemos por delante (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

lunes, 3 de diciembre de 2018

COMUNICADO DE LA XIX SEMANA ANDALUZA DE TEOLOGÍA.- Torrox

“Misericordia y justicia ante la desigualdad global”

por Blogger
dibujo2bgrises1823, 24, 25 noviembre 2018
“MISERICORDIA Y JUSTICIA ANTE LA DESIGUALDAD GLOBAL”
Comunicado de la XIX Semana Andaluza de Teología
Torrox (Málaga).
ECLESALIA, 03/12/18.- La producción de “residuos humanos” -es decir, las poblaciones “superfluas” de migrantes, refugiados y demás parias empobrecidos- es una consecuencia del proceso globalizador a nivel mundial y su ensalzado progreso económico. Dicha globalización provoca un número cada vez más elevado de personas privadas de medios adecuados de subsistencia, al mismo tiempo que el planeta se está quedando sin lugares habitables para ellas y tal vez algún día también para todos los humanos en un desastre ecológico global.
La Unión Europea carece de respuestas ante los desafíos que plantea nuestro entorno geoeconómico y geopolítico. No tiene visión estratégica ni a largo ni a medio plazo. Deja al Mercado gestionar “automáticamente” la demanda migratoria y no quiere asumir su responsabilidad política y moral para con refugiados y migrantes. Su falta de visión y decisión, de previsión y de gestión de las migraciones beneficia directamente a los movimientos y partidos políticos xenófobos y a los traficantes de personas. Podemos decir que la crisis de las migraciones es la crisis de la propia Europa como proyecto humanizador y civilizatorio que pretendía ser un verdadero espacio de libertad, justicia y seguridad al servicio del reconocimiento e igual garantía de los derechos humanos.
Las migraciones interpelan: o apostamos por ser humanos en una sola humanidad, o se agudizarán las diferencias practicando la cultura del “descarte” que dice el Papa Francisco. Leyes de extranjería cada vez más severas y criminalizadoras, crueles medidas de control de fronteras, políticas de extrema dureza contra los “fugitivos” (migrantes o refugiados), miles de ahogados en el mar, gobiernos que no quieren ver ni hacer justicia, trabajadores extranjeros a explotar y sin derechos, auge de la xenofobia y de populismos que propagan el odio étnico, el temor y el rechazo a quienes llegan hasta aquí: personas con la muerte a su espalda y un muro ante su rostro. Vivimos enredados en una dinámica de rechazo de “los otros”, víctimas silenciadas, olvidando que en ellas nos jugamos nuestro propio ser, personal y colectivo.
Discriminar, invisibilizar, ignorar, minusvalorar, marginar, explotar son prácticas cada vez más extendidas en nuestras sociedades y forman parte de la experiencia cotidiana de las personas y colectivos que las sufren: mendigos, los sin techo, migrantes y refugiados, desempleados y parados, mujeres víctimas de trata, pensionistas empobrecidos, desahuciados, barrios marginales y marginados, minorías de todo tipo, etc.
La discriminación femenina es un hecho evidente en toda sociedad y en todo el mundo. Aunque es verdad que la desigualdad no se presenta con la misma intensidad en todas partes y culturas, lo cierto es que dicha desigualdad está presente en todas ellas y siempre obedece a la misma causa: el patriarcado como sistema simbólico y social creado y organizado por los varones. Un sistema que vive en los discursos ideológicos y se concreta en las estructuras sociales que priorizan el ejercicio del poder masculino con instituciones y normas opresoras para las mujeres.
El duro recorrido histórico del feminismo por lograr la igualdad de género tiene aún muchos retos hasta alcanzar la autonomía personal y el reconocimiento social de las mujeres. Frente al patriarcado dominador y dominante ya no hay marcha atrás en lo conseguido por las mujeres, que apuestan por rozar lo increíble y tener su lugar en un mundo no pensado para ni por ellas. Vivir como diferentes y a la vez como iguales y construir una sociedad igualitaria es un largo camino siempre por hacer.
Ante la irracionalidad, silenciamiento e indiferencia de cuanto sucede en el mundo y en nuestros entornos más próximos, no podemos olvidar nuestra misión como ciudadanos/as y como cristianos/as: ACOGER. La acogida debe prevalecer sobre leyes, normas y protocolos. Hemos de cuidarnos mutuamente. Porque la acogida no es algo unidireccional. Acojo si me dejo acoger. Me acogen si soy capaz de disponerme a la acogida. Esos cuidados recíprocos son los que nos constituyen como personas y como comunidad cristiana. Acogida, cuidados, comunidad, solidaridad, gratuidad, etc. son obligación de justicia y son adjetivos necesarios que pueden hacer de la vida colectiva y personal algo completamente diferente y más feliz. He aquí la tarea que nos queda: salvar lo que nos salva y contar con los que no cuentan.
Sabemos que el compromiso del seguimiento evangélico conlleva un decidido combate contra la idolatría del dinero, del poder, del consumo, de la violencia. En otras palabras, un combate a favor de la justicia que se desborda en la solidaridad como plenitud de aquella. Misericordia y justicia son los criterios para discernir, probar y comprobar que nuestra adhesión a Jesús de Nazaret es creíble y nos aproxima a la propuesta de que otro mundo es posible y necesario (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

jueves, 29 de noviembre de 2018

BÚSQUEDA ESENCIAL










Te busqué
a través de una vieja cerradura.
Te llamé, en silencio,
por la rendija de una vieja puerta.
Quise sentirte
mientras mi mano,
arrastrando su palma por el muro,
buceaba en las olas encaladas.
Con mis dedos te busqué
entre las breñas rutilantes de luna.
Pensé: tal vez tu aroma
me indicará la senda;
en la piedra lanzada que se estrella
en el acantilado bravo
que ruje junto a mí
creí  podría, tal vez, percibir tu estela.
Más tarde que temprano descubrí
que era a través de mí
donde podría encontrarte
y después, eso sí, proyectarte,
llamarte, perseguirte y abrazarte.
                           José Luis Molina                 23 de noviembre 2018

lunes, 26 de noviembre de 2018

PARECE QUE NO QUEREMOS ENTENDER

Dios llegará por otros caminos

por Blogger
Juan Bautista caminosJUAN ZAPATERO BALLESTEROS, zapatero_j@yahoo.es
SANT FELIU DE LLOBREGAT (BARCELONA).
ECLESALIA, 26/11/18.- “Una voz grita en el desiertoAbrid una ruta al Señor, aplanadle el camino”. Esta frase del evangelista Lucas (3,1-6), trayendo a la memoria lo que dijo en su momento el profeta Isaías, continúa teniendo plena vigencia en nuestros días: Dios no puede venir a nuestro mundo de hoy mientras no construyamos unos caminos más llanos y en dirección opuesta a la que están enfocados los nuestros en estos momentos.
No puede venir mientras los caminos actuales marquen unas diferencias tan grandes entre ricos y pobres. Mientras unos pocos posean casi la misma riqueza que la mayoría. Porque Dios es fraternidad frente a una humanidad que en vez de comportarse como una familia se comporta como un mercado, ya que mientras unos hermanos derrochan y malgastan, los otros carecen de lo elemental.
No puede llegar por caminos que llevan a que la mayor industria en el mundo sea precisamente la armamentista. Porque Dios es paz por encima de todo “Paz a los hombres de Buena voluntad”. Y únicamente seremos hombres y mujeres de Buena Voluntad en la medida que antepongamos la sanidad, la cultura, la comida, el vestido, etc., a todos los medios que solamente provocan violencia.
No puede venir por caminos que conducen a religiones, la mayoría de las cuales, acaban convertidas la mayor parte de veces en una costumbre, cuyos creyentes en las mismas cumplen con demasiada frecuencia lo que en ellas se dice o está escrito como una rutina más y sin apenas sentido. Todo ello precisamente, cuando Dios es novedad y vida por encima de todo. ¿De qué sirven tantos metales preciosos como rodean gran parte de nuestra religión católica, tales como templos cargados de oro y plata, anillos, pectorales, báculos de obispos, coronas de vírgenes, custodias para el Santísimo, etc.?
No puede entrar a través de caminos que desembocan en corazones cargados de odio o de indiferencia en el mejor de los casos hacia tantas personas que no podemos ver o que no nos importan absolutamente nada. No puede entrar, porque Dios, según dijeron ya los profetas del Antiguo Testamento, es rico en misericordia y grande en amor.
No puede venir por caminos que llevan a que el egoísmo y la avaricia se vean insaciables a pesar de que la persona de cerca o de lejos no tenga nada. Mientras tanto, Dios nos recuerda que lo que hagamos a los demás es como si se lo hiciéramos a Él mismo en persona. ¿Acaso creemos que, porque corramos mucho para tenerlo todo nosotros, vamos a conseguir llegar a ser personas verdaderamente felices?
No puede venir ni entrar por caminos delante de los cuales se han construido muros físicos insalvables y fronteras infranqueables porque se necesitan todos los requisitos habidos y por haber para poder entrar a un país que acoja a personas que vienen huyendo del hambre, de la guerra y de la persecución por motivos tan diversos. ¿Qué habría sido de aquella familia de Nazaret, con un recién nacido, si el Egipto de hace veinte siglos hubiera actuado de la misma manera que actúan nuestras potencias políticas y económicas del siglo XXI?
No puede llegar mientras no evitemos que otros caminos, no de tierra, de cemento o de alquitrán, sino de agua, como es el caso de los mares, se engullan a hombres, mujeres y niños que intentan llegar a la costa de este país o del otro donde esperan y confían encontrar condiciones de vida mínimamente dignas y humanas. Al fin y al cabo, tal y como recita el salmista, “Todo lo que existe, el cosmos, el firmamento, los océanos y los mares, etc. cantan la gloria de Dios”.
Dios no puede llegar por medio o través de dogmas y creencias religiosas que casi siempre o muchas veces nos llevan a situarnos en unos espiritualismos, que no en una espiritualidad, alejados del mundo en que vivimos los hombres y mujeres de todos los lugares y tiempos. Dios solamente llegará por los caminos por los que Él se mueve y que no son otros que los del amor, precisamente porque esa es su esencia (“Dios es amor”, tal y como nos recuerda san Juan).
Dios tampoco llegará por el camino del culto, cuando éste no es consecuencia de la vida ni tiene como objetivo la misma. Nos lo recuerda Isaías, 29, y Jesús lo volvió a decir recordó en más de una ocasión (Mt 15): “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”.
En fin. Podríamos ir añadiendo más y más, pero creo que debemos ser cada una y cada uno de nosotros quienes lo hagamos, teniendo muy claro que, seguramente, por los caminos que vamos es imposible que venga Dios, que es lo mismo que decir que venga el amor, la ilusión, la esperanza, la alegría, la felicidad a nuestras vidas y a las vidas de todos los hombres y mujeres, de manera especial de la de los débiles y pobres (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Blogger | 26 noviembre, 2018 en 00:00 | Etiquetas: AdvientoAlegríaAmorDiosEsperanzaJesúsPaz | Categorías: REFLEXIONES | URL: https://wp.me/pICCL-4kl

SOBRE LA MARCHA





Tras acabar de colgar mi escrito "PEREGRINAR" me han venido a la mente otros miles de peregrinos por diversas urgencias, pero justas, en la necesidad de peregrinar a lo largo de la historia, pero hoy muy actuales, y a quienes se les cierra el paso en la frontera de México, en el Mediterráneo, en Ceuta y Melilla, en la tierra palestina, etc, frente a un mundo  que no siente pudor, mientras tanto,en enarbolar una bandera: la de los DERECHOS HUMANOS .
                                                                                               José Luis Molina

PEREGRINAR








Un día me llamaron peregrino.
Y peregrinar es una vocación en mi.
Peregrinar, pero no yendo solamente de paso.
Mi vocación de peregrinar es yendo para quedarme, para hacerme, y que yo sea lo que me quedo, donde me quedo, para llevarlo conmigo en mi constante peregrinar. Me hago peregrinando. Me hago yendo. Incorporo a lo que soy, siendo desde entonces en mí, lo que he peregrinado y el contenido de ese peregrinar. Peregrinar, por tanto, no es pasar y pasar para, al recodo del camino, sacudirse el polvo de las sandalias. Peregrinar es optar, es quedarse en la historia que va llegando para hacerse en nuestro encuentro, para hacernos en nuestro abrazo en un copular que se derrame fecundo por otras historias. Peregrinar es ser romero que salta alambradas para abrir caminos, que no traiciona al amanecer por el microclima de los edredones,  que, de donde llega, no se va porque ya lo lleva siempre en su ininterrumpida andadura grabado en los surcos que curten su frente.
Peregrino,
romero solo,
solo romero en el caminar de muchos,
romero solo en el cielo
que surcan unos pies que no se paran,
que sueña el corazón,
solo romero
pero no en soledad,
tal vez callado, sí,
pero no en silencio.
En la vida, en el mundo, peregrino,
hablarán tus ojos
y sonreirá tu cielo.
Piedras pequeñas llevas en tus alforjas,
nubes de luz y agua
ensortijan tu pelo
                José Luis Molina
26 noviembre 2018


viernes, 23 de noviembre de 2018

SOMOS CASA COMÚN


casacomunSOMOS CASA COMÚN
MIGUEL ÁNGEL GARCÍA PÉREZ, Cristianismo y Ecología*, mimar.fam@gmail.com
MADRID.
ECLESALIA, 23/11/18.- La encíclica Laudato si, sobre el cuidado de la casa común, ha sido ampliamente reconocida como una buena muestra de reflexión ecológica integral, que sintoniza perfectamente y a la vez con lo mejor del compromiso ecológico moderno y de la tradición espiritual cristiana. Desde ahí, presenta en intima conexión una ecología de corte más medioambientalista, centrada en la contemplación y el cuidado de la Naturaleza (considerada como creación y expresión de Dios) y otra de corte claramente social, mostrando la profunda interrelación entre los seres humanos y la creación, de la que al fin y al cabo forman parte.
Precisamente, uno de los errores en que se puede incurrir al leer la encíclica es entender que en ella lo fundamental es la parte medioambiental, y que la dimensión social tan sólo aparece como acompañante, llevando al descuido de esta última y, a mi juicio, a una deformación del mensaje papal. Y parte de la clave puede estar en cómo, personalmente, nos colocamos ante la realidad, ante la propia Naturaleza y ante Dios.
En cuestiones como la ecológica, es fácil caer en la tentación dualista, según la cual los seres humanos estaríamos ante (y frente a) una realidad compleja, como es la Naturaleza, pero distinta de nosotros, por lo que podríamos reducir toda la problemática a considerar cuál es nuestra actitud ante la misma. La Naturaleza aparecería así como destinataria de nuestra acción, objeto a cuidar y contemplar que, en el mejor de los casos, nos abriría a contemplar en ella retazos de la presencia divina, de la creación, y en el peor, a una víctima más de la acción humana.
Un paso más lo damos cuando reconocemos la Naturaleza, nuestro planeta, como “casa común”. Nos sentimos implicados con ella al reconocerla como nuestro hábitat necesario, hábitat a la vez compartido con el resto de seres humanos, y podemos así posicionarnos de manera utilitarista, reconociendo la necesidad de no deteriorarla aún más y de conservarla, e incluso mejorarla, para las generaciones futuras.
Hasta aquí seguimos colocándonos ante la Naturaleza, aunque este “ante” sea más un “dentro” que reconoce nuestras intensas relaciones con ella. Pero aún podemos dar un paso más, si reconocemos, como no nos queda otro remedio, que incluso nosotros mismos somos parte de esa realidad, de esa “casa común” que tenemos que cuidar y contemplar. Desde ese punto de vista podemos entender cómo, efectivamente, no hay separación posible entre la ecología medioambiental y la ecología humana, sino que ambas están intrínsecamente relacionadas.
Somos, pues, “casa común”, parte del entramado de relaciones en el que viven, conviven, muchas otras personas y criaturas, y muchas de ellas sobreviviendo en condiciones de gran penuria, escasez y violencia. Cuidar la casa común supone, por tanto, cuidar cómo somos casa cada uno de nosotros, cómo influimos en las vidas de otras personas, como contribuimos a que se sientan acogidas y acompañadas en su medio. Y descubrir ahí un reto que va mucho más allá del mero cuidado de algo externo: cuidamos de nosotros mismos, de nuestra humanidad y de la red de relaciones que nos mantiene vivos. Ojalá que también contribuyamos a que nos mantenga con dignidad, a mantenernos con dignidad. A todos y a todas (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

miércoles, 14 de noviembre de 2018

ORAR ES MÁS QUE REZAR...


SI entendemos por rezar repetir oraciones sin más.



Orar en tiempos difíciles

por Blogger
velas660x650-1200x800ORAR EN TIEMPOS DIFÍCILES
GABRIEL Mª OTALORA, gabriel.otalora@outlook.com
BILBAO (VIZCAYA).
ECLESALIA, 12/11/18.- Hablar -o escribir- del hecho de rezar no está de moda ni entre los propios católicos, al menos en del Primer Mundo. El problema es que la oración se ha convertido en algo secundario a lo que dedicamos poco tiempo al cabo del día y de manera superficial. Nos gustaría rezar más pero nos justificamos con el ritmo de vida que reduce el tiempo para parcelas tan importantes como la familia, los amigos y el mismo Dios.
Por otra parte, algunas oraciones que conocemos nos dicen poco. La propia Misa, cuando asistimos, tampoco nos comunica demasiado al vivirla como una manifestación rutinaria, triste y poco participativa, en la que no vamos con actitud de vivir una celebración. Nos da vergüenza hablar de nuestra oración como si esto fuera cosa de otro siglo. Dios mismo se ha vuelto un poco prescindible. Para colmo, entre los mayores valedores de la oración se significan sectores conservadores de la Iglesia con fórmulas y propuestas más formales que ejemplares.
A pesar de todo, sentimos la necesidad de Dios más allá de los momentos de zozobra por un clericalismo para nada dispuesto a perder su poder y la presión del materialismo que nos envuelve, provocando una indiferencia religiosa de la que es difícil escapar. Dios sigue llamando sin descanso y sentimos su anhelo, la necesidad íntima existencial de comunicarnos con Él y abrirnos a su presencia sanadora.
¿Por qué atravesamos por tiempos difíciles? No es la pregunta que debemos hacernos, ya que no tiene respuesta. En estos casos, no debemos centrarnos en el “porqué”, que no tiene explicación (No hemos venido a entender, sino a amar, Alexis Carrel dixit), sino en la actitud para superarlos sacando lo mejor de nosotros. Dios se sirve de todo, incluso de lo negativo y doloroso que acaece, para que lleguemos a ser lo mejor de uno mismo.
Dios nos acompaña convirtiendo la noche en crecimiento personal renovado que señala al hermano como el sujeto del amor de Dios y a Dios. En todo camino, la oración se hace alimento indispensable para avanzar por la vida con los ojos de la fe, la esperanza y el amor. La oración en los tiempos difíciles impide caer en la tentación del desánimo, la desesperación, el abandono, la cobardía o el peligroso autoengaño. Nunca estamos solos.
En este contexto, la mejor definición breve de oración es abrirse a la escucha de Dios. Todo proceso de relación con el Otro supone una tarea ardua porque está sujeta a múltiples condicionantes del exterior y del interior: sentimientos, anhelos, imprevistos, condicionantes... pero también actitudes que no trabajamos lo suficiente, empezando por la humildad, la escucha activa y la confianza, necesarias porque nos predisponen para discernir la voluntad de Dios y experimentar su amor inmenso y cercano, inmanente.
Una experiencia de fe que como tal está sustentada en el saber más que en el sentir. Si solo nos refugiamos en el sentir a Dios perdemos muchos puntos referenciales de su presencia activa. Saber no implica sentir, aunque nos encantaría. Los místicos tienen honda experiencia de esto, como lo canta san Juan de la Cruz: "¡Qué bien sé yo la fuente que mana y corre, aunque es de noche!". Su voz es anhelo aunque el origen y finalidad están más allá de toda palabra. Abrirse a la dimensión exterior nos entronca con nuestro interior más genuino haciéndonos crecer como personas.
Decía anteriormente que orar es abrirse a la escucha de Dios. En realidad no es un acto concreto sino un proceso que dura toda la vida, con sus vaivenes y recaídas. Es un camino de transformación en la medida que escuchamos y actuamos en función de lo escuchado. Dios es quien toma la iniciativa pero requiere de una predisposición concreta de nuestra parte que deje espacio para su Presencia.
Eso sí, caben muy diferentes intensidades y niveles en la relación oracional, como ocurre entre las personas, en la medida que vamos dejando espacio a Dios en nuestra vida: humildad, confianza, aceptación (no resignación), apertura... Orar es dejarse amar por Dios. Lo que significa, al menos para mí, que el verdadero poder de la oración es que nos enseña a amar mejor si rezamos bien. No es suficiente la oración comunitaria a pesar de la importancia clave litúrgica pues puede ocurrir que sus registros no se ajusten las a nuestra situación personal, anímica o moral.
El amor verdadero es siempre un movimiento hacia Dios. Nada que ver con rezar como si Dios nos debiera algo. La oración, en fin, si está llena de amor, es lo contrario del temor ¿En qué hemos convertido la Eucaristía, que no puede ser otra cosa que una alabanza entusiasta y hermanada basada en la admiración agradecida a aquél que ha realizado maravillas increíbles? Falta dejarnos sorprender por un Dios que nos sigue amando incondicionalmente hasta en nuestras peores flaquezas.
¿Te resulta difícil rezar? Conozco a muy poca gente que le resulte fácil: las distracciones, el ambiente arreligioso, las preocupaciones, la falta de tiempo, nuestra propia manera de ser, el desaliento por no sentirnos escuchados, la sequedad interior o todas a la vez. Y encima tenemos que lidiar con la duda, la pereza y las tentaciones. Pero lo cierto es que Dios confía en nosotros más que nosotros mismos.
Como en cualquier otra relación, la oración fluida no aparece como por arte de magia. Las relaciones de amistad necesitan tiempo para desarrollarse y esfuerzo para mantenerse a medida que dejamos sitio para su gracia y aceptamos sus tiempos con humildad a la escucha. ¿Qué pensaríamos de una conversación entre dos personas, en la que una de ellas sólo pidiera y pidiera sin actitud de escuchar, no dejando al otro expresarse?
La perseverancia es fundamental en la oración. Orad para ser fuertes y no caer en la tentación, les dijo Jesús a sus amigos en la terrible noche de Getsemaní. La frecuencia señalada insistentemente en el evangelio, no lo es tanto en forma de obligación como por su necesidad: necesitamos de la oración como un alimento básico, que busca lo que Dios quiera, no lo que yo quiero. Teresa de Calcuta tiene una reflexión que me parece inmejorable: "El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio". Los efectos ocurrirán de una manera imprevisible, única, gratuita y salvadora, de un Dios Padre que cumple sus promesas aunque no coincidan con nuestros deseos.
El cardenal Manning llegó a decir que todas las experiencias humanas, en el fondo, no son otra cosa que vivencias teológicas. Pero esa experiencia de Dios Amor nos invita al compromiso de ser gracia para otros. Lo que recibimos gratis, debemos compartirlo igualmente gratis; cuánto más el don gratuito de la fe y la experiencia de un Dios Padre-Madre. La oración con Dios debe ser un Tú-yo que debe confluir en un Tú-nosotros: Venga a nosotros tu Reino, danos el pan nuestro de cada día... Si reconoces a Dios en tu corazón, entonces, lo reconoces también en tus semejantes y todo lo que te rodea. El resultado es que la experiencia del amor verdadero genera más amor.
Los frutos de la oración no suelen verse a corto plazo, como ocurre con casi todo lo que merece la pena en esta vida: la gestación de la vida, los ríos y las montañas, los cultivos, los árboles, la madurez humana... todo lo importante requiere de tiempo, igual que ocurre con los mejores frutos de la oración sincera, paciente, sentida, frecuente. O lo que es lo mismo, el fruto principal de la oración es ser mejor persona de manera sostenida, a pesar de las dificultades de la vida, con todo lo que esto supone en el día a día. Y su evidencia es la alegría. Estad alegres, nos reitera san Pablo; las personas realmente alegres manifiestan la presencia de Dios, son un signo de madurez y armonía interior. Me refiero aquí a esa alegría íntima y completa, emparentada con el verdadero sentido del humor.
La oración, en fin, no está hecha para cambiar a Dios sino para cambiarnos a nosotros. Recomiendo la lectura del pasaje lucano (Lc 10, 38-42) donde se narra la aparente inacción de María y la actividad frenética de Marta. La dicotomía entre la contemplación y la acción no existe. La primera ilumina a la segunda, por eso podemos ser contemplativos -místicos- “entre los pucheros” (Santa Teresa), en la acción.
Jesús actuó sin pausa pero reservaba tiempos largos de oración a solas con el Padre. Somos las manos de Dios y la oración, en definitiva, es la que nos llevará a dar frutos en la acción. O lo que es lo mismo, sin el Espíritu no podemos nada (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

lunes, 5 de noviembre de 2018

LAS GUAGUAS Y LA COLADA MORADA


Dando sentido a nuestras tradiciones:
2 de noviembre, día de los difuntos

En la escuela “INTI” seguimos en el empeño de dar sentido a nuestras tradiciones, seguimos en el empeño de seguir renovándonos en ellas, para seguir valorando lo que nos contribuyen a nuestro crecimiento como seres humanos, desde esta perspectiva nos entusiasmamos con la ilusión de recrear una de las actividades que el Peregrino de Cabeza Nevada lo hiciera con los niños de la Inti para celebrar el día de nuestros difuntos:
LA ELABORACIÓN DE LAS GUAGUAS DE PAN Y LA COLADA MORADA
pero, ¿cómo empezó la cosa? Resulta que dos personas, a mediados de octubre, nos donaron un horno en buenas condiciones, este horno funciona con gas, aquí les presento posando para su foto de perfil, se ve presentable ¿verdad? Pequeñito, pero brinda un servicio eficaz, los niños al verlo le apodaron como el Oso caluroso
              



Cuando lo trajeron se nos vino el recuerdo de este gran hombre: El Peregrino, faenando con sus niños de 7º en la elaboración de las famosas guaguas de pan, ustedes pueden buscar la reseña de ese entonces en este mismo blog, con fecha de 5 de noviembre del año 2008.



Con OSO CALUROSO queremos ilusionarlos y madurar la idea del “Proyecto de la Panadería Escolar”, por ahora, es solo una idea, mientras tanto, el recuerdo de ese entonces, nos sirvió como base, tanto para hacer las guaguas de pan y la colada morada, así como para revisar con los niños los hitos históricos que nos remontan al origen de la colada morada, qué bueno que por este motivo hayamos visitado la página de proyectointi.blogspot.com





















A continuación, les mostramos algunas de las imágenes acerca de la elaboración de las guaguas de pan, esta actividad la iniciamos a las 17 hrs. fue una gozada para todos los que estuvimos allí, a Gladys Morocho la raptamos, para que nos vaya guiando, pues, ella tiene un poco de experiencia en este arte culinario, nos conseguimos dos buenos amasadores y los demás hacíamos las barras para alentarlos en su labor, posteriormente se coló el grupo de fe de la Plywood, sin ellos no hubiésemos culminado nuestro objetivo, entre risas, bromas y buena música logramos terminar esta actividad y estar listos para ir a nuestras casas a las 10 y 45 de la noche.  
 



    
  











Al día siguiente, a las 7 a.m. los exalumnos, dos padres de familia, Narcisa y Blanca, los voluntarios de VOLUNTEER CONECCION y niños de 6º y 7º empezaron la elaboración de la tan deseada COLADA MORADA esta vez, no la hicieron en la cancha de fútbol, sino en un rincón del huerto escolar
 
 
 


  

Mientras este grupo de personas cocinaban esta deliciosa bebida, habíamos planificado que el resto de estudiantes junto a sus tutores sigamos trabajando normalmente en las aulas hasta las 10 a.m. a partir de esa hora, todos los grados subimos al salón de uso múltiple, allí pudimos ingresar a la página del Proyectointi.blogspot.com Revisamos la reseña del 5 de noviembre de 2008, reflexionamos sobre los contenidos que allí reposan sobre esta tradición ecuatoriana, finalmente, degustamos de la rica colada morada y a cada niño se le entregó su guagua de pan, por cierto, algunas nos salieron muy bronceadas por el calor de Oso caluroso

 

        

        
    


                                                                                    
    










  
La vigencia de esta tradición en la INTI es una muestra sólida de que la cultura es dinámica. Queremos seguir apostado por abonar esa memoria histórica de nuestros estudiantes, de los voluntarios, de los docentes, de los padres de familia.  Sería lamentable “consumir” la colada y las guaguas y solo quedarnos con la visión histórica. Lo importante es entender que estos son un símbolo que nos constituye multiculturalmente. Son símbolos sinónimos del saber ancestral que reafirma nuestra identidad y que solo vivirán con la aceptación de nuevas generaciones, es una tradición que nos enfrenta a la gran y temida realidad de la muerte y, que por la condición de creyentes por la que optamos, nos impulsa a trascender esta realidad hacia la resurrección de nuestros difuntos.