Me sigue sorprendiendo Jesús.
Es verdad que sabemos mucho de él
pero, a veces, pienso que se queda en un conocimiento teórico. Porque, al menos
yo, cuando me pongo frente a un Jesús real, de carne y huesos, no sublimado,
metido en la realidad social de su tiempo, me sigue sorprendiendo y, una vez
más de las miles de las miles que lo he hecho, me pregunto si realmente me
pongo en actitud de asumir sus criterios y su actuar.
Me refiero, en primer lugar, a la
forma y manera de comportarse y su libertad personal, si nos fijamos en el
relato del evangelio (Lc14, 1.7-14).
Veamos:
Jesús acude a comer a casa de uno de
los principales fariseos sabiendo que lo estaban espiando, observando, y que
iban a mirar, con lupa, lo que hiciera y dijera.
Y tengamos en cuenta: El ambiente donde se está metiendo es de
gente que aspira a escalar puestos, ser importantes. Van vestido con el traje
de fiesta de la apariencia y del tener.
Ese ambiente, a poco que pensemos,
sabemos no era muy conforme con Jesús.
Y, sin embargo, él va y no se le ve
cortado, cohibido, o incluso molesto por el que dirán quienes le vean en
semejante ambiente.
Pensemos un poco: ¿Qué haríamos
nosotros en situación parecida?
Me parece que trataríamos de ser
agradables, chistosos, seríamos correctos y no tocaríamos terreno resbaladizo y
conflictivo. ¿No es cierto?.
Sin embargo Jesús no se calla. Como
quien no quiere la cosa, no se calla. Y arremete dando su opinión e
ilustrándola con una parábola. Y en esta arremetida ponía en entredicho a la
distinguida sociedad convocada. Y al dueño, en vez de darle las gracias, le
propone muy básica y llanamente, muy clarito, criterios de valor y actuación.
Y me da por pensar que ESTO ES
EVANGELIZAR.
Si seguimos pensándonos en una
situación parecida y, ahora, no en el
papel de Jesús sino como uno de los invitados, y recibiéramos de Jesús, … o de Pepe, de Juana, de María, de Ángel, o
de quien sea, un envite como el de Jesús, ¿cómo reaccionaríamos?.
Para terminar les propongo una
dinámica.
A continuación, con relación al
supuesto anterior de recibir semejante
envite, les propongo dos acciones:
1ª.- Marcar con una cruz la que nos parezca se aproximaría a nuestro
actuar.
2ª.- Subrayar la que consideramos
sería la adecuada desde Jesús.
Las resoluciones sugeridas son:
· Me callaría y bajaría la cabeza para pasar desapercibido y me quitaría
del medio discretamente. (Vulgarmente “tierra trágame”)
· Me enojaría, ofendidísimo, e incluso, sobre todo si me siento respaldado
por los asistentes, no sería demasiado generoso con el interpelante. Lo
tacharía de mi lista para que no repitiera nunca cuando dependiera de mi.
· Ante el peso de las afirmaciones y
los criterios, manifestaría mi aquiescencia y me plantearía qué tendría que
modificar en mi actuar, por coherencia.
Pues bien, saquemos cada uno nuestras
propias conclusiones.
Un abrazo
José Luis Molina
28 de agosto del 2022