domingo, 2 de octubre de 2011

30 S




Normalmente no me gustan las siglas. Soy de la opinión que a las cosas hay que llamarlas y definirlas por su nombre. Sin embargo hay algunas: 11 S, 11 M, que se imponen por derecho propio.





Tal ocurre acá, en Ecuador, con el 30 S. Me parece que la intensidad de la experiencia vivida hace un año quedaría un tanto diluida con un nombre muy largo: "Treinta de septiembre".


De todas maneras da igual. Lo importante es que, en Ecuador, desde el 30 S del 2010, la historia cambió, quedó impactada por aquella jornada.


Y este 30 S se cumplía un año de aquella jornada. Un año transcurrido teniendo que aguantar la desfachatez de la derecha y extrema derecha más recalcitrante empecinada en afirmar que no pasó nada, que todo fue un montaje, etc. La ira y el enojo afloran ante esta actitud en quienes aquel día, hace un año, estuvimos en las calles de Quito reclamando respeto a la democarcia y exigiendo la puesta en libertad del Presidente de la República prisionero en el Hospital de la Policía. Hierve la sangre ante el cinismo de estas posturas en un alarde de falta de vergüenza,
de respeto y de dignidad de los de siempre, acostumbrados a imponerse por encima de los que estorben sus intereses, cuando uno recuerda las agresiones de la Policía aquella tarde, los muertos en aquella jornada, la lluvia de fuego letal con el que la policía recibió a las fuerzas militares que iban a liberar al presidente. Es indignante escuchar que no hicieron nada a aquellos que en videos los vemos invadir los estudios de la TV pública violentando las puertas y destrozando las instalaciones.




Por eso el pasado 30 de Septiembre miles de Ecuatorianos se concentraron en la Avd. de los Shyris, junto a Rafael Correa, para expresar la repulsa a los golpistas.


Mientras la derecha, sin tener ya que decir, divulgaba que esa concentración, en la que se tuvo presente a los caídos y se rechazaba con energía el fallido intento de golpe de Estado y de asesinato del presidente el año pasado, era una fiesta irrespetuosa para con los caídos.


Pero quedó sobradamente patente, que el irrespeto no viene de aquella concentración sino de las motivaciones y actuaciones de quienes, frente a sus intereses, son capaces de cercenar las vidas humanas que sean precisas.


Nosotros, desde aquí, afirmamos que es necesario salvaguardar, defender, el histórico proceso que Ecuador esta viviendo donde se hacen realidad logros que, apenas hace cuatro años, serían impensables.




Por eso Intiruna estuvo alli.


José Luis Molina