Fija se me quedó la hora
en el reloj viejo
de mi pulso sin tino,
de mis pies no ligeros,
de mi dubitativo recorrer los
pasillos,
de mi cansado repetir lo que quiero.
Solo un instante ha sido,
solo un momento
donde me pareció el tiempo se
acababa,
donde escuché adioses de silencios,
donde miré la luz que no brillaba,
donde dejé de oír el hálito del beso.
Después me recompuse, me erguí firme,
caminé nuevamente y, por el suelo,
descubrí que mis pies marcaban
huellas
y que esas huellas eran más que recuerdos.
Volví a la ventana, a mirar el
paisaje,
mis oídos percibieron, de nuevo,
un trinar de pájaros cruzándose
con las ansias de besos y las risas
del juego
que en la plaza se elevaba hasta el
cielo.
José Luis Molina
8 de
noviembre 2019
1 comentario:
...y el Peregrino de Cabeza Nevada volvió a pronunciarse,
volvió a erizar mi piel con su pluma,
volvió a humedecer mis ojos con el SACRAMENTO DE LA PALABRA DADA Y LA PALABRA ESCRITA,
el Peregrino de Cabeza Nevada volvió a dejar su huella en mi corazón endurecido,
volvió mi Peregrino de Cabeza Nevada a dejar su toque mágico, su toque loco y enamorado de la vida. NO ERES UN RECUERDO, ERES PARTE DE MI VIDA.
Anita
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