que
juntando las manos
podría
retener el mar?
¿Quién,
por soñar,
soñaba
que el agua del mar,
que
se iba entre los dedos,
regaba
el edén también soñado?
¿Quién,
tal vez desencantado,
pensó
que era, todo sueño,
globo
de aire en nada contenido.?
¿Quién,
alguna vez,
no
se quedó dormido
siguiendo
la estela de una estrella
que
jamás volverá?
No
sé. Pero, sí sé, que yo
soñando
con el sueño vivo,
que
el sueño da sentido a lo que busco
y se
hace paleta de mis sueños
y
música en mi oído
con
la que, concretos acordes, ya vibrando,
me
logran en libertad y me enamoran
de
lo que soy, también de lo que eres,
de
lo que juntos, y muchos,
seguiremos
soñando que podemos.
Mi
noche es sueño
porque
lo es mi día,
y es
sueño mi esperar,
y es
sueño, maravilloso sueño,
cuando
me siento amado
y
cuando sueño
el
momento del encuentro
José Luis Molina
17
febrero 2020
1 comentario:
Peregrino de Cabeza Nevada
En alguno de esos tantos encuentros de formación de laicos que tuvimos contigo, intentabas hacernos comprender la importancia de las utopías, entre mis apuntes recogí estas dos ideas que tú nos dijiste:
1.- El derecho de soñar no figura entre los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron a fines de 1998.
2.- Que se le había olvidado a Dios un undécimo mandamiento: "Amarás tu derecho a soñar humana, digna y libremente".
Leyendo tu poema, me encantan algunos de los verbos que utilizas contundente-mente en tu escrito: Soñar, soñando, siento, siguiendo, vivo, soy, eres, juntando, podemos, esperar, retener, regar, logran, enamoran; verbos que reafirman ese derecho a soñar.
Anita.
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