domingo, 6 de febrero de 2022

PESCADOR, ... ¿DE QUÉ?

 


 


“Nadie es profeta en su tierra”, escuchábamos el pasado domingo en la lectura del evangelio.

“Nadie es profeta en su tierra”.

Hay frases que se hacen famosas. Todo el mundo las repite.

“Nadie es profeta en su tierra”.

Se recurre a ellas con frecuencia.

“Nadie es profeta en su tierra”.

Se les da un significado general, simbólico, no demasiado estricto para que no constriña.

“Nadie es profeta en su tierra”.

Se dicen mecánicamente, casi sin pensar. Se dicen porque salen espontáneas, sin haber pensado mucho en su significado.

“Nadie es profeta en su tierra.”

Al final terminan como los aerosoles gastados.  Se les aprieta, emiten un leve sonido, un ligero aroma, pero no tienen efecto.

“Nadie es profeta en su tierra”.

Hay muchas frases de las Escrituras que han caído en este  desempeño. Se las usa como a las servilletas de papel, se las usa y se las tira.

“Nadie es profeta en su tierra”.

“ Poner la otra mejilla”.

“Setenta veces siete”.

“Sepulcros blanqueados”

“Más difícil que pasar un camello por el ojo de una aguja…”.

“Ver la mota en el ojo ajeno…”.             

Podrían ser muchas más.

Hoy me ha pasado eso al final      del evangelio.

“Ser pescador de hombres”

¿Cuántas veces lo he dicho?,

¿Cuántas veces, mecánicamente, me lo han aplicado , o lo he dicho yo mismo, por mi condición de sacerdote?

¿Cuántas veces lo he concebido como el accionar  que da sentido y fundamento a la captación de prosélitos?

¿Cuántas, otras  veces, habré considerado, esa frese, dicha para otros sin que a mi me llegara?

Hoy me he puesto a pensar sobre ella.

Para empezar he tomado conciencia de que los Evangelios no son biografía de Jesús en la que los protagonistas son, únicamente, los que en ella se mencionan. NO. Los Evangelios son un género literario que, en forma de historia (relatos) nos presentan la propuesta de Jesús como presencia del Padre.. Por tanto, protagonistas somos todos los que los escuchamos en actitud receptiva. En esta frase también. Por consiguiente, no solo Pedro. Seguir a Jesús conlleva dejar de ser pescadores no más para ser PESCADORES DE HOMBRES.

Pero tampoco se trata de capturarlos para  apropiarnos de ellos (proselitismo), manipularlos (sectarismo), etc.   Eso, a lo máximo, nos dejaría en ser pescadores, no más.

Creo que el asunto va por otro lado, en otra dirección.

Ser pescador, efectivamente, es un trabajo, una faena, una tarea que da sentido y contenido al que lo practica. Pedro lo era. Y en la frase de Jesús se aprovecha esta circunstancia. Pero lo mismo podría haber sido alfarero , sembrador, … cualquier quehacer.

Hasta aquí vamos bien.

Pero, si le añadimos “de hombres”, de seres humanos,  de personas, se remodela   el contenido.

 

 

Pescador de hombres es

·      Trabajar con los hombres, no con máquinas.

·      Es trabajar por los hombres, para que mi tarea los humanice, los haga crecer

·      Es trabajar para los hombres, para ayudarles a que sean libres, a que alcancen en plenitud todas sus capacidades como ser humano.

La frase de Jesús introduce un cambio radical. Anula el vivir de ser pescador, beneficiarse de ser pescador, por el hacerlo para ser humanista, servidor del ser humano.

Y esta propuesta, personalizada en “para Pedro” llega a todos los demás Pedros, es decir, nosotros.

Debe llegar.

Por eso dejaron de hacer el trabajo de cualquier manera.

Dejaron las barcas y las redes y le siguieron .

Feliz travesía. Un abrazo

José Luis Molina  

6 de febrero 2022         



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