sábado, 19 de diciembre de 2020

NOVENA DE NAVIDAD.- Día Segundo

 

NOVENA DE NAVIDAD 2020

Día 2º.




Dios,

El Inmutable,

ÉL,

la VIDA,,

optó porque el hombre la tuviera.

Si quería irrumpir por la vida,

hacer VIDA a la vida humana,

tenía que asumirla

en su dinamismo generador.

 


Así tuvo que encarnarse en el frío,

hacerse nieve

para que surja el calor como alternativa.

Que la nieve de fuera nos haga descubrir el valor y la necesidad de defender el calor de dentro y se convierta en compromiso universal

jueves, 17 de diciembre de 2020

NOVENA DE NAVIDAD.- Día Primero

 NOVENA DE NAVIDAD 2020

Día 1º.



Dios se hace presente en la historia humana, en lo pequeño. Por eso es en los pequeños donde nos encontramos con él.




Y es coherente expresarlo así, en lo pequeño: Un Dios insignificante en apariencia , solo perceptible para los ojos que ven la trascendencia en la trasparencia.



sábado, 12 de diciembre de 2020

ESPÍRITU SANTO, ¿PARA QUÉ?

 

Hoy la reflexión la vamos a comenzar a partir de una metáfora teológica que aparece con fuerzo en el evangelio de hoy: LA LUZ. Luego ya, partiendo de ella, iremos discurriendo por las lecturas unas veces, aterrizando en nosotros otras, hasta  llegar al término de esta tarea.

 


Comencemos pues, como hemos dicho, por la LUZ.

LA LUZ (Jn. 1,9) es el Hijo, el proyecto de Dios para la humanidad hecho concreto en Jesús de Nazaret. Jesús es la LUZ.  Pero no es un foco o algo por el estilo. Es la Luz porque su forma de vivir, sus acciones y sus opciones ponen en claro como es la propuesta vital que Dios nos hace.

 

Esta LUZ requiere TESTIGOS. “No son la luz, pero dan testimonio de ella” (J. 1, 7-8)

Es decir, esta LUZ, requiere PROFETAS.- Ser PROFETA es ser testigo de la LUZ, dar testimonio de la LUZ.

Y para ser Profetas necesitamos ser ungidos por e Espíritu de Dios. (Is. 61, 1ª).

Y entonces aquí aparece el Bautismo: Si el Bautismo fuera asumido, cuando asumimos e Bautismo, celebramos y trascendemos nuestra aceptación de ser Profetas, de ser testigos de la LUZ .

En el Bautismo asumimos, o cuando asumimos el Bautismo, recibimos el Espíritu Santo: Somos bautizados en Espíritu Santo  y fuego (Mt. 3, 11b)

Bautizados en Espíritu Santo y fuego, ¿Para qué? Ungidos por el Espíritu, movidos por el Espíritu , ¿para qué?

 

Para el BIEN COMÚN

 

Por eso ungidos por el Espíritu, movidos por el Espíritu para

-         Anunciar la Buena Noticia de Dios (su proyecto) es decir

         lo que se hace en CATEQUESIS :

         . Evangelizar.

         . Invitar al proyecto de Dios

         . Proponer valores constitutivos sobre los que construir la  

            historia personal y colectiva.                        

-         Ungidos por el Espíritu para cambiar las cosas de como están: Poner la vida de patas arriba si es necesaro porque

No se trata de construir teorías sino de

. Ser acogida para los que te necesitan.

. Solidarios con el ser humano en sus necesidades y

   Circunstancias

-         Por eso, ese poner las cosas patas arriba lleva consigo el POSICIONAMIENTO en el lado de los que sufren y ser respuesta para ellos

-         También liberar de cautiverios y esclavitudes y esto se hace, entre otras maneras

-         A través de la Educación en y desde la fe puesto que es educar y ayudar a crecer para que alcancen su plenitud si lo desean y desarrollen sus posibilidades.

-         También movidos por el Espíritu para construir el Reino (Is. 61 1b-2)

                                                      

Para que brote la semilla : la justicia. (Is. 61, 11)       

Ahí aparece el compromiso de CARITAS  liberando de lo que escla- viza y anula estando en la tarea de transformar 

                                                      

 

 

Todo esto dará contenido a la vida, nos hará estar alegres (1 Tes. 5,16), alegres porque sintamos  que Dios hace cosas por nosotros (Lc. 1, 49)  y a través de nosotros (Lc 1,49)

 

De todo esto brota y se fundamenta la oración, la gratuidad, la acción de gracia

 

Para terminar os propondría como símbolo de este III domingo de Adviento el propio carnet de identidad, reflexionar no sobre el carnet sino sobre nuestra propia identidad para descubrir en qué medida estamos en  proceso de que lo anterior esté presente en nuestra identidad.

Un abrazo

José Luis Molina

12 diciembre 2020

lunes, 7 de diciembre de 2020

TARDE DE VIENTO

 

 





En el tiempo que llevo viviendo en mi actual casa, estos diez años,  aunque al principio llenos de ausencias por mi enraizamiento en otras tierras, pero ya prácticamente continua en los últimos años y ahora, en la etapa actual, sin intermitencias confinado ocho meses ya por la pandemia. …

En este tiempo la gran ventana por la que ahorita entra la luz de la tarde, me ha servido de íntimo observatorio. Desde ella he contemplado, con regusto de evocaciones, al olivo:  cómo ha ido creciendo, haciéndose copudo, cómo se va poblando años tras años de aceitunas verdes en el inicio, moradas y negras cuando, llegadas a la medida, se dedican a madurar. Las he visto tintineando en las ramas en una danza eterna. Muchas veces, a través de la ventana, en el olivo, las aceitunas actualizaban la danza de mi vida, el baile de mi historia.

Este olivo  llegó hasta mi casualmente. Estaba en la casa cuando la compré. Nadie lo plantó para mí, pero, sin embargo, estaba esperándome. Lo divisé, por primera vez desde la terraza y, desde el primer momento comprendí que no concebía la casa, mi casa, sin el olivo. Y en un instante se sacramentalizó  y se encriptó en mi esencia: El olivo era la presencia de la presencia ausente, de otras más ausentes presencias. Al moverse sus ramas según el día, según el viento, según … no sé que otros factores, el olivo me habla (ba) de caricias, de abrazos en despedida, de abrazos en llegada, de abrazos sacramentales,   de retorcimientos angustiosos. Su tronco, viejo como yo, arrugado y convulso de avatares encierra   en cada esquina, de las miles que lo configuran ,momentos vividos, experiencias vividas, sueños soñados, anhelos construidos , rupturas que duelen, heridas que sangran, y el olivo se convierte en brazos que sostienen exvotos y vitrinas que guardan, como relicarios, tesoros.

He hablado con el olivo muchas veces. He hablado para el olivo muchas veces. He hablado, bajo el olivo, muchas veces con el sol, con el viento, con el reto de vivir y optar por seguir viviendo. He hablado del olivo muchas veces con quienes sé que, si un día se sientan a su sombra, se sentirán contentos y me sentirán a su lado.

También la ventana me ha permitido contemplar el cotidiano espectáculo de la fuga del verde Albarracín dorándose para dar paso, por su cresta, a la luna que, señora y enamorada, lo escudriña cada noche deseosa de engarzarse entre los pinos y encontrar abrigos donde amar y ser amada.

Pero hoy esta ventana me inquieta. El aire revoca en las paredes y en los cristales. Ruge bronco y sus bramidos enervan mi calma. Y el olivo se debate en la lucha. Sus hojas hoy no se cimbrean. Parece que se desgajarán  y emprenderán vuelo, alto vuelo, vuelo lejano. Todo él, con todo su volumen, aguantando las embestidas del viento, parece no podrá resistir. A su alrededor esparcidas, desordenadas, maltratadas, rotas, yacen macetas, cerámicas fragmentadas.

A través de la ventana contemplo el patio, contemplo el olivo. Siento angustia. Ante el temor de sus ramas desgajándose y erráticas por el aire hasta no sé donde siento, me siento, temiéndome esparcido por la arena de no sé que playa cualquiera donde ya no tendrán sombra.

Observo como el viento va arrancando las aceitunas. Las hierbas, en el suelo, las ha recibido haciendo blanda la caída. Aceitunas que mis manos ya no cogerán, que no contemplaré en ellas acurrucadas. Miro mis manos y tomo conciencia de cuántas aceitunas cayeron al suelo, se me escaparon y, de muchas , ni tomé conciencia y, tal vez, algunas fueron aplastadas por mis pies.

Por fin, poco a poco,  los cristales de la ventana comienzan a llenarse de salpicaduras primero, de gotas de agua después, que, tras pequeños titubeos, se deciden a deslizarse por el cristal en tímidos regueros.

Ha empezado a llover. Comienza a oler la tierra mojada. Poco a poco la lluvia va aumentando y se va haciendo más perceptible su sonido. Y también, poco a poco, el viento se repliega. Va dejando de rugir, se va haciendo armonioso y, lentamente, de igual manera, se coloca en retirada.

La lluvia sigue cayendo. Su llanto purifica. Su llanto serena. Y el olivo, dejándose lavar, se purifica y, con calma, se reafirma en la presencia de las ausencias presentes.

                                                José Luis Molina

                                                          6 de diciembre del 2020

sábado, 5 de diciembre de 2020

EL PUENTE

 



Para la reflexión de este II domingo de Adviento os propongo:

-         Tres frases.

-         Un símbolo.

-         Y una canción.

Las frases son:

-         Una voz grita en el desierto: Preparad el Camino del Señor. (Isaías).

-         Un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia (2ª de Pedro)

-         Bautizará con Espíritu Santo. (Evangelio de Marcos)

El símbolo que os propongo es UN PUENTE.

La canción os la digo al final.

 

Para empezar lo hago con el símbolo. Y, ¿por qué un puente?.

La palabra puente viene de la palabra latina “pons- ponti”. Si a puente  le añadimos otra palabra latina “ifice” , que significa  “constructor”, nos sale la palabra “pont-ifice”, es decir el que construye puentes.

Y eso es lo que hoy se os dice en la primera lectura, de Isaías, y en el evangelio de Marcos: preparad el camino al Señor, construid puentes para que el Señor llegue, para que el Señor venga.

Esta frase, normalmente, la hemos interpretado con un sentido intimista: preparamos el camino para que el Señor venga… hasta mi. Yo, hoy, quiero proponeros que la interpretemos en clave comunitaria y social: No basta con quitar piedras a mi camino: Hay que allanar los senderos vitales, hay que, tenemos que ,construir puentes entre Dios yla humanidad, entre Dios yla vida. Eso es la Navidad. Ese es el “misterio” del niño nacido de María. Ese es el “misterio” de nuestra fe porque eso no queda reducido y terminado con el parto de Belén. Ese alumbramiento, desde entonces, abarca , recorre, toda la historia y lo tenemos que hacer posible nosotros. PARA ESO FUIMOS BAUTIZADOS CON ESPIRITU SANTO, para ser constructores de puentes entre la vida y Dios, para, con nuestro hacer,  hacer posible que Dios esté presente en esta vida.

Por eso no sirve cualquier cosa. No vale el criterio de que es lo que hace todo el mundo, de que no se puede ir contra corriente, que hay que evitar ser altisonantes.

Ser puentes, ser constructores de puentes, ser pontífices,  por nuestro bautismo que nos hace  sacerdotes, profetas y reyes.

No sirve, pues, cualquier criterio, no se puede jugar en cualquier equipo, no se puede compaginar con cualquier tipo de valores: Tenemos que construir puentes que salven los abismos y apunten hacia un cielo nuevo (distinto) y una tierra nueva (no de esta manera) porque hay que buscar que habite la justicia, la justicia de Dios. No nos confundamos.

Y ese debe ser nuestro adviento permanente,  un adviento que abarque los planteamientos de nuestras vidas, de nuestras opciones: ir arrimando, colocando piedras, sillares, cemento, a la construcción del puente. Puede ser de distintas formas, tamaños, … ¡eso no importa! Porque dependerá de las características y circunstancias de cada uno. Pero sí tienen que tener en común ser puente que una a Dios con la humanidad, que lo haga presente.

Con esto termino, como punto final de la reflexión, con una canción, como os anunciaba. Puede servir , también, para orar. La canción que propongo es el Himno de Mocedades.

Un abrazo.



José Luis Molina

6 de diciembre 2020

 

Himno - Mocedades con Letra

sábado, 28 de noviembre de 2020

EL FARO

 

 


En la lectura del evangelio de este  I domingo de Adviento, con el que empieza el nuevo año litúrgico, hay una palabra mágica: ¡VELAD!

Y reflexionando sobre ello me surgió este poema que os ofrezco y con el que inicio la reflexión.

Después del poema os sugiero como símbolo mío, personal, de esta primera semana, un FARO, un faro a la orilla del mar

 







No soy de playa y  sombrilla,

pero sí de arena y mar,

de rojo atardecer en las pupilas,

de brisa para los labios salar,

de paseos serenos que me dejan

gozar del mar, inmensidad que canta,

siempre cantando en azul cantar

a la luz del sol o las estrellas.

¡Pasear por la playa

dejar huellas

que el agua va borrando!.

Las huellas ya borradas, ¿ se perdieron?

¡NO!. En un momento de eternidad

la captó una mirada

de ansiosa pupila y ansioso corazón,

y fue llamando a muchos,

a muchos pies bordeando la mar.

Y junto al mar, un faro,

¡grito de luz

que siempre sorprendiendo

campea por la noche!:

Nos la acerca, asequible,

para poder gozarla

entre las rocas del acantilado.

Su luz hace brillar tus ojos,

hace brillar las gotas que las olas,

al chocar, anclaron en tu pelo

mientras, al escuchar

un arrastrar de conchas en la arena,

aprende uno a rezar,

desde el día acabado

y el que habrá de llegar,

en medio de la noche.

 

El faro, velando,

nos invita a velar

para que no se pierdan ninguna de las huellas.

Velar y esperar.

Mañana, con el alba,

te sentirás ligero, en avanzada,

y huellarán tus pisadas la arena

sutilmente selladas,

profundamente hendidas,

de  búsqueda de abrazos,

de sed de amores insondables,

insaciables, eternos,

que no embarrancarán

porque los guiará el faro

para surcar la vida.

Serena va la noche,

ahí está, con su incansable fuego,

el faro que encandila,

siempre al borde del mar.

José Luis Molina (28 noviembre 2020)

 

Todo esto va porque el velad del evangelio no lo entiendo desde el temor o la amenaza. Para mi es advertencia para que no nos durmamos, para que no caigamos en la mediocridad, para evitar que, dormidos, nos roben la ocasión del brillo del sol en los ojos o las gotas de agua en el pelo, del abrazo  o de las huellas que el mar empapa y las hace trascendentes. Y el faro es la luz de esa vigilia para ver aunque sea de noche.

Por eso, asumir el faro como símbolo lleva descubrir la llegada y la presencia del Señor pero no solo escatológicamente, sino en el hoy real y concreto.

Velemos para dar a luz y hacerlo con sentido. Dar a luz a la indignación frente a la madre que perdió a su hijo en el Mediterráneo, ante los emigrantes que son considerados como lacras, apestados e infravalorados frente al confort, la comodidad, el consumismo, la corrupción,… Pero una indignación comprometida social y políticamente para optar por transformar la realidad.

Velemos para que no nos “despistemos” y nos pongamos de perfil elaborando mecanismos de justificación ante la evasión.

Velemos para que no se nos pase de largo la llegada del Señor en medio de una sociedad y un mundo que prima el “TENER” sobre el “SER”, el aparentar sobre el vivir,  el poder sobre el servicio, el disimulo sobre la frontalidad.

Que el faro nos alumbre para no estrellarnos en los arrecifes que pululan en este tiempo de pandemia.

En fin, que en nuestro vivir en este surcar el mar de la vida o caminar por la playa no se nos apague el faro que, como seguidores de Jesús, tenemos.  Nos llega en su luz y no la vemos si cerramos los ojos o nos envolvemos con mantos y turbantes.

Recordemos: Hace tan solo unas semanas escuchábamos: ¡Qué viene el esposo, encended las lámparas!

                                  José Luis Molina

                                        29 de noviembre 2020