Para la reflexión de este II domingo
de Adviento os propongo:
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Tres frases.
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Un símbolo.
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Y una canción.
Las frases son:
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Una voz grita en el desierto:
Preparad el Camino del Señor. (Isaías).
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Un cielo nuevo y una tierra nueva en
que habite la justicia (2ª de Pedro)
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Bautizará con Espíritu Santo.
(Evangelio de Marcos)
El símbolo que os propongo es UN
PUENTE.
La canción os la digo al final.
Para empezar lo hago con el símbolo.
Y, ¿por qué un puente?.
La palabra puente viene de la palabra
latina “pons- ponti”. Si a puente le
añadimos otra palabra latina “ifice” , que significa “constructor”, nos sale la palabra
“pont-ifice”, es decir el que construye puentes.
Y eso es lo que hoy se os dice en la
primera lectura, de Isaías, y en el evangelio de Marcos: preparad el camino al
Señor, construid puentes para que el Señor llegue, para que el Señor venga.
Esta frase, normalmente, la hemos interpretado con un sentido intimista: preparamos el camino para que el Señor venga… hasta mi. Yo, hoy, quiero proponeros que la interpretemos en clave comunitaria y social: No basta con quitar piedras a mi camino: Hay que allanar los senderos vitales, hay que, tenemos que ,construir puentes entre Dios yla humanidad, entre Dios yla vida. Eso es la Navidad. Ese es el “misterio” del niño nacido de María. Ese es el “misterio” de nuestra fe porque eso no queda reducido y terminado con el parto de Belén. Ese alumbramiento, desde entonces, abarca , recorre, toda la historia y lo tenemos que hacer posible nosotros. PARA ESO FUIMOS BAUTIZADOS CON ESPIRITU SANTO, para ser constructores de puentes entre la vida y Dios, para, con nuestro hacer, hacer posible que Dios esté presente en esta vida.
Por eso no sirve cualquier cosa. No vale el criterio de que es lo que
hace todo el mundo, de que no se puede ir contra corriente, que hay que evitar
ser altisonantes.
Ser puentes, ser constructores de puentes, ser pontífices, por nuestro bautismo que nos hace sacerdotes, profetas y reyes.
No sirve, pues, cualquier criterio, no se puede jugar en cualquier
equipo, no se puede compaginar con cualquier tipo de valores: Tenemos que
construir puentes que salven los abismos y apunten hacia un cielo nuevo
(distinto) y una tierra nueva (no de esta manera) porque hay que buscar que
habite la justicia, la justicia de Dios. No nos confundamos.
Y ese debe ser nuestro adviento permanente, un adviento que abarque los planteamientos de
nuestras vidas, de nuestras opciones: ir arrimando, colocando piedras,
sillares, cemento, a la construcción del puente. Puede ser de distintas formas,
tamaños, … ¡eso no importa! Porque dependerá de las características y
circunstancias de cada uno. Pero sí tienen que tener en común ser puente que
una a Dios con la humanidad, que lo haga presente.
Con esto termino, como punto final de la reflexión, con una canción, como
os anunciaba. Puede servir , también, para orar. La canción que propongo es el
Himno de Mocedades.
Un abrazo.
José Luis Molina
6 de diciembre 2020
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