martes, 15 de abril de 2014

EDUCAR PARA LA VIDA

Como persona  he pasado mi vida dedicado, además de como sacerdote, a la enseñanza. Y ahora, jubilado,  estoy convencido que uno no se jubila nunca de esa pasión por el ser humano que nos hizo optar por él. Podremos no estar sometidos a horarios, cumplimientos académicos, burocracias "curriculares", ...pero renunciar a seguir ofreciendo a otros el resultado de nuestra experiencia vital en un compromiso con la que ellos tienen que construir, como oferta libre y abierta de ser aceptada o no, pero, siempre, y sea cual sea la acogida, como concreción de una donación amorosa, a eso creo que no se renuncia. Yo, al menos no lo hago y me da la impresión de que no quiero encaminar el devenir del futuro que me quede.



Desde este presupuesto inicial, sin renunciar al valor de la enseñanza, creo que hemos salido perdiendo cuando hemos inclinado la balanza hacia este lado en perjuicio del de la educación. Y es algo que no me resulta indiferente desde mi compromiso vital. Es ineludible nuestro compromiso con el factor educativo que contribuya al crecimiento y desarrollo de las personas en humanidad. Cuando lo olvidamos, y para poder soportar la autocronfrontación, lo cubrimos con el relativismo.

Desde acá una, creo, importante sensibilidad ante el tema que me hace ser receptor de todas las aportaciones que puedan ayudarnos. Por ello cuelgo el artículo siguiente de Antonio Silvestre que de manera muy sencilla, me parece, nos ofrece pautas interesantes.


Y lo hago pensando en personas muy concretas a las que quiero. Y lo hago pensando en personas sin concretar pero si concretas en el hecho de ser personas con vocación de humanidad, a las que igualmente quiero de forma concreta por el hecho de serlo y que se concretiza en cada individuo con el que mi persona se topa en la vida.

Espero les guste

José Luis Molina 


Educar para la vida

Publicado: 10 abril, 2014 en ACTUALIDAD
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corazón.EDUCAR PARA LA VIDA
ANTONIO SILVESTRE, silvestre12@gmail.com
MADRID.
ECLESALIA, 10/04/14.- Queridos hijos:
Hace poco que he terminado una asignatura que se llama como esta carta: “Educar para la vida”, y repasando sus textos me he puesto a pensar en si realmente os estamos educando para la vida. Quizá la primera pregunta sería: ¿Os estamos educando? La respuesta a esta cuestión me la sé: Claramente, sí. Tanto Mamá como yo os hemos dado, os estamos dando, la mejor de las educaciones que somos capaces. Nunca tengáis ninguna duda sobre eso, aunque ahora haya cosas que no entendáis. Pero ¿educar para la vida?
Me he puesto a pensar si mis padres o los padres de mamá nos educaron para la vida, y se me han saltado las lágrimas. Ninguno de ellos acabó nunca una carrera universitaria, casi ni el equivalente del bachillerato de ahora. Y vaya si nos educaron para la vida.
Nos enseñaron que todas las personas somos iguales, que no hay personas superiores a otras, da igual de donde vengan. No se si alguna vez usarían la palabra solidaridad, que suena a mas moderna, pero nos enseñaron que hay que arrimar el hombro, con lo que se pueda. Ayudar al que lo necesita en la medida de tus posibilidades.
Nos dijeron que la educación y el respeto son las cosas más importantes para relacionarte con las personas. Respeto por todas las personas y por su trabajo, aunque te parezca insignificante. Cada persona es importante.
También nos dijeron lo importantes que eran otras cosas, quizá más pequeñas, menos  trascendentales, como ser puntuales, y disfrutar de todo lo que haces. Que merece la pena seguir luchando por muchas veces que la realidad se obstine en demostrarte lo contrario. Nos mostraron el valor de la amistad y seguro que tuvieron su parte de culpa en que sigamos conservando tan buenos amigos.  Nos dieron la oportunidad de encontrarnos con Dios, a su manera, sencillamente, un Dios que luego hemos ido conociendo y asumiendo  nosotros.
Pero, sobre todo, nos enseñaron a querernos. Aprendimos lo que es querer con pasión a tu pareja, a comprender lo que significa la familia, lo que es tener a tu lado, a alguien que te quiere incondicionalmente.
Eso si que es un master. Y eso es exactamente lo que nos gustaría dejaros. Esos valores que queremos compartir con vosotros y tratamos, no sé si con mas o menos éxito, de trasmitiros.
Queremos que seáis capaces de asombraros. Que miréis a vuestro alrededor y cada día descubráis algo nuevo, que sintáis la vida como un don. Y que penséis en todo lo que ha tenido que pasar para que estéis aquí y ahora, y que por eso os sintáis pequeños, humildes pero absolutamente indispensables. Sin vosotros todo sería distinto.
Estamos muy orgullosos de vosotros y sabemos que en algunas cosas lo estamos haciendo bien, por lo menos en lo que tiene que ver con la familia, porque se nota en esos abrazos espontáneos que de vez en cuando nos dais, o en esos “te quiero” que a veces se os escapan. Queremos mostraros nuestros valores con el ejemplo. La solidaridad, el esfuerzo, el respeto, la tolerancia. Pero no os confundáis, la tolerancia no es que todo vale, eso sería relativismo y de eso ya tenemos bastante en esta sociedad.

Hay que luchar por lo que uno cree, sin imposiciones pero con la firmeza necesaria.
Y sobre todo queremos transmitiros nuestra fe. Nunca dejéis de creer. Sentíos siempre privilegiados y elegidos de Dios. Y de una manera o de otra, como podáis, hacedlo en comunidad. Nuestra experiencia nos ha mostrado que es fundamental.
Sería lo mejor que nos podría pasar, que un día, con el pasar de los años, pudierais decir: “Nuestros padres si que nos educaron para la vida”. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Un beso.

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