Acabo de enterarme.
Con el corazón apretado, borrosa la
mirada y el pulso alterado, siento necesidad de expresarme.
Ha muerto Santiago Vega en Quito,
exalumno de la Escuela Inti.
Es de justicia llorar por él. Pero
creo que este llanto solo estará justificado si en su momento lloramos con él y
por él.
Santiago fue un niño exponente claro
de una vida y un sistema que hicieron se cebara en él una serie de injusticias
.
Tuvo que soportar una rara enfermedad
que le llevó a tener que sufrir la amputación de sus pies, heridas que le
supuraban y eran malolientes y que le provocaron ser excluido del sistema
educativo ordinario y, como consecuencia, una situación de analfabetismo como
consecuencia. Largo proceso de diálisis y numerosos ingresos en la Unidad de
Cuidados Intensivos en hospitales. Y, lo que es más importante, serias
carencias en las atenciones que tenía derecho a recibir de parte de quienes
debían proporcionárselos.
Pero, al mismo tiempo, Santiago provoca mi oración de acción de gracias:
Porque la Escuela Inti supo
reclamarlo y luchar para insertarlo contra los obstáculos que tenía que
enfrentar; supo estar siempre a la altura debida en el acompañamiento
académico, sanitario y humano desde los propios niños (compañeros de él que
cargaba con Santiago a cuestas para llevarlo al patio del recreo hasta que
pudimos proporcionarle una silla de ruedas); igual el acompañamiento y
compromiso con el proceso de Santiago por parte del profesorado y de muchos de
los sanitarios que lo atendieron.
Santiago despertó gestos de
solidaridad desde España (desde Fuente del Maestre. Badajoz). En definitiva
impulsó, en nosotros, nuestro proceso de humanización.
En definitiva, Santiago fue voz de
Dios para que tomáramos conciencia de solidaridad.
Por eso podemos llorarlo ahora desde
la esperanza de que el Dios de la misericordia ya lo habrá recibido en sus
brazos.
José Luis Molina
21 septiembre 2019
1 comentario:
Mi Peregrino de Cabeza Nevada:
Me siento plenamente identificada con tus palabras, la fotografía que has puesto de Santiago me ha evocado uno de los lindos recuerdos que vivimos con él: allí estaba ingresado en el hospital Enrique Garcés, posó para ti y los papeles que tiene entre sus manos es una carta que te escribió, estaba contento de apenas poder escribir.
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