Las
lecturas de hoy,
especialmente la primera,
de Jeremías 20, 10-13, y el Evangelio, Mateo 10, 26-33, a mí,
personalmente, me dan miedo.
Tal como se las ha interpretado,
justifica un montón de cosas injustificables desde la fe.
Una de estas cosas es que provoca,
suscita, engendra y desarrolla una postura interesada y un concepto utilitario
de Dios. En estos días hemos oído a gente piadosa, de buena intención, diciendo
que ellos estaban seguros que no tenían nada que temer yendo a misa y que
comulgando en la boca el cuerpo del Señor, no se iban a contagiar. O sea, Dios
ya tiene una vacuna o él mismo es una
vacuna pero, lo que es peor, solo la aplica a los “piadosos”, aunque luego
estos, en su casa, tengan trabajadores domésticos, fundamentalmente latinos,
con los que, probablemente, establezcan una “distancia social” para evitar “el contagio”.
Con la interpretación interesada de
estas lecturas, y algunas otras más, se ha mantenido el concepto de Dios como
“póliza de seguro”. Y lo hemos propagado
y mantenido los agentes de pastoral, el clero, … porque, si no funcionaba la
“póliza de seguro” desaparecería la clientela y, ¿para qué “fastidiarnos” si a
la hora del aprieto no va a funcionar?. Y la verdad es que, desde ese punto de vista, no funciona. El virus
ataca y abate a creyentes y no creyentes, buenos y malos, blancos y negros,
europeos, asiáticos o latinos. Y fuera de nuestra situación actual, tengo como
experiencia propia que Dios no te libra de situaciones difíciles, dolorosas,
angustiosas, injustas, …
Entonces, ¿es mentira lo que dicen
las lecturas?. Yo creo que no, que es verdad, pero, verdad, de otra manera
LES PONGO UN EJEMPLO:
Supongamos una persona que cree en
Dios, que acepta a Dios, es decir, asume su proyecto de verdad.
Esta persona ¿podrá ser enemigo de alguien?,¿acechar a alguien?,
¿se vengará de alguien?
Supongamos varias, bastantes personas, incluso pensemos en un grupo
significativo que igualmente cree en Dios, aceptan y asumen su proyecto, son
pueblo donde él habita. No le impondrán a nadie esa fe, pero ellos vivirán
desde ella, construirán sus
comportamientos con ella y defenderán, protegerán , acogerán a los que sea atacados, oprimidos, excluidos
o marginados por otros intereses y
motivaciones distintas.
Si es verdad lo anterior, el oprimido, el acosado, el marginado, el
contagiado, el indigente, no se sentirá desamparado porque sus vidas valdrán
más que “un par de gorriones” o una chequera y se les irá librando del poder de
los malvados, por ejemplo, con el Ingreso Mínimo Vital (IMV), gestionando
recursos sanitarios suficientes para todos, luchando contra los abusos y la
corrupción, se den donde se den y desde donde se den. Por ahí si encuentro
motivos de esperanza y confianza en el Señor que nos hace una propuesta
valiosa. Por ahí creo que no nos defraudará en aquellos que lo acojan.
Dios no necesita que su madre se asome a la puerta del templo para
contemplar la enfermedad y la muerte por las calles y percibir el olor del
miedo, y que le convenza.
Pero este Dios, el Emanuel, el Dios con nosotros, necesita de “nosotros”
para que , con nuestras actitudes responsables no propaguemos la pandemia sino
que obstaculicemos el contagio. Necesita de nosotros para que nos vayamos
apuntando a un tiempo nuevo pues el que
teníamos no vale.
José Luis Molina
21 de junio 2020
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