domingo, 22 de noviembre de 2020

IR A LA VIDA ETERNA

 



 

Comenzaré la reflexión de hoy con la conocidísima frase de Pedro Casaldáliga. Yo ya la he usado varias veces como referente. Dice así:

           “Al final del camino me dirán: ¿has vivido?¿Has amado? Y

            yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres”

En Pedro Casaldáliga ya se ha hecho realdad la parábola del evangelio de hoy. Ya ha oído: “Ven, bendito de mi Padre, por ese corazón lleno de nombres, lleno de hermanos, pero no forzosamente consanguíneos, ino de los que te hiciste próximo y tu vida se llenó de ellos, es decir, la llenaste de mi.”

Y es que hay una cosa muy importante. En esta parábola no se habla de la vida futura sino de la vida eterna  y si es eterna ha comenzado ya y la tenemos que ir construyendo día a día.

Más que un juicio, en el que se nos examina,  yo diría que es la propuesta que el evangelista Mateo, (el único que la presenta), ofrece a la comunidad para la que escribe viendo que se van acostumbrado y relajando ante la espera por la venida del señor, que se retrasa.

Por tanto, yo creo que hay que entenderla  más como una aclaración fundamental. No nos engañemos: si queremos construir el Reino, vivirlo, participar de Jesús y tenerlo con nosotros, no se trata de muchas oraciones (sin embargo caemos en el rosario que aburre y da sueño, o en muchas oraciones de penitencia; no se trata de actos religiosos: funciones solemnes, procesiones, besamanos o besa pies,  novenas, … hasta, incluso  misas de cumplimiento (cumplo y miento) donde no se comparte a Cristo: La eucaristía es sacramento que salva cuando en ella celebramos, sacramentalmente,  nuestro participar de Jesús en las distintas ocasiones por las que pasamos, siempre en beneficio de los demás, pero “no necesariamente. de los míos” sino de al que me aproximo.

Y de todo esto hay dos dimensiones a las que me quiero referir: Una la personal: Toca a lo que yo, como persona singular, tengo que dar respuesta.

La otra es la dimensión social en la que no dependerá de mi singularmente, la respuesta, pero sí de donde me coloco y cual es mi postura, mi hacer un tipo de humanidad definida y mis opciones sociales.

Termino con un ejemplo: Supongo que todos, o casi todos, hemos visto, hace tan solo unos días, un vídeo de una lancha en el Mediterráneo y una negra, africana, emigrante, PERO MADRE, gritaba “!Ay my bebé! Y se retorcía por el fondo de la embarcación y se asomaba peligrosamente a las aguas para encontrarlo.

Esto se da en Europa Y decimos, por ejemplo, “no podeos estar recibiendo a todos los que vengan”, “que se queden en su tierra y no vengan  a quitarnos el trabajo que no hay,  …pues ya saben de los peligros”, …

Si seguimos pensando, deberían asaltarnos otras voces de opinión o discernimiento: “Negros, sudacas, … que no vengan a no ser que sean futbolistas de élite, artistas, etc. No tenemos recursos inagotables, pero para conseguir a los anteriores, ya los buscaremos como sea porque a afición responderá.

Nos quitan el trabajo pues, aunque no haya, ellos van a encontrar el que nosotros no queremos hacer.

 

Sí, y es verdad que cuando ocurre algo como lo de esta madre, nos horrorizamos , pero el video de la vida sigue, pasamos página y nos olvidamos o al menos nos aliviamos.

Buen evangelio para terminar el año litúrgico. Dichosos nosotros si con él tomamos mayor conciencia de dónde y cómo nos posicionamos. Y, socialmente, llenar nuestros corazones de nombres es ponernos de parte de las iniciativas, leyes  , políticas , que tratan de ir suprimiendo las diferencias injustas, , de ir subsanando las situaciones de marginalidad y buscan un mundo y una vida digna para todos (también para mi).

¿Qué todo esto es utopía?. Pues sí. Pero es la maravillosa utopía del Reino, de Dios.

¿Qué no hay que ser tan estricto? . El evangelio de hoy lo es

En fín. Como colofón de todo lo anterior, os recomiendo las encíclicas de Francisco “Laudatus sí” y “Fratelli tutti”.

Un abrazo

José Luis Molina

22 de noviembre 2020

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