Hoy les propongo, para empezar esta
reflexión, que nos coloquemos frente a la humanidad desde dos puntos de vista
concretos: el del individualismo y el del colectivismo.
Yo pienso que el ser humano es un ser
único en cada uno, con una identidad propia y exclusiva. Nadie puede
convertirse en otro. Por eso las tendencias miméticas de vestirnos de lo que
impone la moda, en un sentido muy amplio, no nos fortalece sino que nos diluye
en la nada del montón o del anonimato. Por eso reafirmo que cada uno somos cada
uno, irrepetibles.
Y lo considero tan importante que mi
fe en la resurrección, que no sé como es, creo lleva consigo la permanencia de
la propia identidad que no se desdibuja en la de otro. Esto me lo respalda
datos de experiencia que hoy son posibles gracias a la ciencia: Un señor trasplantado de corazón no es él MÁS el corazón cedido. Es ÉL, (el
mismo) con el corazón cedido y su conciencia le marca su ÉL, no el más de la
cesión.
Todo esto nos lleva a
posicionamientos fundamentales:
La personalidad, la singularidad, la
intimidad, la identidad de cada uno es inviolable y todas las maquinaciones y
manipulaciones contra ella van contra Dios en su imagen que es el ser humano.
Pero, sin rebajar un ápice de lo
anterior, opino que no estamos concebidos para el aislamiento, el
individualismo.
Somos, igualmente desde nuestra
esencia, seres sociables. Existimos-para-ser-con-los-otros. No es bueno que el
hombre esté solo… dice el Génesis.
Pero esto no se trata de estar junto
a los otros, simplemente apilados, y protegidos del resto por el
individualismo.
Dios nos crea como realidad
colectiva: el HOMBRE (mujer y varón) y encarga que nos multipliquemos formando
colectividad: Humanidad: No es bueno que el hombre (humanidad) esté sola. Por
ello, tan importante como la primera es esta dimensión social. Estamos hechos
para el otro, para el otro con el otro. Y somos, o debemos ser, unos con otros
como el fenómeno de la ósmosis que, a través de la membrana de la vida se vaya
transfiriendo lo que uno es para enriquecer al otro y así enriquecer, llenar de
plenitud, la colectividad.
Es lo que dice Pablo hoy en su carta
a los Corintios. Eso es cristiano porque eso es seguir el proyecto de Dios que
se hace concreto en Jesucristo.
No se trata, por tanto, simplemente de ser bueno, no meterse con
nadie, no hacer daño a nadie. Se trata de hacer bien a uno, a muchos, de hacer
por cambiar los sistemas que si hacen mal.
Y esto es un equilibrio importante de
saber mantener. Estas dos perspectivas existen para engendrar vida, no para
convertirse en sistemas de muerte, normalmente de la mayoría, para beneficiar a
otros , normalmente pocos porque para muchos sería insostenible.
Un abrazo
José Luis Molina
23 enero 2022.
No hay comentarios:
Publicar un comentario