miércoles, 4 de octubre de 2023

LA CORRECCIÓN FRATERNA

 



 

 

 

Hoy voy a tener que pediros disculpas porque se me ha descuadrado la agenda y no he tenido tiempo de poder hacer la reflexión con calma. Entonces, de todas maneras, yo pienso que este tema es, para un alto porcentaje de los que recibís mis reflexiones, os resulta reciente. La gente de Ecuador porque precisamente estuvimos dando un taller ,Miguel y yo, sobre este tema de la corrección fraterna, así que lo tienen fresquito. La gente de aquí, de Jesús de Nazaret, pues también han tenido posibilidad de asistir a un encuentro sobre este asunto. Algunos lo habrán hecho, otros no, pero, de todas maneras, me parece que el asunto es conocido y, entonces no es , de entrada, como un misterio. Sin embargo es un tema muy importante, muy difícil, un tema que, normalmente, siempre se presenta con problemas, problemático, problemático a la hora de hacerlo, problemático a la hora de cómo hacerlo, problemático a la hora de no hacerlo, y entonces yo, a mi, lo que se me ocurre así como a bote pronto y muy rápido, ya os digo, perdonadme, es pues simplemente poneros algunos puntos para que los penséis y podáis vosotros sacar vuestras conclusiones.

Primero, deciros que, la corrección fraterna, no se puede eludir, es algo que tenemos que afrontar cuando es necesario. Por una razón muy sencilla: Porque sí es verdad que aceptamos el proyecto de Jesús, cuando vemos que, desde dentro, los que nos decimos seguidores de Jesús y decimos  hacer opción por su Reino, lo estamos estropeando, no podemos quedarnos inactivos, inhibirnos, y entonces es necesario recurrir a formas, a medios, a maneras, a procedimientos para ver si se  pueden hacer las cosas bien. Cuando falla, entonces, la corrección lo que pretende es intentar arreglar eso que falla. Entonces no es para quedar bien, no es para condenar a nadie. Es específicamente, y eso no lo podemos olvidar, la corrección fraterna es un imperativo que nos surge de nuestro compromiso por el Reino y, desde ahí, todo lo demás. Si es compromiso con el Reino, desde ahí tiene que ser el sentido de justicia, de caridad, de fraternidad, de pedagogía, de tener en cuenta a la persona que está fallando no para condenarla sino para ayudarla, para que cuente con uno.

Yo, entonces me parece, y ahí os lo dejo, que lo que sería interesante es ver que experiencia tenemos nosotros de la corrección fraterna, porque hay muchas veces que no se hace porque tenemos miedo , porque tenemos miedo   que nos digan a nosotros también y queremos aparentar como buenos, porque nos da miedo enfrentarnos, porque vamos como jueces en vez de asumiendo al otro con sus circunstancias y diciendo: ”cuenta conmigo”.

Por eso hay muchas formas de corrección fraterna que no dan resultado. No dan resultado porque lo hacemos desde una falta de pedagogía, arremetemos contra la persona sin  tener en cuentas sus características, sus circunstancias, la situación , específicamente. Hay veces que falla el resultado porque resulta que lo hacemos para hundirlo mientras yo me quedo exaltado. Otras veces porque lo hacemos en plan de chisme, de chismorreo, como dice el papa Francisco: “hay mucho chisme dentro de la Iglesia”. Ese “no se lo digas a nadie” pero, sin embargo, todos nos encargamos de ir corriendo la voz y de que se sepa y se entere todo el mundo. Entonces todo esto hace que  lo que sería la corrección fraterna que es buscar resultados de valor, poner en valor, el esfuerzo y compromiso por el Reino y ahí, comprometerse con quien falla, no falla porque no nos comprometernos con ello ni con el Reino.

Yo os invito a que pensemos, desde nuestra experiencia de corrección fraterna, donde lo podemos hacer bien, donde no lo podemos hacer bien para no caer en eso, para, realmente, los grupos de fe, la comunidad sirvan para crecer, para caminar juntos, para fortalecernos, no para dividirnos, no para hacer bandos, no para quedar bien por encima de los demás, para salvar lo que a mi me interesa y ocultar lo que no quiero que se sepa. Todo eso son causas que dificultan el objetivo este de la corrección fraterna. En el texto del Evangelio está muy claro: Jesús establece un procedimiento de unos pasos de cómo hacerlo. Pero, además de esa metodología, hay un elemento, repito, que no puede fallar: La corrección fraterna significa empatizar, significa estar en comunión con   la persona, incluso, que está fallando porque me importa esa persona y, entonces, no dármela de bueno sino dármela de amigo, d compañero, de solidaridad.

Para terminar se me ocurre expresar el deseo de cuando decimos, sobre todo nosotros los curas, “queridos hermanos” fuéramos creíbles porque estuviéramos convencidos y hubiera datos ostensibles de fraternidad.

Un abrazo

José Luis Molina

10 de septiembre del 2023.

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