lunes, 9 de mayo de 2016

CON MI RESPETO Y VALORACIÓN HACIA TÍ Y UN POCO DE CIERTO HUMOR NEGRO PARA OTROS



Ha muerto Gonzalo López Marañón, carmelita, misionero y obispo que fue en Ecuador y que después marchó a África como misionero, donde ha fallecido.
La noticia ha salido en los medios y no tendría por qué repetirla.
Pero cuando la he leído en diversos medios, algo me ha indignado, me ha  dolido.
Y es el "silencio prudente", "político" con el que se comunica el hecho:
                                 
                        "Cumplido su servicio en Ecuador en el 2010, no quiso retirarse...
                          y buscó puesto misionero en Angola"

Todavía podría encajar hasta ahí. Pero que la Conferencia Episcopal Ecuatoriana ahora se pronuncie de igual manera, silenciando el final de Gonzalo, y sus compañeros misioneros del Carmelo en Sucumbios, en Ecuador,  tras la huelga de hambre que sostuvo en Quito y la posición de sus hermanos obispos frente  a esta definición de Gonzalo, no me parece ni honesta, ni digna, ni cristiana (1)

Yo, y mi compañero Miguel Á. Olmedo, y la Comunidad Cristiana que estaba surgiendo en la Parroquia Santa María del Inti de Quito, también sostuvimos un conflicto con el arzobispo Raúl Vela y, por corporativismo (que no por fe) con la Conferencia Episcopal Ecuatoriana del que se salva Monseñor Luna Tobar. Y aún continuamos colgados con nuestro sambenito en la web del arzobispado de Quito.

No sé  si el día que me muera  quedará alguno de los obispos de entonces de Ecuador y alguno de España.. Si quedan no creo que se les ocurra ni lo deseo (!No merezco tanto honor!). Pero, si ocurriera, no les doy permiso, no les autorizo a que me profanen.  Así lo he vivido cuando he leído el pronunciamiento ante el fallecimiento de Gonzalo. Las palabras del presidente Rafael Correa tienen lógica, son de agradecer, son coherentes porque siendo presidente del Gobierno, en la huelga de hambre que sostuvo Gonzalo, se señaló personándose en  el lugar de la huelga y respaldándolo. Las del episcopado, permitiendo se aniquilara el trabajo que Gonzalo  y sus hermanos misioneros habían realizado durante cuarenta  años  y con su posicionamiento durante el conflicto, es ofensiva.

Ya lo sé, Gonzalo. Estás por encima de todo esto. Y ahora más. Pero me sentiría mal si no hubiese tomado el esfero para elaborar el borrador. Y una vez hecho no es para guardarlo

Gonzalo, gracias por todo. Seguro Dios te ha bendecido. Seguro Dios te ha acogido

José Luis Molina

(1) Si desea información,, en este mismo blog:
* 7 mayo 2011-  Me duele la Iglesia, Me duele Sucumbío. Todo esto me duele por mi fe.- Etiqueta Pensamiento y Teología

* Un obispo de los que lamentablemente no quedan muchos

* 24 mayo 2011.- Y comenzó el ayuno.

* 27 mayo. En el retorno. Opinión

* 25 juni 2011.  La reflexión la hacen ustedes.- Teología y reflexión

* 28 junio 2011.-Se levantó el ayuno . Opinión

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pedro Casaldáliga, en un poema suyo, dice algo así como que a los profetas primero se les difama, se les condena al ostracismo, se les asesina, etc; y, después, se les cuelga en los salones venerando su imagen. Todo con tal de no comprometerse honestamente con su postura y su mensaje. Sería bonito encontrar este poema y colgarlo en este comentario, pero no tengo aquí mis libros de poesía de Casaldáliga, por eso sólo hago mención. Es exactamente lo que ha pasado con Gonzalo. Él, junto a sus hermanos y otros miembros de las comunidades de Sucumbíos, mantuvieron una huelga de hambre en el "Churo" de Quito protestando contra la aniquilación de todo su trabajo pastoral realizado durante tantísimos años. Eran otros tiempos y había que cargarse todo lo relacionado con las pastorales liberadoras. Los obispos ecuatorianos, al son de la música de Roma, orquestaron la acción, fueron cómplices y callaron, mientras se ninguneaba a Gonzalo y a todo su hacer pastoral. ¿O no recuerdan que sustituyeron el trabajo pastoral que se había realizado en Sucumbíos por el de los "Heraldos del Evangelio"? Los mismos que asesinan a los profetas y destruyen su hacer, son los que se encargan de proclamar elogios fúnebres después de muertos. No ha cambiado mucho la cosa desde Jesucristo para acá, ¿verdad cardenal Raúl Vela y compañeros de episcopado? Miguel Á. Olmedo Jiménez.